La historia detrás del paso por Córdoba del “comandante Ernesto”, líder del atentado contra Pinochet en 1986
Esta semana se cumplieron 35 años de la Operación Patria Nueva, con la cual el Frente Patriótico Manuel Rodríguez y el Partido Comunista de Chile buscaron terminar con la vida y la dictadura de Pinochet. El jefe del operativo, José Joaquín Valenzuela Levi, aparentemente vivió en Córdoba antes del atentado.
A las tres de la tarde del domingo 7 de septiembre de 1986, hace 35 años, siete hombres y cinco mujeres integrantes de la Unidad 502 del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), una guerrilla organizada por el Partido Comunista de Chile para combatir la dictadura del general Augusto Pinochet, se apostaron en “El Mirador”, en la cuesta “Las Achupallas”, en la zona del Cajón del Maipo, 30 kilómetros al este de Santiago de Chile.
José Joaquín Valenzuela Levi, integrante de esa Unidad 502, había sido encomendado por la Dirección Nacional del FPMR para liderar la Operación Patria Nueva, con la cual sería ajusticiado Pinochet, quienhabía llegado al poder en Chile con un sangriento golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973, que incluyó el bombardeo del Palacio de la Moneda con aviones militares y la trágica muerte del presidente socialista Salvador Allende, y del que este sábado se cumplen 48 años.
Valenzuela Levi, que utilizó, entre otros, los nombres de guerra “comandante Bernardo” y “Ernesto”, contaba con una amplia experiencia militar adquirida en la República Democrática Alemana, Bulgaria, Cuba y Nicaragua.
Tres unidades del FPMR del “Comando 4 de Septiembre”, integradas por 10 mujeres y 15 hombres, entre los que destacaban su jefe “comandante Bernardo” o “Ernesto” y Mauricio Hernández Norambuena, conocido como “comandante Ramiro” -detenido actualmente en una cárcel de alta seguridad de la que ya se había fugado en diciembre de 1996- fueron las encargadas del atentado contra el dictador, un operativo que, de haber resultado exitoso, hubiera cambiado el curso de la historia de Chile.
Exactamente a las 18.32 de ese domingo 7 de septiembre de 1986, “la Unidad 501 cierra el paso a la caravana (presidencial), después de dejar pasar a motociclistas escoltas: el combatiente 'Manuel' cruza audazmente la casa rodante en el camino; la combatiente 'Amalia', con una ráfaga de sub-ametralladora neutraliza al primer vehículo de la escolta; el combatiente 'Esteban' bate con el fuego de su fusil a uno de los motociclistas escoltas, alcanzando a escapar uno, que huye en dirección a Las Vizcachas”;reportó de puño y letra Valenzuela Levi a la Dirección Nacional frentista, cuyo líder era el “comandante Rodrigo”, “chapa” utilizada por Raúl Pellegrin, un comunista que recibió instrucción militar en Cuba y Nicaragua.
En el “Parte Operativo” fechado al día siguiente de la Operación Patria Nueva, “Ernesto” describe en la misma minuta de las 18.32: “La Unidad 502 abre fuego desde posiciones de flanco: el combatiente 'Arturo' impacta el segundo auto escolta con su cohete; el lanzacohetes destinado al tercer auto tiene una falla en el disparador, mientras el cohete destinado al auto del tirano impacta en un vidrio trasero, sin llegar a detonarse. Los otros combatientes apoyan estas acciones con el fuego de sus fusiles y sub-ametralladoras”.
El jefe de la operación contra Pinochet sigue: “La Unidad 503 cierra por detrás, abriendo fuego de fusiles y lanzacohetes. Se destaca el combatiente 'Rafael' quien destruye de un cohetazo el último auto escolta; así como el combatiente 'Samuel' quién lanza una ráfaga de advertencia a una patrulla de carabineros ubicada casualmente en el entronque del camino a Pirque. Los dos carabineros se esconden de inmediato para no salir hasta después de finalizada la operación”.
