La muerte y la violencia tiñeron las horas previas a la elección primaria de este domingo, en la que los principales referentes de la política disputarán las candidaturas para las elecciones presidenciales. El homicidio de una niña de 11 años por parte de motochorros en la localidad de Lanús, en el sur del Gran Buenos Aires. La represión con balas de goma y palos a usuarios del tren Roca luego del ataque a la terminal de Plaza Constitución por el corte del servicio. La muerte del militante y fotoperiodista Facundo Molares, en el marco de un operativo de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires contra manifestantes de izquierda que llamaban a no ir a votar. Tres escenas que expusieron la escalada de un clima violento y denso enmarcado en una crisis social y económica que parece un tic tac.
Detrás de cada uno de estos tres episodios mediatizados en las últimas horas quedan también expuestos los precandidatos de los principales espacios políticos: el intendente y responsables de la policía comunal de Lanús, Néstor Grindetti (Juntos por el Cambio), aliado de Patricia Bullrich, exministra de Seguridad; en la provincia de Buenos Aires, el gobernador Axel Kicillof (Frente de Todos), responsable de la Policía Bonaerense; en el Obelisco, donde colapsó Molares, el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y su precandidato en territorio bonaerense y exministro de Seguridad porteño, Diego Santilli; en el marco económico-social y descontento con la clase política, el ministro de Economía, Sergio Massa (Frente de Todos).
Cuando parecía que la suba del dólar, la devaluación encubierta de las últimas semanas y la crisis económica monopolizaban la recta final hacia las PASO del domingo, escaló otro factor, uno que parece venir comprimiéndose en una olla que tiene mucho de popular, que está en la calle, y en las instituciones cuando estalla. En los tres casos mediatizados también hay otro eje en común: la policía, sea federal, bonaerense o porteña.
“Estábamos acá convocando a todo el pueblo, que está peleado con toda esta mierda de democracia, que el domingo no va a votar, para decirle que no confiamos en ninguno de estos ratos que nos gobiernan”, afirmó ante las cámaras uno de los referentes de la campaña “Cienfuegos contra la farsa electoral”, acto en el que se encontraba el militante y fotoperiodista Molares cuando fue reducido por la policía porteña este jueves por la tarde en el Obelisco y se descompensó, boca abajo, con la policía esposándolo, en circunstancias que aún deben ser aclaradas. Falleció en el Hospital Ramos Mejía porque no pudieron reanimarlo. Los videos que registraron su arresto ya lo mostraban semiinconsciente y morado. La policía no pudo realizarle RCP de manera inmediata, situación que, todavía, tampoco tiene explicación oficial.
“Hay que tener una decisión y llevarla adelante sin miedo al costo”, dijo Bullrich sobre los piquetes y cortes, aunque los manifestantes en el Obeliscos no estaban cortando el tránsito, según aseguraron a los medios. La precandidata lo dijo en una entrevista radial poco antes de que se confirmara la muerte del militante de izquierda. “Hay que dar vuelta esta cultura y animarse. Yo siempre tuve el coraje de hacer las cosas con decisión”, aseguró Bullrich, luego de que la policía a cargo de su rival en las PASO quedará en la mira por la muerte de Molares.
La izquierda se movilizaba este jueves por la noche en protesta por la muerte del manifestante.
Hubo otro incidente violento este jueves que llevó a un funcionario de Alberto Fernández a publicar en la red social Twitter lo siguiente: “Rarísimo un corte de vías para pedir una reunión con un ministro. Más raro aún que haya pasajeros del Roca con gomeras y capuchas”; “la ministra de Trabajo (Raquel Olmos) manifestó la disposición de atender a los trabajadores, pero así y todo no levantan el corte. ¿Hay elecciones el domingo?”, dijo Diego Giuliano, ministro de Transporte de la Nación.
Unos 70 trabajadores de seguridad privada tercerizados del Ferrocarril Roca, que conecta la Ciudad de Buenos Aires con el sur del Gran Buenos Aires, cortaron las vías a la altura de la estación Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.
La interrupción del servicio provocó la reacción de algunos usuarios. Hubo piedrazos y palazos contra una de las entradas de la estación Plaza Constitución y contra la Policía Federal Argentina (PFA), que depende del ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, e intentaron romper la reja para ingresar a la terminal, informaron agencias de noticias. Hubo cortes, corridas, hidrante y balas de goma. Un policía federal quedó filmado mientras repartía reiterados palazos a un pasajero en el hall central de la estación. El hombre fue herido en la cabeza.
Luego de casi tres horas de paro y de que el juez federal de Quilmes, Luis Armella, ordenara el desalojo de las vías a la Policía Federal, los trabajadores de la empresa MCM levantaron la protesta. Se fueron con una promesa de reunión con autoridades para poder reclamar su pase a planta permanente de Trenes Argentinos.
Poco después de las 17.30, los incidentes en Constitución se despejaron con la reanudación del servicio de trenes, y la tensión se trasladó al Obelisco.
