El juez federal Alejandro Sánchez Freyres lo estaba esperando. Ya sabía que Darío Ramón Cáceres, uno de los dos líderes de La Fiel, la barra brava del Club Atlético Talleres de Córdoba llegaría la mañana del miércoles 23 de marzo a entregarse. El fiscal federal Enrique Senestrari lo acusó de ser uno de los jefes de una banda de narcotraficantes que trajo a Córdoba desde Corrientes, un cargamento de 1.431 kilos de marihuana distribuida en 1.761 panes.
Cáceres tenía pedido de captura nacional desde el 17 de febrero pasado, hace poco más de un mes. Pese a que era buscado en el país, el líder de La Fiel no fue detenido cuando ingresó a Argentina desde Brasil por Paso de los Libres, la mañana del jueves 17 de marzo.
Cuatro días después, el lunes 21 cerca del mediodía, su defensor, el penalista Diego Casado avisó al Juzgado Federal N° 2 de Córdoba, que su cliente estaba en camino para entregarse. Inexplicablemente, le respondieron que estaban sobre el cierre de la jornada, dando a entender que no podían recibirlo. Al día siguiente, Cáceres se levantó con una indisposición por estrés que lo mantuvo descompuesto durante casi todo el día: a la noche disfrutó por tevé de la victoria de Talleres frente a Godoy Cruz por 2 a 1, con goles de Juan Ignacio Méndez y Diego Valoyes. Fue su última alegría antes de presentarse a la Justicia y quedar detenido.
La mañana del viernes 18 de febrero pasado, mientras Cáceres vacacionaba con su familia en el balneario brasileño de Arraial do Cabo; a 2.952 kilómetros de distancia, en la zona este de la ciudad de Córdoba, medio centenar de agentes de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal Argentina (PFA) bajo el mando del comisario Marcelo Simionatto detuvieron a 16 cordobeses y correntinos y secuestraron el mayor cargamento de marihuana desde 2017. Entre los detenidos había varios conocidos de Darío Cáceres: su amigo Sergio “Tomatón” Busso, uno de los cuadros medios de La Fiel; Carlos “Gusano” Páez y Juan Ignacio La Costa, conocido como “El Rengo”, debido a que en un accidente vial hace más de una década, perdió una de sus piernas. Hace un año, en plena pandemia, Páez y La Costa, se sumaron a la hinchada de Talleres, pero no tienen peso en esta estructura de 5.000 barras.
“Vengo a ponerme a disposición de la Justicia, no soy un delincuente. Soy un hincha de fútbol, la vida me puso al frente de la hinchada más importante de Córdoba. Yo no puedo hacerme cargo de lo que hacen los hinchas afuera de la cancha, apenas puedo tratar de contener a los hinchas dentro de un estadio ¿Por qué me acusan? Porque soy uno de los líderes de La Fiel y creen que todo lo que hacen los hinchas de Talleres es responsabilidad mía”, le dijo Cáceres a elDiarioAR antes de presentarse a declarar en el Juzgado Federal N° 2 de Córdoba, acompañado de su defensor Diego Casado y de su esposa Paula. Luego de declarar durante poco más de dos horas, el jefe de la facción más importante de la barra brava de Talleres de Córdoba, quedó detenido en la alcaidía de Tribunales Federales. Posteriormente fue trasladado al complejo carcelario de Bouwer, una pequeña localidad ubicada al sur de esta Capital.
Armas y narcos
A mediados de 2021, el fiscal federal Enrique Senestrari inició una investigación por la venta ilegal de armas, entre ellas, una de las 70 pistolas calibre 9 milímetros robadas a la Policía de Córdoba en mayo de 2015. Las armas las robó una banda ligada a Raúl Cuello, un narcotraficante de la zona sur capitalina conocido como “Tuerto Cacho”. Por este tráfico ilegal de armas, en los tramos finales de 2021 Senestrari detuvo a dos empleados municipales de la zona sur pero en el medio de la investigación, las escuchas telefónicas revelaron que otra banda ligada a los dos detenidos estaba por comprar un millonario cargamento de marihuana.
Así, en octubre del año pasado, el fiscal federal Senestrari comenzó a investigar a estos cordobeses que estaban interesados en comprar un cargamento de marihuana a un grupo de correntinos.
Y en el rompecabezas armado a base de escuchas telefónicas y seguimientos, aparecieron fichas ya conocidas por la Justicia y la Policía: Juan Ignacio La Costa, conocido como “El Rengo” o “Rambo” ya había estado preso por balear a un nene de 9 años en un tiroteo en barrio Yapeyú en agosto de 2015. Esa vez, se entregó días después del ataque y lo acusaron de lesiones graves. Mientras que en junio de 2012, Sergio “Tomatón” Busso persiguió y mató a un ladrón que le había robado en su almacén de barrio José Ignacio Díaz. La Justicia consideró que actuó en legítima defensa y quedó libre. Ocho meses después, en febrero de 2013, Busso llega a una vivienda de barrio Cooperativa Los Andes justo cuando amigos suyos comienzan una balacera. Los disparos matan a un hombre y a “Tomatón” lo condenan en febrero de 2016 a 10 años de prisión por ser partícipe secundario del delito de homicidio calificado. Busso había llegado preso al juicio, pero no por el crimen, sino por varias denuncias de violencia de género.