El parte de “Ernesto” a los seis jefes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez detalla que entre las 18.33 y las 18.39, el jefe de la escolta, capitán del Ejército Juan Mac Lean Vergara, “es alcanzado en una pierna por la explosión de una granada”, los escoltas huyen sin ofrecer resistencia, “el tirano permanece oculto bajo el blindaje de su auto, salvándose gracias a la falla de dos cohetes destinados a sus vehículos. Sin importarle la suerte de los miembros de su escolta, huye despavorido, seguido del tercer auto escolta, en dirección a su guarida de El Melocotón”. Valenzuela Levi también le dedica un párrafo a su camarada “Ramiro”: “Se destaca el jefe de la Unidad 503, quien personalmente descarga un cargador completo de sub-ametralladora sobre el auto del tirano”. A las 18.40 había terminado la Operación Patria Nueva. A las 18.41 se inició la retirada que terminó exactamente a las 19. Y media hora más tarde, Valenzuela Levi informó oralmente a la Dirección Nacional el resultado de la acción: “Si bien el tirano no fue ajusticiado, se demostró su vulnerabilidad, su cobardía y que más temprano que tarde recibirá su merecido castigo”.
En Córdoba
A lo largo de estos 35 años se publicó abundante información sobre Valenzuela Levi, jefe del “Comando 4 de Septiembre”, bautizado así por el día en que la Unidad Popular ganó las presidenciales de 1970, consagrando a Allende como primer presidente socialista.
Incluso, hace diez días se publicó en Chile una segunda reimpresión de la tercera edición de Los Fusileros. Crónica secreta de una guerrilla en Chile, de Juan Cristóbal Peña, donde el autor relata el atentado contra Pinochet, pero además recrea el ambiente de la época en Chile y la vida y muerte puertas adentro de la organización.
La periodista Patricia Verdugo y la abogada y actual diputada comunista Carmen Hertz, en Operación Siglo XX, describen cómo fueron los preparativos del ataque, el tiroteo entre los militantes rodriguistas y la escolta pinochetista, la retirada y principalmente recrea la biografía de Valenzuela Levi, un alumno del exclusivo colegio “Nido de Aguilas” que se convirtió en militante marxista con formación militar en Europa del Este y terminó convirtiéndose en el “comandante Ernesto”. A raíz de la aparición de este libro en 1990, la Operación Patria Nueva se conoció popularmente con el nombre de Operación Siglo XX.
Pedro Lemebel, el reconocido escritor, artista plástico y performer chileno, de militancia comunista y homosexual, dedicó su única novela, Tengo miedo torero, a esta acción que buscaba acabar con el dictador. “Cuando hagan una revolución que incluya a las locas avísame, ahí voy a estar yo en primera fila”, decía La Loca del Frente, el personaje gay de la novela, que vive en un barrio pobre y se enamora de un militante frentista, prestándole su modesta casa para sus actividades clandestinas.
Pero antes de hacerse cargo de la Operación Patria Nueva, Valenzuela Levi aparentemente vivió en Córdoba en la clandestinidad de manera intermitente entre 1985 y 1986, hasta que regresó a su país unos meses antes del operativo, según indicaron varias fuentes a elDiarioAR.
“Un día, puede ser de 1984 o 1985, llegó al estudio un flaco alto, colorado, que vestía un saco marrón y un pantalón al tono. Usaba uno de esos portafolios de cuero, sin manija, se presentó diciendo que era 'Emilio', responsable del Comité Chile Democrático de Córdoba. Yo lo recibí y lo atendí varias veces”, cuenta el abogado Pedro Salazar a elDiarioAR - por seguridad, se cambió el nombre que utilizaba Valenzuela Levi en Córdoba por “Emilio”-.
En la primavera democrática alfonsinista, Salazar, un joven abogado radical que militaba en el Movimiento de Renovación y Cambio, trabajaba junto a sus colegas Rubén Arroyo y Luis Reinaudi en un estudio de la avenida Olmos 33 en pleno centro cordobés, donde funcionaba la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH). Arroyo fue copresidente de la Delegación Córdoba de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CoNaDeP), Reinaudi tuvo una activa participación como abogado laboralista y dirigente del gremio de prensa CiSPren y Salazar se jubiló como juez en Río Tercero.
“Este muchacho, 'Emilio', se presentó como coordinador del Chile Democrático de Córdoba, que nucleaba a gran parte de los chilenos que vivían en nuestra provincia. Él nunca pidió protección para él, yo sabía que estaba exiliado acá y que el Chile Democrático era una organización ligada al PC chileno. Siempre 'Emilio' pidió asistencia para sus compatriotas, muchos de ellos migrantes económicos y otros políticos. Alguno caía preso por una causa menor, por una contravención, o lo acusaban por ser chileno, por ser extranjero. Porque, aún hoy, tenemos sectores de la sociedad que acusan al otro por ser distinto, por ser migrante, por ser pobre, y lo vemos a diario. Entonces venía este muchacho, o me llamaba por teléfono, me notificaba del problema en cuestión y allá iba yo a la Policía o a Tribunales a ver de qué se trataba”, explicó Salazar.
