“Si yo tengo el celular detonado, Javier lo debe tener por cien mil; trato de no molestarlo mucho”. Alberto “Bertie” Benegas Lynch sintetiza así su vivencia post PASO y la de Javier Milei. El inesperado triunfo en las primarias de La Libertad Avanza fue un terremoto para el escenario político criollo y el hijo de quien Milei considera su “prócer” –Alberto Benegas Lynch padre– quedó a las puertas de ingresar al Congreso como primer candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires.
Desde esa posición “Bertie” se convirtió en la semana que pasó en uno de los voceros más filosos del plan de gobierno de Milei, defendiendo a capa y espada tanto la dolarización como el “cierre” del Banco Central o el Conicet. En este diálogo con elDiarioAR, aclara, sin embargo, que las reformas ultras ocurrirían en etapas –“generaciones”– diferentes. Por eso llega a decir que “el cepo no se puede levantar el día uno”, o que “el resabio de la inflación puede llegar a durar hasta 18 meses”.
Magíster en Economía y Administración de Empresas, con diez años de experiencia en el banco Santander y 12 como director de Universia Argentina, combina explicaciones técnicas con referencias filosóficas, incluso con lenguaje metafórico –la suba de precios es “un cuchillo clavado en la espalda”–, y no esquiva las provocaciones. Imagina en qué debates podría “apoyar” a Máximo Kirchner, desafía que “la educación tendrían que ser un negocio” y admite la conveniencia de una hiperinflación para el modelo Milei: “La dolarización es más fácil de aplicar cuando tenemos el peso derretido”.
–Supongamos que Milei es el próximo presidente. ¿Qué hace el día uno?
–Empezar por la baja del gasto del Estado. Este monstruo que se ha creado donde los mismos que están ahí adentro son los que lo generan y hasta se votan sus dietas. También cambiar la obra pública, las transferencias discrecionales a provincias y terminar con los subsidios a las empresas estatales. Ahí tenés una carga de 10 o 12 puntos del PBI, que hacen que después puedas bajar impuestos, aunque algunos los puedas bajar en paralelo. La cuestión es tener una correspondencia con las cuentas fiscales, y hoy estás en déficit fiscal.
Hay que reconocer que estamos en el quinto subsuelo del infierno. El cuchillo lo tenés clavado en la espalda. Entonces, el resabio de la inflación puede llegar a durar hasta 18 meses, o incluso más
–¿Cómo harían esas reformas con una minoría parlamentaria, porque si se repiten los resultados de las PASO tendrían 40 diputados 8 senadores?
–Todo con la Constitución en la mano. Por supuesto. Siempre se le dice a Javier que es anti sistema, pero no: él es anti statu quo. Pasa que está tan pisoteada la Constitución que hoy vivimos en el antisistema. Lo que propone Javier es volver justamente al sistema constitucional. Que la democracia no se transforme en la tiranía de las mayorías. Ahí contamos con la gente razonable que puede haber en el Congreso, que está con el discurso liberal.
–¿Con quién negociarían?
–No es una cuestión de negociar, es simplemente apoyar. Y no lo hago por colores políticos o por caras, sino por cuál es el contenido. Si Máximo Kirchner se golpea la cabeza y viene a hablar de la desregulación del Estado, la elección libre de monedas, bajar el gasto del Estado y demás, lo apoyaría.
–¿Se imagina Milei acordando con Máximo Kirchner?
–Si Máximo Kirchner viene, sin ninguna cosa escondida de kioscos o cosas vinculadas al Estado, ¿por qué no apoyarlo? Bienvenido sea a cualquiera que esté en la misma sintonía. Ahora, si a mí me preguntas vos qué crees, y bueno, no sé. Si ves el antecedente, cómo se ha comportado, no quiero hacer algo personal con Máximo Kirchner… Pero si un tipo viene y te pide plata una vez y no te paga, pidió la segunda vez y no te paga y tiene el antecedente, ya la tercera vez es muy difícil que te devuelva todo lo que te debe.
–Siendo minoría, ¿tendrían más posibilidades de acordar con el PRO.
–No sé. La gente hace el camino corto en la identificación de izquierdas, derechas o partidos políticos. Discutamos ideas a ver de qué trata la cuestión. Incluso el PRO ha votado cosas siniestras como la ley de góndolas, la ley de defensa contra la competencia o la ley de alquileres.
