Las opciones puras de Cristina entre la voluntad de Massa y el problema Scioli

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Lejos, desde el sur, Cristina Fernández de Kirchner siguió con fastidio las novedades de la interna panperonista. A la furia ácida que derrama, casi por default, sobre Alberto Fernández, le agregó un renacido malestar con Daniel Scioli y reproches por la impericia de los propios por no poder o no saber ajustar las piezas del artefacto anómalo que esta semana dejó de llamarse Frente de Todos (FdT).

La foto que consideraría la mejor para este tiempo, boleta única con Axel Kicillof de candidato presidencial, está fuera de foco. Cuando regrese a Buenos Aires -la agenda inicial sugería que lo haría el martes, pero podría anticiparse para el domingo al anochecer-, el mapa lucirá más embarrado que cuando partió el miércoles a Río Gallegos junto a Máximo Kirchner, su hijo, que no logró que se produzca un hecho que jamás invocó: que Scioli desista de ser candidato en las PASO de Unión por la Patria.

El jefe del PJ bonaerense irradió algún desprecio porque abrió un portal con el exgobernador, y éste le envió como negociador a su histórico operador, Alberto Pérez. “¿Manda a hablar a un tipo que está hace ochos años fuera de todo?”, contó un entornista. Una aparente pequeñez puede detonar tempestades. Luego de pulsear por el reglamento de la PASO, Scioli hizo un movimiento para dinamitar la lectura de que, antes del 24 de junio, bajará su boleta: presentó la marca electoral, Unidos Triunfaremos, con la que planea competir en la primaria de Unión por la Patria (UP). Con esa foto, Scioli whatsappea a los armados dispersos, que se nutre de heridos y detractores de La Cámpora, que en su menú no está la opción de no competir.

Calendarios

Un esquema, que Sergio Massa regó con esmero y persistencia, contemplaba en que esta semana haya una foto grande en la que estén la vice, más de diez gobernadores, dirigentes sindicales y empresarios, un despliegue de tal contundencia que fuerce a Scioli a retirarse del ring, algo que debería hacer también Agustín Rossi. La decisión del embajador de competir altera esa postal que pudo coincidir con el acto para inaugurar el Gasoducto Presidente Néstor Kirchner que estaba previsto para el 20 de junio. El jueves, casi en paralelo a que se cristalizó la primaria oficial, la ceremonia se mudó al 9 de julio. “Cierre de listas”, sugirió un funcionario. “Sergio viaja”, agregó otro. “Mejor el 9 de julio, con la fórmula anotada y la campaña en marcha”, aportó una tercera fuente.

El calendario importa: hasta tanto no haya una fórmula del dispositivo K, sea cual fuere, que empiece a sumar músculo y apoyos, Scioli se moverá libre. Los que en La Cámpora y el mundo Massa sostienen, todavía, que existe un margen para que el embajador baje su postulación, advierten que eso no va a ocurrir antes de que se presente al candidato presidencial del sector mayoritario. “Si nosotros no tenemos candidato, Scioli no se va a bajar”, sintetiza una fuente de ADN cristinista.

El sábado por la tarde, una figura que habita el micro mundo PJ, teorizó que el anuncio de la fórmula podría ser recién el jueves 22. La fecha aporta una curiosidad: ese mismo día, Massa tiene previsto estar en Washington DC enfocado en los detalles finos de la negociación con el staff del FMI. ¿La ausencia lo excluye del trío de potenciales candidatos? No. Un anuncio con el ministro en EEUU sería una remake de la postulación de Domingo Faustino Sarmiento, que fue designado candidato a presidente, mientras vivía en Washington como embajador plenipotenciario del gobierno de Bartolomé Mitre.

En La Plata juran que a Kicillof nadie le pidió, ni siquiera le sugirió, que vaya de candidato presidencial: ni Máximo, ni Massa, ni sindicatos, ni intendentes. "Nadie puso esa opción sobre la mesa de discusión", afirman

A Massa, cuando lo hipnotizan, susurra que el candidato más competitivo es Kicillof. La misma lectura hace Máximo Kirchner, tal como cuenta Gabriel Sued en su texto de hoy en elDiarioAR. El jefe del PJ Bonaerense expresa su frustración porque el gobernador no acepta entrar en la pelea nacional. “No entiendo por qué a Axel no le gusta que lo propongan como candidato a presidente. Para cualquier peronista eso es un elogio...”, comentó hace unas semanas. El subtexto, quizás, es que Máximo no considera peronista a Kicillof. La malicia, que abunda, coincide en atribuirle a ambos el deseo de ser candidatos a la gobernación y por eso, empujar a Axel al ring nacional. Nadie más que Cristina puede hacer que el exministro cambie de opinión. En La Plata aseguran que a Kicillof nadie le pidió, ni siquiera le sugirió, que vaya de candidato presidencial: ni Máximo, ni Massa, ni sindicatos, ni intendentes. En general, son muchas las voces que piden que el gobernador vaya por la reelección. “Nadie puso la opción de candidato presidencial sobre la mesa de discusión”, aseguran.

“Si Axel es el más competitivo en Nación, lo es también en la provincia”, deslizan desde el kicillofismo e incluyen un concepto interesante: aunque en la previa las encuestas puedan mostrar alguna diferencia entre las figuras, con la carrera lanzada los distintos candidatos que tengan la cobertura de Cristina medirán más o menos parecido. “Los que votarían a Axel para presidente ¿no lo votarían a Wado? Si, lo votarían”, sostienen.

