La gira no cuenta con un único objetivo. Se trata de una mamushka de agendas individuales y colectivas, todas funcionales al PRO. Y por default, se supone, también beneficiosas para Juntos por el Cambio. Si bien María Eugenia Vidal es una de las pocas figuras amarillas con un alto nivel de conocimiento nacional, el tour federal apunta a sostener la buena estrella de la gobernadora. La imagen de la actual diputada nacional quedó opacada tras su paso por la gestión bonaerense y por el desgaste internista que sufrió dentro de la coalición opositora.
El itinerario vidalista fue diseñado por el diputado Cristian Ritondo, quien a su vez integra la red de armadores larreteanos rumbo al 2023. Ritondo comparte esa mesa con el diputado Diego Santilli y con el ex intendente de Vicente López y actual ministro de Gobierno porteño Jorge Macri. Ritondo , además, fue el ministro de Seguridad de Vidal.
El año pasado, “Mariu” pagó un costo por mudarse electoralmente a CABA. Sobre todo porque lo hizo sin superar la meta de los 50 puntos en las legislativas. Patricia Bullrich se opuso desde un principio a esa maniobra. Y apenas se conocieron los (módicos) resultados de las elecciones porteñas, la exministra de Seguridad les pasó facturas atragantadas a Vidal y a Horacio Rodríguez Larreta. En el camino de las PASO a las generales, Vidal tuvo que endurecer el tono proselitista. Metamorfoseó de paloma a halcón amarillo.
Superado ese trance, la golpeó un escándalo inesperado: la difusión del video sobre la Gestapo-gate, en el que el exministro de Trabajo de Vidal blanqueaba una de sus fantasías ideológicas. ¿Cuál? La de contar con “una Gestapo” para terminar con los sindicalistas.
Al margen de esa expresión de deseos del exfuncionario vidalista Marcelo Villegas, hecha en 2017 y registrada de forma clandestina, lo cierto es que Vidal fue víctima de espionaje ilegal. La diputada se presentó como querellante en la causa que investiga ese delito en Lomas de Zamora. Pero la exgobernadora siempre evitó señalar a los responsables políticos de esas maniobras.
Los desmanejos de la AFI amarilla representan una caja de Pandora incómoda para Juntos por el Cambio. Y en especial para el PRO. Ningún dirigente macrista muestra demasiado interés en explorar qué pasó en ese sótano entre 2015 y 2019.
Ya en funciones como diputada, Vidal pretende dejar atrás esos traspiés. La exgobernadora llegó este lunes a Puerto Madryn. Ahí la esperaba el senador nacional macrista Ignacio Torres, para reunirse con representantes del sector turístico y pesquero de la ciudad chubutense. Ganador de las legislativas en su provincia, Torres pretende pelear por la gobernación el año próximo.
Vidal también recorrió la planta de Aluar junto a directivos de la empresa. En la ciudad de Camarones visitó una escuela, en la que se planea concretar una actividad vinculada a un proyecto de ley presentado por la propia Vidal.
En línea con una política impulsada por el gobierno porteño para los alumnos del último año de la secundaria, que generó una fuerte resistencia gremial, Vidal presentó una iniciativa llamada “Prácticas educativas obligatorias en el ámbito laboral”. El proyecto busca crear un régimen de pasantías para estudiantes.
El martes, la diputada recorrerá Comodoro Rivadavia. Se encontrará con empresarios de empresas hidrocarburíferas. “No es momento de lanzar ningúna candidatura. La gira es para estar en contacto con la realidad y levantarles la mano a algunos precandidatos”, afirman cerca de la diputada. El futuro electoral de Vidal es una incógnita. Ella misma aseguró que su destino podría alternar entre la postulación por la presidencia nacional, la alcaldía porteña o la nada.
En marzo, el fixture que administra Vidal junto a Ritondo ubicará a la diputada en Tierra del Fuego. Ahí, “Mariu” pretende llevar una serie de proyectos vinculados al desarrollo tecnológico.
AF