–¿Junto con la eliminación de una decena de ministerios también levantan el cepo?
–El cepo no se puede levantar el día uno. Lamentablemente hay que saber que tenemos un cuchillo clavado en la espalda. Y hay que sacarlo: si lo haces cuando te lo clavaste en la cocina de tu casa, probablemente te desangres, o esperas a llegar al hospital y que te atiendan bien, que seguramente va a ser un proceso. Eso pasa con el cepo: hoy estamos en el quinto subsuelo del infierno y no podemos saltar al cielo de golpe. Vamos a pasar por el cuarto, el tercero, etcétera. Tenés restricciones, hay condicionantes. El tema de la sincronicidad de eso y la secuencialidad de las medidas es importante. Lo que a mí me preocupa es que si no cerrás el Banco Central, cómo vas a resolver el tema de las Leliq, que hoy son 30 mil millones de dólares: triplica la base monetaria. Es una bomba inflacionaria. Lo único que podemos hacer es decir ‘loco, liquidemos el tema de los activos del Banco Central para responder a los pasivos. Cerremos esto que es la vaca sagrada de nuestra época’.
–Pero el Banco Central no se puede cerrar el día uno.
–No, no. Exacto. Tenés que primero ir camino a la dolarización, que es la moneda que en definitiva nos es familiar a todos. Pero haciendo demasiado foco en la dolarización estamos haciendo ahí una vía equivocada hacia dónde vamos: a la elección libre de monedas, que el mercado le elija. Probablemente se quede eventualmente con el dólar, o si es el mercado del gas será el BTU o la soja en el tema del agro. La gente dirá y el mercado se adaptará: pagar en yuanes, dólares o marcos suizos, lo que sea más sencillo.
Hay que ver dónde aterrizamos. Todos los ñoquis y todas las contrataciones son un error. Eso sí vuela. No así la gente valiosa, que va a ser reasignada a otros ministerios
–Para que la dolarización lo entienda cualquier lector: ¿qué proceso lleva a partir del día uno de gobierno, con la promesa de que vas a bajar la inflación?
–Primero, de vuelta, hay que reconocer que estamos en el quinto subsuelo del infierno. El cuchillo lo tenés clavado en la espalda. Entonces, el resabio de la inflación puede llegar a durar hasta 18 meses, o incluso más. Ahora, ¿a la gente que le decís? Primero, hay que dejar de emitir para parar la inercia que es este descalabro total y la hiperinflación. Todo lo que hemos visto estas semanas tiende a eso.
–¿Está todo dado para que haya hiperinflación en diciembre?
–Están haciendo todos los artilugios, que es ponerle más trotyl a la bomba, para comprar tiempo político. Esto que se dice de la devaluación… se devalúa todos los días: al pobre tipo que no llega a comprar la leche todos los días se le está derritiendo el poder adquisitivo. Ahora tiene un impacto doble y afecta a más personas cuando se devalúa, pero se tiene que sincerar que nos estafaron. Y no es que el dólar genera inflación como nos quieren hacer entender, sino que simplemente es un activo relacionado con el sistema productivo y también impacta en eso.
–¿A Milei le conviene la hiperinflación para la dolarización, como le convino a Menem la hiperinflación de fines de los ‘80 para la convertibilidad?
–Yo no diría convenir, porque me parece que estamos hablando de gente y es un espanto. La verdad que a mí me aflige mucho la gente que hoy no tiene qué comer. Es una cosa tan miserable que si la gente pudiera visualizar qué casa tendría, qué auto tendría, a dónde puede mandar los chicos a los colegios y qué salud tendrían, si no fuera porque le roban todos los días el 70% de sus ingresos, explotaría por los aires y se iría rápidamente a votar a La Libertad Avanza.
–Eso lo entiendo, pero lo preguntaba como argumento técnico y hasta de sustento político. Carlos Pagni escribe en “El nudo” sobre la convertibilidad: “Carlos Menem pudo disfrutar de una enorme delegación de poder porque estaba emancipando a la Argentina de una peste: el descontrol de precios”.
–Entiendo a lo que va perfectamente. La dolarización es más fácil de aplicar cuando tenemos el peso derretido. Se hace más fácil técnicamente, pero con un costo espantoso. Pero ya nos clavamos el cuchillo en la espalda, ya nos lo clavaron. La cuestión es cómo salimos de eso.
