No eran Conan, Milton, Murray, Robert y Lucas, los perros –uno fallecido– que atesora Javier Milei, sino el propio Presidente y la mesa chica de su equipo económico: el ministro de Economía, Luis Caputo; el Secretario de Finanzas, Pablo Quirno; el Presidente del Banco Central, Santiago Bausili, y su segundo, Vladimir Werning. Sentado y con anteojos para seguir la lectura de su discurso de 15 páginas que se escribió en letra imprenta mayúscula, el jefe de Estado protagonizó este lunes por la noche una nueva cadena nacional para autoalabar los resultados de su gestión y adular a la sociedad por soportar el ajuste de la motosierra y la licuadora.
Fueron 20 minutos de una hipérbole épica, en un escenario que tuvo poco de épico: la cámara sólo se paseó entre planos generales y cortos apenas contrapicados hacia Milei –cuidando su obsesión por la papada– y algunos otros enfoques a sus funcionarios. “Quiero anunciar algo imposible hace tan poco tres meses”. “Una hazaña de proporciones históricas a nivel mundial”. “Un milagro económico”. “Frente a infinitos diagnósticos ominosos, estamos haciendo posible lo imposible”. “Estos patriotas decidieron poner el pecho, corrieron hacia el fuego para ayudar a sus compatriotas”. “Y hubo un esfuerzo heróico de la mayoría de los argentinos”.
Con esas frases rutilantes Milei habló en el prime time televisivo para no decir nada nuevo: que en los primeros tres meses de gestión el Gobierno consiguió gastar lo mismo que ingresó a las cuentas públicas, es decir que hubo superávit gemelos. Fiel a su estilo de gobernar en campaña permanente –la escuela de su asesor estrella Santiago Caputo–, el Presidente usó el aparato propagandístico del Estado para ratificar el rumbo de su motosierra. En el exacto momento en que hablaba en algunos barrios porteños sonaban cacerolazos.
“Queremos anunciar que el sector público nacional registró un superávit financiero de $275 mil millones. Después de casi 20 años, superávit financiero de 0,2% del PBI durante el primer trimestre”, fue el “anuncio” duro y concreto que hizo Milei en un mensaje que grabó durante la tarde en el salón Blanco de la Casa Rosada. Justo cuando hay un consenso generalizado entre las consultoras privadas de que la inflación llegará este mes a ser de un dígito –luego de picos en los últimos tres meses–, Milei prometió que “este superávit es el punto de partida para terminar con el infierno de la inflación”.
“Quiero anunciar algo imposible hace tan poco tres meses”. “Una hazaña de proporciones históricas a nivel mundial”. “Un milagro económico”. “Frente a infinitos diagnósticos ominosos, estamos haciendo posible lo imposible”. “Estos patriotas decidieron poner el pecho, corrieron hacia el fuego para ayudar a sus compatriotas”. “Y hubo un esfuerzo heróico de la mayoría de los argentinos”.
El Presidente trazó su narrativa al mejor estilo kirchnerista: identificando enemigos para justificar su política de gobierno. Habló de “20 años de populismo” y de una “estrepitosa herencia”, que a su entender le dejó el mandato de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Pero no se quedó ahí nomás: cargó contra el llamado círculo rojo. “Estamos haciendo posible lo imposible, incluso con la mayoría de la política, los sindicatos, el periodismo y buena parte de los actores económicos en contra”.
No se privó de apuntar el dedo acusador hacia el Congreso, pese a que por estos días su jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y su ministro de Interior, Guillermo Francos, están en tratativas extenuantes con los aliados del PRO, la UCR y Hacemos Coalición Federal, más los legisladores que responden a los gobernadores, para que no vuelva a fracasar la ley de Bases en la Cámara de Diputados, donde se plantea una serie de superpoderes para el Presidente. “Contamos con márgenes de maniobra acotados, producto de que el Congreso no nos ha dado todavía a este Gobierno las herramientas con las que todas las administraciones pasadas contaron”, dijo.
El anhelo de La Libertad Avanza es que haya dictamen este miércoles-jueves, para que pueda haber media sanción el lunes-martes de la semana próxima. “El crecimiento económico genuino se verá multiplicado fuertemente en la medida que el Congreso nos acompañe en el programa de reformas estructurales como ser el caso de la ley Bases”, presionó.
Milei dijo que el “milagro económico” se debió a acciones humanas suyas. “Responde a la motosierra y no, como dicen algunos, a la licuación del gasto público”. Dio vuelta la carga de la prueba: a su modo justificó que se haya pateado el pago de deuda, el recorte de las jubilaciones, la obra pública y las transferencias a las provincias.
“No se traslada el coste del ajuste a toda la población”, aseveró. Y sobre la falta de medidas concretas para los adultos mayores defendió que “de los 5 puntos de déficit, sólo 0,4% corresponde a las jubilaciones. El restante al recorte de la política”. También resaltó medidas sociales paliativas que ya quedaron atrasadas por el salto inflacionario del primer trimestre y no detuvieron el reclamo por más asistencia alimentaria en los comedores populares, como la suba en la asignación por hijo o la tarjeta Alimentar o el recien en gateras voucher educativo.
Justificó polémicas medidas con el cierre de organismos y oficinas estatales: “Eran innecesarios y utilizados para perseguir a los que piensan distintos”. Le habló a los gobernadores: “Las transferencias a las provincias es un sistema tóxico”. A la obra pública: “Se redujo el festival de la obra pública con rutas que no conducían a ningún lado”. Evitó referirse al retroceso que el propio Gobierno hizo con el aumento desmedido de las prepagas. O a la crisis que atraviesan las universidades públicas y que este martes realizarán una masiva manifestación hacia Plaza de Mayo.
Así hizo loas al sector privado, luego de haberse encontrado el viernes pasado con los hombres más ricos del país en el lujoso hotel Llao Llao en Bariloche. Y ratificó que la mano estatal será corrida por la mano invisible del mercado. “Nunca va a ocurrir en nuestro gobierno el aumento del gasto”, aseveró una vez. “No esperen la salida de la mano del gasto público”, dijo en otro momento. “La era del supuesto Estado presente ha terminado”, afirmó en un pasaje.
Entonces le habló a los que los rodeaban. Dijo que Caputo es “un patriota” que “decidió poner el pecho”. Usó la metáfora del bombero para elogiar a su equipo económico: “Corrieron hacia el fuego para ayudar a sus compatriotas”.
Y se paseó de la épica a lo místico para dirigirse al público. Soportar el ajuste hasta ahora fue, dijo, “hubo un esfuerzo heróico de la mayoría de los argentinos”. “No hay alternativa más que rendirse a los pies de un pueblo que ha decidido abandonar la esclavitud y emprender el largo camino por el desierto hacia la tierra prometida”. Un tono populista que Milei cerró con una despedida que mixturó una versión gaucha de una frase norteamericana y su latiguillo bíblico de campaña: “Que Dios bendiga a los argentinos y que las fuerzas del cielo nos acompañen”.
MC/JJD