Mauro “Tuerto” Peralta, un hincha de Belgrano, de los que más habló por teléfono contando detalles de la operación para comprar la marihuana a los correntinos, tiene dos condenas: en 2014 fue sentenciados a nueve meses de prisión por el delito de robo reiterado; mientras que en 2016 lo condenaron a tres años de prisión efectiva por tenencia de arma de guerra y partícipe secundario de robo calificado de vehículo dejado en la vía pública.
Otra pieza del rompecabezas que armó Senestrari en base a los informes de los agentes federales, es Darío Cáceres, a quien acusó de ser uno de los compradores del cargamento de marihuana. El jefe de La Fiel también tiene antecedentes: ya había estado preso entre diciembre de 2013 y abril de 2014, acusado de haber participado de la patota de barrabravas que asesinó a Jonathan Villegas en un parador de Villa Carlos Paz. Finalmente la Justicia determinó que no había intervenido en la muerte de Villegas.
“No hay ni una sola escucha de mi cliente. Lo acusan por ser el jefe de La Fiel. Mi defendido Darío Cáceres se presentó ante el Juzgado Federal N° 2 del doctor Alejandro Sánchez Freytes y declaró durante aproximadamente dos horas y media, pero además respondió todas las preguntas que le realizaron tanto desde la Fiscalía, como del Juzgado o de parte de esta defensa; porque quién nada debe, nada teme”, señaló el defensor Casado, luego de la declaración de Cáceres.
El abogado pidió “a los periodistas que se inmiscuyan un poquito más en las causas y que vean que los elementos probatorios existentes en la presente investigación no alcanzan para culparlo de los graves delitos que recaen sobre la humanidad de Cáceres. Sostengo y creo que estoy defendiendo, más allá de las garantías constitucionales a un inocente en todas sus aristas”.
Dentro de la cancha, todo
Según reconstruyó su defensor, Darío Cáceres sostuvo en sede judicial ante la secretaria penal del Juzgado, Josefina González y ante los instructores del Juzgado y de Fiscalía, lo mismo que le dijo minutos antes de entregarse a elDiarioAR: “Negó los hechos por los que se lo acusa, reconoció que tiene una relación de amistad de adolescentes con Busso, porque se criaron juntos en el barrio José Ignacio Díaz y después esa amistad se extendió a la cancha, ya que ambos son hinchas de Talleres. Sabe que Busso tiene una fiambrería y almacén. Sobre ”Gusi“ Páez dijo que lo conoce desde hace un año, aproximadamente, desde que se sumó a la barra de Talleres y consultado sobre si sabe a qué se dedica, dijo que tiene una rotisería. Y sobre Peralta declaró que sabe que tiene un negocio de ropa”.
Casado detalló que Cáceres “declaró que salió de Córdoba el 9 de febrero, que el 10 llegó a Brasil, más precisamente a Florianópolis y en su estancia allá, con su familia y una amiguita de su hija, luego se dirigió al norte hasta Arraial do Cabo. También declaró que el día del operativo se encontraba a 3.500 kilómetros de distancia, y luego se enteró por las noticias de lo que había ocurrido y que lo señalaban a él como parte de la organización. Acá hay un error de interpretación, mi defendido dirige la hinchada de uno de los clubes más importantes de Córdoba. El 7 de febrero se jugó el clásico entre Talleres y Belgrano; el domingo 6 en la comuna de San Roque, La Fiel organizó una fiesta para 300 hinchas donde tocó el cantante Diego Olmos. En su declaración, Darío Cáceres contó que ‘la hinchada es un embudo de problemas, como una familia; donde conviven abogados, traficantes, delincuentes, gente trabajadora. Yo no controlo las actividades privadas de cada hincha; a la cancha va toda clase de gente. Hace 20 años que manejo la hinchada, me ocupo de lo que pasa dentro de la cancha, no fuera; no puedo saber lo que hacen 10 mil personas antes o después de un partido o cuando no hay partidos’. Mi defendido también se explayó sobre las actividades de la barra, referidas al reparto de entradas, al estacionamiento, a la responsabilidad en el traslado de las banderas y bombos, los trapos. Y en esas actividades propias de la barra, hay que contener a los hinchas, hay que contentarlos, porque son como una familia, hay reproches, hay enojos, hay malos entendidos. Por eso, para limar asperezas se realizó esa fiesta el día antes del clásico. Y los investigadores tomaron fotos de Facebook de esa fiesta y eligieron tres, cuatro, cinco, para armar una causa judicial contra Darío Cáceres, porque en algunas fotos sale con gente investigada por el delito de narcotráfico ¿por qué no sumaron las otras 300 fotos que se tomaron en ese asado? Ese es el nivel de investigadores que tenemos”.