Si Máximo Kirchner se golpea la cabeza y viene a hablar de la desregulación del Estado, la elección libre de monedas, bajar el gasto del Estado y demás, lo apoyaría
–¿La salida es un plan Bonex o un blindaje?
–No, porque vos cubrís los pasivos –la base monetaria y las Leliq– con activos que son el oro, las reservas de Basilea, y también tenés títulos. Con eso más o menos tenés el equivalente a los 10 mil millones de dólares para rescatar la base monetaria. Y después tenés títulos que están con un valor nominal válido de 90 mil millones de dólares, que se liquidarían al 30%, más o menos: los 30 mil de las Leliq. Entonces, lo podés cubrir perfectamente. Le pones una ley de Nueva York, algo que tenga un atractivo distinto y tenés un título de mucha mejor calidad para los bancos que están hoy con balances espantosos, que se han dedicado a financiar al fisco y le dieron la espalda al mercado y la gente no puede tomar crédito. Los bancos privados terminaron siendo sucursales del Banco Central.
–¿Hay que tomar deuda?
–La deuda pública requiere también reformas y procesos democráticos. Hay que prohibir que el gobierno tome deuda. Yo lo ilustró con el tema de un administrador de consorcio. Son empleados nuestros estos tipos, y toman crédito en un banco acá a la vuelta, de espaldas a los copropietarios, para llevar a cabo proyectos que fueron inconsultos y están totalmente fuera de sus funciones específicas. ¿Vos qué haces? ¡Lo echás a patadas!
–La dolarización no tuvo efectos distributivos en Ecuador y El Salvador. Terminó con la inflación, pero a costa de altos niveles de desigualdad.
–La desigualdad me parece un índice muy desorientador, muy nocivo y en línea con esto que pregona el Papa sobre el capitalismo y la teoría del derrame: que hay una mesa de la abundancia y los ricos, y que hay migajas para los más pobres. Eso es no entender el proceso del capitalismo, que es que no podés iniciar absolutamente nada sin la cooperación social: las cadenas de valor, los clientes, los proveedores. Steve Jobs jamás hubiera podido empezar a hacer su proyecto en el garaje si no hubiera tenido socios que por interés personal actuaron.
–¿No hay egoísmo en el liberalismo?
–No. El egoísta actúa en interés personal, pero no ve satisfacción en el beneficio de otros.
–¿No nos haría más pobres la dolarización?
–La pobreza es relativa a los efectos de esta reflexión: yo respecto a Cornelius Vanderbilt soy un miserable, pero respecto de un tipo que hoy está con un plan social por ahí soy rico. Es un valor relativo.
–En la dolarización, ¿cómo se distribuye la riqueza para los más vulnerables?
–La riqueza se crea, no se distribuye. Si pensamos que es una foto de una pizza, es suma cero: lo que me comí yo, vos ya no lo vas a poder comer y hay que distribuirlo, y al final terminamos distribuyendo la pobreza. Lo que hay que hacer es justamente un sistema para que todos seamos más ricos o pasemos a tener mejor bienestar: sistemas donde se respetan los derechos a la propiedad, la vida, la libertad.
–¿Igualdad?
–La igualdad implica igualdad de oportunidades. Quiere decir igualdad ante la ley, necesariamente. Federer jugó la final de Wimbledon por mérito y por esfuerzo; si yo digo que tengo derecho a eso, quiere decir que otros tienen la obligación de dármelo. Entonces Federer tiene que ceder, tiene que jugar con la zurda o algo así. Hay que crear los incentivos para que todos mejoremos.
–Conectando con la reforma del Estado que quieren aplicar, la gente que va a quedar desempleada no estaría en situación de igualdad. ¿Qué pasaría con esas personas?
–Hay que ver dónde aterrizamos. Todos los ñoquis y todas las contrataciones son un error. Eso sí vuela. No así la gente valiosa, que va a ser reasignada a otros ministerios.
Un chico que por subsistencia tiene que estar trabajando con la familia no puede ir a la UBA. Ese chico, vía salarios y vía tasa de capitalización, le está financiando al que sale en la 4x4 en Nordelta y estaciona en las escalinatas de Derecho
–El cierre del Conicet fue tema esta semana. ¿No es un organismo valioso?