De Pedro pausó su campaña el fin de semana. En el entorno hay un clima de mansa espera como si supieran que la carta está jugada y los incluye en el lugar que el ministro busca

El argumento más repetido en el mundo PJ es que Kicillof se equivoca cuando interpreta que puede ganar la provincia a pesar de que la UP tenga una mala performance a nivel presidencial. El gobernador está, desde hace diez días, bajo el radar. Habló varias veces con Cristina y la vice lo mencionó en su discurso de Río Gallegos en el que no nombró, por caso, a Eduardo “Wado” De Pedro, que camina y se mueve a la espera de que se premie su perseverancia. El fin de semana, el ministro se refugió en Mercedes y pausó su campaña. Sabe algo o cree que demostró que está dispuesto a ser lo que le digan que haga. Hay un clima de mansa espera en el wadismo como si dieran por hecho que la carta está jugada y los incluye.

Hay una dimensión adicional sobre las identidades. En el ruido, hay un dato paradojal: lejos de la cima, y funcionario albertista, Agustín Rossi parece ser quien mejor expresa las posturas históricas del kirchnerismo en cuestiones estructurales con la Ley de Medios o, de coyuntura, como la represión de Gerardo Morales en Jujuy.

Númerologías

“El 30% en la primaria son 10 puntos. ¿Te parece que Daniel no saca eso?”, afirma detrás de una pregunta fingida un dirigente que habita el ecosistema K y menciona los acuerdos que el sciolismo teje, en silencio, en las provincias: Gustavo Saadi en Catamarca, Rubén Rivarola en Jujuy, Domingo Peppo y los Martínez en Chaco. La red de aliados que confeccione Scioli, cuyo músculo electoral recién se medirá el 13 de agosto, podrá servir como GPS para localizar al peronismo no K (o anti K). Este sábado Scioli se mostró, además, con Mayra Arenas, una dirigente social que se menciona como candidata a diputada por la provincia de Buenos Aires.

Figuras de matriz cristinista, como Teresa García, le reprocharon a Scioli un comentario sobre Patricia Bullrich, un elogio que dio lugar a las críticas. Experto en ese juego, cuesta creer una impericia tal de parte del embajador. ¿A quién interpela cuando se muestra amigable con Bullrich, la única dirigente -junto a Javier Milei- que no repudió el intento de asesinado de la vicepresidenta? Si fue un error, pudo ser celebrado en el búnker de Horacio Rodríguez Larreta. Sino fue un error, también.

Para extender ese esquema, un delegado sciolista contactó días atrás a la diputada Natalia De la Sota. Fue el primer sondeo directo a pesar de que esa música suena hace tiempo. En diciembre, quien habló con la hija del histórico exgobernador, fue Sergio Massa que la invitó a escuchar un informe del consultor catalán Antoni Gutiérrez Rubí sobre un estudio de opinión pública sobre el peronismo y, en ese segmento, el impacto y valor de la marca De la Sota. La diputada, que en un momento sonó como vice de Martín Llaryora, se desmarcó con un eufemismo de la oferta que le hizo llegar Scioli. “Mi prioridad es trabajar para el 25 de junio”. Ese día, el peronismo arriesga dos décadas y media de control de la provincia. La noche previa, es el cierre de listas. La joven De la Sota espeja la conducta de Juan Schiaretti: concibe la política solo en la dimensión cordobesa. El gobernador se dio por pagado con la hipótesis de una alianza con Rodríguez Larreta que intoxicó la interna de JxC y desacomodó a Luis Juez. Ese era su propósito: en ese trámite, fulminó al PJ federal, que derivó en la deserción de Juan Manuel Urtubey, y no tendrá candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires.

Pago chico

En Santa Cruz, Cristina ejerció el mecenazgo de varios candidatos con el objetivo de que el peronismo pueda retener ese territorio que es el kilómetro cero, y puede llegar a ser el refugio último, del kirchnerismo. De rebote, ese póker puede impactar en la ecuación K para la Nación: Alicia Kirchner desiste de la reelección y entra en la ruleta como potencial vice si el candidato no fuese un K puro, o como legisladora al Parlasur, un lugar chiquito para premiar lealtades -en 2015, ahí fue Rossi- pero útil para que el apellido Kirchner aparezca en las listas de Unión por la Patria (UP). Además de la papeleta de la fórmula presidencial, el único tramo que está en los más de 100 mil cuartos oscuros de todo el país, es la de Parlasur distrito único.

Sketch o no, un episodio que registró un móvil televisivo durante el acto del 25 de mayo pasado, le da entidad a minucias como la de que aparezca un Kirchner. Fue aquel joven que se enteró al aire que Cristina no sería candidata y cuando le preguntaron a quién votaría, entonces, dijo que lo haría por Milei. Un dato que aparece en todas las mediciones refleja que libertario primero se amesetó y ahora empezó a caer en las encuestas.

Otro dato apunta a que hay un voto a Cristina que necesita algún elemento simple y visible para saber donde juega la vice. Es una adhesión individual, personalísima, en algún punto intransferible. En 2019 lo subsanó al ser vice. ¿Ahora el apellido lo aportará Alicia? Si no va a la boleta nacional, será senadora por Santa Cruz mientras se termina de definir el esquema sureño con Pablo Grasso, el intendente de Río Gallegos, su par de Calafate Javier Belloni y Fernando Cotillo, de Caleta Olivia. Grasso aparece, en las encuestas que circula el PJ, mejor posicionado ecuación que puede variar si Pablo González, presidente de YPF, entra a jugar por la gobernación.

PI