Cuando el 5 de abril de 1818, San Martín y Bernardo O’Higgins triunfaron en la Batalla de Maipú sobre las fuerzas realistas y sellaron “la unidad permanente entre Chile y Argentina” –según su interpretación, noventa años después, de Fray Pedro Subercaseaux Errázuriz en su famoso óleo “El abrazo de Maipú”– quizás no estaba en las perspectivas de los próceres que más de dos siglos después, entre los dos países que comparten la Cordillera de los Andes, habría aún temas de discordia.
Es que pese a los elogios compartidos este lunes entre Alberto Fernández y Gabriel Boric, la primera visita del mandatario chileno que concluyó este martes por la tarde deja una serie de puntos abiertos que llevará aún más tiempo resolver que las 48 horas que el joven presidente chileno estuvo en suelo argentino. Volvió a ver la luz pública la situación de ex guerrillero Sergio Galvarino Apablaza Guerra –refugiado aquí y acusado de asesinato en su país–, escaló el diferendo diplomático que hay por la extensión de la plataforma marítima de Chile, y se trató de zanjar la polémica por el territorio ancentral “wallmapu” de los pueblos mapuches.
El refugio de Apablaza y su pedido de extradición
Acusado por la justicia chilena de haber planificado el asesinato de un senador pinochetista y el secuestro de un empresario en 1991, durante la transición democrática luego de la dictadura de Augusto Pinochet, el caso de Apablaza Guerra fue parte de la conversación privada que tuvieron Fernández y Boric en Casa Rosada. Es “tema de política de Estado”, reconoció el presidente trasandino al hablar ante la prensa, y contó que le transmitió a su par argentino “su preocupación”, esperando que sea “el Poder Judicial quien deba resolver cómo esto evoluciona”.
El caso Apablaza generó polémica ya en 2010, durante el gobierno de Cristina Kirchner, cuando fue reconocido con el status de “refugiado político” por la Comisión Nacional para los Refugiados (Conare), que depende de Naciones Unidas pero que integran varias dependencias del Ejecutivo local. En 2017 –bajo el mandato de Mauricio Macri– su condición fue revocada y el ex integrante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) apeló la decisión en el fuero contencioso administrativo federal, en un tribunal de primera instancia.
Como aún la situación sigue sin resolverse, no puede ser extraditado, por más que en su país se mantiene su pedido de captura internacional, como aclaró hoy en declaraciones periodísticas el abogado de Apablaza, Rodolfo Yanzón: “El estatus de refugiado está vigente. Hasta el día de hoy continúa protegido por las ONU”. Además aseguró que “ni Boric ni Fernández tienen injerencia en el caso”, y acusó al macrismo y a sectores chilenos ligados al pinochetismo de “perseguir” a su defendido.
Este lunes, el propio Boric, como parte de su visita de Estado, se reunió con miembros de la Corte Suprema de Justicia, que ya en 2010 había autorizado la extradición de Apablaza a condición de lo que decidiera la Conare sobre su estatus de refugiado. Fue un encuentro de alto nivel –del que participaron los supremos argentinos Carlos Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda, así como el presidente de la Corte Suprema de Chile, Juan Eduardo Fuentes Belmarse– aunque los temas de conversación, en los lo que podría haberse incluido el caso Apablaza, se mantuvieron en reserva.
La plataforma continental y la Antártida
A punto de conocerse una nueva sentencia en La Haya por su histórica disputa territorial con Bolivia, Boric también dejó abierta –tras su paso por la Argentina– la discusión por la plataforma continental y la soberanía en la Antártida. A contramano del silencio que guardó Fernández durante la conferencia de prensa del lunes, el mandatario chileno admitió que el tema es de los más espinosos en la agenda bilateral. “No tiene sentido esconder que tenemos diferencias en ese punto. Vamos a resolverla por los buenos oficios, y eso y no va a impedir que profundicemos nuestras relaciones culturales”, expresó Boric, pero se desconoce aún cómo continuará el conflicto diplomático.
Lo cierto es que Boric defendió la decisión adoptada por el gobierno de Sebastián Piñera el año pasado, cuando –a través de un decreto– amplió su plataforma continental en los mares australes, superponiendo el territorio argentino reconocido por el Congreso nacional en 2020. La situación derivó en una queja formal de la Cancillería porque “claramente no condice con el Tratado de Paz y Amistad celebrado entre ambos países en 1984”, que selló la disputa por el Canal de Beagle.
En septiembre pasado, el gobierno de Piñera entregó en la ONU la denominada “Carta Náutica N°8”, que establece el mar territorial, la zona económica exclusiva y la plataforma continental jurídica chilena, abarcando un territorio de 210.000 kilómetros cuadrados, en línea con las 200 millas náuticas otorgadas para cada país por la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar). El conflicto, aún abierto, involucra importantes áreas de riqueza natural, como aseguró la posición argentina: “La medida intentada por Chile pretende apropiarse de una parte de la plataforma continental argentina y de una extensa área de los fondos marinos y oceánicos, espacio marítimo que forma parte del Patrimonio Común de la Humanidad”.
“Wallmapu” y mapuches
La cuestión mapuche fue quizás el tema que más cerca estuvo de ser saldado durante la visita de Boric, aunque tanto en la Patagonia chilena como argentina aún hay conflictos abiertos con las comunidades de los pueblos originarios que reclaman su autonomía del Estado.
“No hay confusión, quedó todo aclarado, no hubo ninguna inquietud”, echó por tierra Fernández ante la prensa, al ser consultado por la utilización por parte de funcionarios chilenos del término “wallmapu”, que refiere al ancestral territorio mapuche a ambos lados de la cordillera.
Boric fue más allá para zanjar la polémica abierta por su ministra del Interior, Izkia Siches: “No es un tema que estamos inventando nosotros. Hay un conflicto entre el estado chileno y el pueblo wallmapu. No lo vamos a desconocer. Nosotros iniciamos un camino de diálogo y eso le va a molestar a muchos”, expresó el presidente chileno, ante la mirada seria de Fernández. Y concluyó: “Ninguno de nosotros puso en cuestión la soberanía territorial entre nuestros respectivos países y no tenemos intención de hacerlo”.
MC