Cómo funciona el sistema que pondrán en marcha la Argentina y Brasil para reactivar el comercio, en pesos y reales

Sorprende cierta incomprensión respecto de lo que buscan en este momento Argentina y Brasil para superar el estancamiento en el comercio bilateral, perjudicado por la estrechez de divisas padecida por el Estado argentino. Con un enojo visible, el ministro de Hacienda Fernando Haddad respondió este jueves por la incontables veces que le han preguntado lo mismo: “No existe moneda única. No existe esa propuesta, por favor, vayan a informarse antes”. Al embajador Daniel Scioli lo interrogaron sobre exactamente lo mismo. Y el diplomático ayer debió reiterar una vez más qué es lo que está en juego.

Scioli, precisamente, venía de reunirse el miércoles con el ministro Haddad, con quien fue perfeccionando los términos de la iniciativa financiera, con el objetivo de firmar el acuerdo el 23 de enero próximo. Ese día el presidente Lula da Silva llegará a Buenos Aires y se reunirá en una bilateral con Alberto Fernández, quien lo recibirá con las honras correspondientes a una visita de Estado. 

El procedimiento que regirá el comercio exterior bilateral se denomina SML, es decir, sistema de pagos en monedas locales, en este caso el peso y el real. Es un mecanismo donde intervienen los respectivos Bancos Centrales, que ofician de administradores de las operaciones. El Banco Central brasileño paga a sus exportadores, que venden bienes al mercado argentino, en reales y su contraparte argentina, el BCRA, abona en pesos a quienes comercian con brasileños. Lo mismo ocurre con los importadores: los argentinos pagan pesos a su entidad financiera por el producto a importar; y los brasileños, a su vez, entregan reales al banco.

El dólar

Pero, en vista de la inestabilidad monetaria argentina ¿dónde está el secreto que hará que este tipo de intercambio sea fructífero para ambos lados? Es aquí donde aparece el dólar: la divisa permite a los bancos centrales fijar, día a día, la paridad entre peso y real. Ese procedimiento sigue a lo largo de seis meses. Al cumplirse los 180 días ambas entidades hacen un balance del intercambio: al que tuvo déficit en el comercio bilateral, le corresponde compensar la diferencia con dólares.

La moneda única tiene un contenido bien diferente y exige un largo tiempo para concretarla. El caso icónico es el del euro, que hoy tiene vigencia en 20 países de la Unión Europea. Para llegar a unificar los distintos medios de pago en una única divisa, fueron precisos largos años: desde 1991 hasta 2002, cuando comenzó a circular. Primero debió firmarse el tratado de Mastrich, que identificó como uno de los objetivos la implementación de la unión monetaria. Un proyecto de esa envergadura presupone, a priori, que cada país cumpla con las metas fiscales que impone el conjunto; lo que desde luego puede llevar años.

Desde luego, a largo plazo y con estabilidad política mediante, sería factible establecer la moneda única del Mercosur. Pero primero se requiere revitalizar un bloque que sufrió todo tipo de situaciones azarosas durante los últimos 4 años. En su momento, tanto Haddad como Lula se refirieron a esa divisa única, precisamente como una propuesta estabilizadora y difícil de quebrantar.

La escasez de reservas de la Argentina exige una respuesta inmediata, y está precisamente en el comercio internacional con moneda local. Significará evitar el pago en divisas en una situación complicada para el gobierno argentino. 

Hay un contexto internacional poco propicio para este año. Los precios de los granos no pasan por su momento de oro, como el año pasado. Y en esto tiene mucho que ver la desaceleración de la economía de China, que presiona hacia abajo los precios de las commodities agrícolas y reduce la cotización del barril de petróleo.