El robo a niños y niñas, un dato nuevo
El miércoles por la mañana, Morena Domínguez, 11 años, caminaba rumbo al colegio en el barrio Villa Diamante, de Lanús, cuando fue sorprendida por motochorros para robarle el celular. Se descompensó en la vía pública mientras la asistía un vecino. Murió por un “fuerte golpe en el área adbominal” -un riñón e hígado- que le provocó una hemorragia interna. Luego de que los medios anunciaran que los motochorros eran menores de edad y expusieran los rostros de chicos de 14 arrestados por la Bonaerense -que depende del ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni-, se determinó que los responsables directos serían dos mayores. Están arrestados y se negaron a declarar.
Este jueves la niña fue despedida por sus familiares y seres queridos, quienes el miércoles por la tarde protagonizaron otro hecho de tensión, intentando ingresar a la comisaría donde estaban detenidos los sospechosos.
Angela Oyhandy es la directora del Observatorio de Políticas de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, que depende de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Es socióloga, docente e investigadora. “En general, las estadísticas consolidadas que tenemos, que son de 2022, no registran aumentos en cuanto a robos y violencia interpersonal en los últimos años. Que se mantengan en los mismos niveles, igualmente, es un dato importante porque el nivel de robo histórico de los últimos 25 años en las principales ciudades de Argentina es alto”, aseguró la experta a elDiarioAR. Sin embargo, la investigadora advierte que hay un subregistro porque las víctimas de los robos no denuncian todos los hechos.
¿Hay robos más violentos? “Pregunta difícil de responder desde los datos y la investigación. Desde hace dos décadas registramos en las crónicas periodísticas y en las investigaciones hechos muy graves y crueles. La narrativa que instaló desde 1997 tiene un relato que se repite desde entonces: ya se cruzó un límite, ya los ladrones no tienen código, no son como antes”. Sí, aclara, hay un dato relativamente nuevo y preocupante para Oyhandy, que no se veía hace 25 años: el robo a niños.
Violencia
Se podría hablar de encuestas, pero la violencia no está medida como una variable. Tal vez una de las categorías más cercanas es la que reflejó la encuesta de la Universidad de San Andrés: “delincuencia, robos e inseguridad”, segunda preocupación (38%) de los entrevistados en julio último. La encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública se basó en 1.003 entrevistas, entre el 12 y el 21 de julio, entre adultos de 18 años en adelante, conectados a internet, en distintos puntos del país. La tercera preocupación es la corrupción (35%).
¿Cuál es la primera preocupación? Tampoco nada nuevo: la inflación (50%). En términos generales, además, la percepción negativa del país supera al 40% y el 77% de los encuestados opina que la situación nacional está peor que hace un año.
La violencia no es una preocupación en sí misma sino a través de la amenaza del delito, pero es una variable permanente y a la que no han sido ajenos los propios precandidatos. Tampoco es una preocupación central la violencia institucional.
“No tengo dudas de que la escala de los discursos de odio, de represión, de violencia que se han esgrimido en la campaña, donde directamente hay candidatos y candidatas que ofrecen represión, impregnan a las fuerzas de seguridad. No explican todo pero si es muy notable la legitimación de la violencia como una manera de resolver los conflictos. Son bajadas de línea muy fuertes”, aseguró Oyhandy.
Desigualdad, siempre de fondo
“Sí hemos tomado nota de los niveles de inseguridad, de miedo a circular, a salir, a transitar con los que hemos convivido en las últimas dos décadas en las grandes ciudades de la provincia y la ciudad de Buenos Aires. Esta inseguridad y este miedo se sufre de manera particularmente acuciante en los barrios más populares”, aseguró Oyhandy.
“La cotidianidad de los robos, de los arrebatos, de la presencia de motochorros y los problemas de violencia e inseguridad cotidianas se da más en los barrios más vulnerables porque están más desprotegidos por las políticas de seguridad: la videovigilancia, las cámaras de seguridad, la iluminación, los patrullajes se distribuyen desigualmente. Hay mayor desprotección y mayor exposición a los riesgos más severos”, afirmó la experta.
¿Es sólo económico lo que se cocina cuando estalla la violencia? “No, no, en Argentina hemos tenido momentos de prosperidad, con descenso de las tasas de desempleo y de pobreza, como en 2014, y sin embargo, ese año, aumentaron mucho los delitos contra la propiedad, entre otros, porque, sobre todo, el robo está más asociado a la desigualdad y a la circulación de bienes muy caros y a la posibilidad de tener marcados circuitos de venta ilegal”, afirmó la directora del Observatorio de Políticas de Seguridad de la provincia de Buenos Aires.
“El robo violento de celulares -agregó Oyhandy- está asociado a circuitos en los que se venden rápidamente para convertirlos en dinero, y en muchos casos, son cometidos por personas con problemas de adicción, que necesitan ese dinero para el consumo. Hay mucha hipocresía y no se habla de esta problemática: hay un conjunto de políticas públicas y de intervención en los mercados a tomar. El robo de vehículos para la venta de autopartes, por ejemplo, es un delito que se logró reducir fuertemente tomando medidas, interviniendo. Sin embargo, no se toman con el mercado de celulares robados”.
ED