–Lo cerrás, pero la gente valiosa de ahí la tenés en cuenta. Generalmente se dice que estamos en contra de la educación y la investigación, pero lo que estamos diciendo es que cambiemos el incentivo. Hoy el incentivo es a través del fondeo público: un comité de gente que decide qué es lo que hay que investigar, cuando en realidad el faro es el mercado, la gente, todos nosotros; una cosa muy dinámica y cambiante. A eso hay que descentralizarlo en universidades, en fundaciones, en ONG, que están más conectadas con el mercado.
–¿También cerrarían o privatizarían las universidades?
–Tuve la oportunidad de conocer gente maravillosa en las universidades, pero están lamentable e inexorablemente dentro de los incentivos políticos. Los presupuestos son en base a la cantidad de alumnos que tenés anotados para cursar y eso termina a que estén dirigidos a sueldos. Están despilfarrando recursos. Si a esos tipos les pones otros incentivos, ganarían mucho más y tendrían una estructura mucho más eficiente. Explotaría la universidad en Argentina.
–Pero la UBA, por ejemplo, tiene prestigio internacional. ¿La idea de vouchers educativos entonces también involucra a las universidades?
–Los vouchers es simplemente cambiar esos incentivos: en vez de darle el presupuesto al ministerio, que se lo carcome toda la estructura, se los das a la gente, a la demanda. Entonces, el alumno puede decidir a qué universidad va. Salvo el tema del adoctrinamiento, que también viene de yapa en la educación estatal, las universidades públicas tienen contenidos y profesores de un valor enorme.
–¿Le sacarían entonces el presupuesto a la UBA?
–Claro. Todo el presupuesto al sistema educativo estatal se lo sacás y se lo das a la demanda para que elija. Entonces lo ponés en competencia. Les cambiaste la cabeza y la forma de encarar la cuestión. Y creo que las universidades estatales son las que más herramientas tienen para salir al mercado competitivamente y serían mucho mejor. La pregunta que incomoda, porque pisa callos, es cuántos egresados tenés respecto al presupuesto. Porque en definitiva si sos una universidad o hacés un negocio, también tenés que ver cuántas ventas tenés. Hay gente que se altera si vos ponés la cuestión de ventas, pero es un negocio. Debería ser un negocio.
–¿La UBA tendría que ser un negocio entonces?
–La educación tendría que ser un negocio. Y no es mala palabra. Es el mercado pudiendo asignar los recursos a las necesidades. Si no se trata como negocio y se trata como un derecho, sonaste. Para que no quede fuera de contexto y antipático, tomá este ejemplo: en el sistema que tenemos, un chico que por subsistencia tiene que estar trabajando con la familia no puede ir a la UBA por una cuestión de tiempo. Ese chico, vía salarios y vía tasa de capitalización, le está financiando al que sale en la 4x4 en Nordelta y estaciona en las escalinatas de la Facultad de Derecho. Ese ejemplo te ilustra la asimetría de la cual hay que salir: que cada uno se pueda pagar lo que quiere obtener.
–¿Son conscientes de que esto va a generar mucho conflicto social?
–No creo, porque los planes sociales no los tocás. Y los empleados públicos no los tocas. Hoy todo el aparato está calladito porque los tirapiedras están en el gobierno. Si vos ibas a la UBA, vas a seguir yendo a la UBA, nada más que ahora te dan la posibilidad de reconsiderar si algo no te gusta. Si protesta la universidad estatal es que quizás no era competitiva y estaba succionando recursos del pobre chico que está en el taller del padre para financiar el tipo de que va en la 4x4.
–Pero, si un chico no tiene recursos puede ir a la universidad porque es gratis.
–Es que nada es gratis. Alguien lo paga. Entonces hay que escarbar y abrir y ver en qué consiste el gasto. De vuelta: muchos de los debates se resuelven cuando ves la contraparte: ¿Para qué querés Estado? Yo creo que el Estado, independientemente de que seamos marxistas, creamos en el Estado presente, en el Estado mínimo o en la ausencia del gobierno, tenemos que saber que consume capital. Tengamosle respeto de qué le pedimos al gobierno, porque está sacando los recursos que son productivos para hacer algo, aunque sea lo más noble como la educación. Entonces, ponelo con la información del mercado, y no un comité de burócratas que decide por vos. Por más que tenga buena voluntad, no es Dios.
MC/DTC