La paradoja mayor del voto electrónico que se usará, el 13-A, en las PASO para cargos locales en CABA, en las llamadas elecciones concurrentes, es que no podrá desplegar la que aparece como una de principales virtudes: la velocidad del escrutinio.
Aunque la inmediatez para saber el resultado electoral es invocado como uno de los encantos del sistema, esta vez no se observará porque el protocolo de una elección -en la que los cargos nacionales es por boleta papel- dispone que el conteo electrónico se haga después de realizado el escrutinio nacional.
Esa es una de las complejidades operativas que acarrea la elección mixta porteña, que combina boleta electrónica y boleta papel, dos lugares de votación y dos urnas diferentes. Por esto último, se tratará de dos escrutinios separados y autónomos uno del otro. Según resolvió la Justicia electoral Federal, primero se contarán las boletas de los cargos nacionales –presidente, parlasurianos, diputados- y una vez terminado ese trámite, se hará al conteo de los cargos de CABA.
Puede, por eso, ocurrir una extrañeza: que el resultado de la elección de jefe de gobierno y el resto de las candidaturas porteñas, a pesar de usarse un sistema electoral que entre sus encantos incluye la velocidad, sea de los últimos que se conozcan el domingo 13 de agosto.
Mamuskcha
El origen de todo es político: Horacio Rodríguez Larreta resolvió un intríngulis político, de disputa interna, por una vía instrumental. Para garantizarle “igualdad de condiciones” a Martín Lousteau en la pelea de JxC con Jorge Macri, el jefe de gobierno activó la variante de la elección concurrente y, para evitar que Macri tenga dos boletas presidenciales y Lousteau solo una, convocó el mismo día pero con formatos diferentes: la nacional con boleta papel y la porteña con urna electrónica.
Se desanudan, a partir de ahí, varias dificultades. A la del escrutinio tardío, se le agrega otro más palpable: que la votación sea más lenta, porque en realidad se trata de una doble votación porque cada elector emite dos sufragios de manera continuada.
El doble formato deriva en una mamuskcha de cuartos oscuro. Como la urna electrónica debe estar a la vista de las autoridades de mesa para evitar que la rompan o la alteren electrónicamente y el sistema de boletas papel requiere que el elector esté en un lugar “ciego” para que no se vea qué boleta agarra, habrá un cuarto oscuro en el que habrá un cuarto oscuro más pequeño, formado por un biombo de cartón adentro del cual están las boletas de papel.
La ruta del votante porteño, los que concurran del padrón de 2,5 millones de electores, deberán votar dos veces en continuado: en la mesa de votación le darán el sobre para sufragar cargos nacionales, que deberá hacerlo en el biombo, tras lo cual introducirá el sobre en una urna. Hecho eso, se le entregará la papelera para insertar en la urna electrónica, que luego deberá poner en otra urna.
Ese doble trámite es el que, especulan en la Justicia, podría demorar la votación. Sobre todo porque el sistema electrónico se usó por última vez en el 2015, hace ocho años, lo que puede hacer que algunos electores tengan problemas con el uso. Por esa razón, el gobierno porteño puso en marcha una capacitación y distintos métodos para “ensayar” el uso de la urna electrónica.
El gobierno porteño lanzó una campaña para convocar a que concurran temprano a votar. En la Justicia, aunque confían no habrá grandes demoras, contemplan la posibilidad de extender el horario de votación en caso que se ralentice el proceso electoral. “Nadie se va a quedar sin votar”, explican en el juzgado de María Servini de Cubría.
Para eso, en paralelo, fue esencial el proceso de capacitación de las autoridades de mesa. Son necesarias casi 8 mil personas para estar al frente de las mesas de votación donde habrá, como se explicó, dos urnas: una para el voto papel y otra donde se pondrán la “papeleta” de la urna electrónica.
PI