En su declaración de más de dos horas, Cáceres aportó algunos datos sobre los movimientos financieros de la barra: admitió que participan de la reventa de entradas y que las autoridades del club están al tanto de ese comercio; también contó que la barra se queda con el cobro del estacionamiento cuando Talleres juega de local en el estadio Kempes; y que “las ganancias que nos quedan por colectivo, dependen de la importancia del rival; podemos quedarnos con una ganancia de $ 20 mil o $ 30 mil por colectivo en la mayoría de los partidos; pero si enfrentamos a Boca o River, les ganamos unos $ 300 mil por colectivo”. Y contó, además que en la final por la Copa Argentina que disputó el Club Atlético Talleres con Boca Juniors en Santiago del Estero el 8 de diciembre del año pasado, La Fiel fletó entre 25 y 30 ómnibus desde Córdoba.
Pese a que en los cinco meses de investigación, Darío Cáceres no aparece hablando en ninguna escucha telefónica, los otros imputados sí lo citan varias veces. Casado señaló que “con Busso hay algunas conversaciones días antes del operativo de la Policía Federal para que mi defendido le acerque contenedores hasta barrio Alta Córdoba, porque los necesitaba para retirar escombros de una obra”.
Ante los funcionarios de la Justicia federal, el jefe de La Fiel aseguró que lo culpan precisamente por su condición de líder de la barra: “Hubo un caso de un chico asesinado en Villa Carlos Paz y mi cliente declaró que ese día él se encontraba en Buenos Aires, pero igualmente lo imputaron por ese hecho, porque había hinchas de Talleres involucrados”, explicó Casado.
El defensor también le contó a elDiarioAR que “Darío Cáceres salió por Paso de los Libres y regresó al país por el mismo lugar. Cuando esta defensa se notificó que tenía pedido de captura por parte del Juzgado Federal N° 2, solicitamos la exención de prisión y Cáceres regresó al país en cuanto pudo. Su esposa y su hija mayor regresaron antes porque debían presentarse a trabajar”.
¿Filtraciones?
El operativo que terminó con 16 presos y Cáceres entregándose un mes después, presentó algunos claroscuros. El abogado Casado, habló de “filtraciones a la prensa”; pero además, uno de los prófugos, que circulaba en una Renault Kangoo al ver los retenes policiales detuvo su marcha, se bajó del vehículo y comenzó a correr a campo traviesa: a 40 días del operativo aún no fue detenido.
Otra circunstancia que llamó la atención en los pasillos de Tribunales Federales de Córdoba es que en el caso de los sospechosos Sergio “Tomatón” Busso y Carlos “Gusano” Páez fueron detenidos mientras circulaban por la vieja Ruta 9 Sur en un automóvil VW Vento cuando iban a buscar la porción de cargamento de marihuana que le correspondía. Lo mismo sucedió con Mauro “Tuerto” Peralta y Rita “Pato” Cabral, que se movilizaban en un Honda Civic para ir a buscar su parte: ¿Por qué la Policía Federal no los dejó llegar al galpón donde estaba almacenada la droga y los detuvo antes?, es la pregunta que circula en ámbitos federales.
Otra falla que aparece es que Darío Cáceres tenía pedido de captura nacional y no fue apresado ni bien ingresó al país por Paso de los Libres la mañana del jueves 17 de marzo. ¿Las oficinas de Migraciones no estaban anoticiadas de la orden de captura?
Durante las cinco semanas que transcurrieron desde el operativo de los agentes federales en barrio Ituzaingó, los estados de ánimos de los detenidos hicieron que ya comenzaran las internas:
-Sergio “Tomatón” Busso debe responder por tres años de prisión que aún le restan por una condena por homicidio, a eso se le suma una causa por violencia de género. Busso sabe que la condena por este cargamento de marihuana, sumadas a las dos causas anteriores puede dejarlo en prisión más de 10 años.
-Juan Ignacio “Rengo” La Costa pidió prisión domiciliaria por su estado de salud. La única pierna que le queda corre riesgo de infección. Está muy complicado por su participación en la operación. Quiere que Busso se haga cargo de toda la responsabilidad.
-Mauro “Tuerto” Peralta está deprimido. Los seguimientos y las escuchas lo ubican como un organizador. Ya le avisó a su esposa que no soportará una condena.
-Rita “Pato” Cabral no se comunica con nadie; está en la cárcel para mujeres en el mismo complejo de Bouwer. Entre los hombres la acusan de ser la verdadera compradora de la marihuana.
-Darío Cáceres está en el área de enfermería de Bouwer por protocolo Covid-19. Recién en diez días será trasladado a un pabellón común.
GM