“Un día, a principios del ’86, podría ser por abril, no lo vi más. Me dijeron que se había vuelto a Chile, seguramente, clandestinamente. Acá no era alguien que yo viera en público, no se andaba mostrando públicamente, era una persona más bien de perfil bajísimo. Aparecía en ocasiones muy puntuales”, detalla este abogado cordobés a elDiarioAR.
A principios de los 90, cuando había regresado la democracia al país vecino, llegó a Córdoba una delegación chilena que se reunió con Raúl “El Negro” Cingolani, subsecretario de Gobierno de la Municipalidad de Córdoba durante la intendencia de Ramón Bautista Mestre, y le informó sobre la muerte en Chile de Valenzuela Levi. En 1984, Cingolani, por orden del intendente Mestre, había supervisado las primeras excavaciones en el cementerio San Vicente en busca de fosas comunes de víctimas de la dictadura cívico militar.
“Mi papá le había encomendado al 'Negro' Cingolani la tarea del diálogo con la Juventud de Salvador Allende. 'El Negro' era el responsable de las relaciones con los jóvenes chilenos, principalmente con el sector allendista”, señaló Ramón Javier Mestre, exintendente de la ciudad de Córdoba, como su padre, y uno de los principales dirigentes de la UCR cordobesa.
“Yo había militado y trabajado con Raúl Cingolani. Los dos teníamos relaciones con Chile, cada uno por su lado. Todavía estaba Mestre de intendente, cuando 'El Negro' viene y me dice que habían venido a Córdoba unos compañeros ligados al Chile Democrático, que se habían entrevistado con él, y le dejaron un mensaje para mí: 'Dígale al compañero Pedro Salazar que le agradecemos todo lo que hizo por 'Emilio', todas las gestiones que 'Emilio' le encargó', algo así era lo que me habían mandado a decir y me agradecían, además me informaban que 'el comandante Ernesto fue ajusticiado meses después del atentado a Pinochet'”, apuntó.
“Comentaron que fallaron en ajusticiar al tirano, como proponía Santo Tomás. En el atentado, al 'comandante Ernesto' le había fallado el lanzagranadas o calculado mal la distancia, algo así. Con el paso de los años, cuando ya Internet fue más popular y vi las fotos de Valenzuela Levi, confirmé que 'el comandante Ernesto' era 'Emilio', el chileno de acá de Córdoba”, señaló el abogado cordobés.
El otro “Emilio”
Otro que se cruzó con “Emilio” en Córdoba es José “El Gringo” Bollo, quien en los 90 llegó a desempeñarse como secretario general de la Regional Córdoba del Partido Comunista, miembro de la Mesa Política Nacional y del Comité Central del PC.
“Con 'Emilio' pasan algunas cosas, por empezar, no es un 'Emilio', son dos 'Emilio': había uno que estaba en la superficie, un colorado, flaco, alto, que estaba en el Chile Democrático y militaba con nosotros en la Zona 6 del Partido, y otro, el compañero del Frente, también colorado, flaco, alto, que no era visible. Era un submarino total, aparecía muy poco y siempre en circunstancias separadas o lejanas al otro 'Emilio'. Viéndolo a la distancia, 30, 35 años después, y viendo cómo terminó todo, el atentado de 1986, las represalias inmediatas, la brutalidad del pinochetismo y la Operación Albania, que acabó con la vida del compañero Valenzuela Levi, podemos componer la película completa en base a las fotos recortadas que teníamos de la situación”, detalló Bollo a elDiarioAR.
El exjefe de los comunistas cordobeses señaló que el “Emilio” público militó en barrio Patricios, en la zona noreste de la ciudad de Córdoba, “como uno más en el PC argentino, pero siempre con células del PC chileno”. Mientras que del “Emilio” frentista, el de la clandestinidad, apunta: “Era un tipo muy serio, muy reservado, uno más, no sacaba chapa ni hacía alardes”.
¿Pudo ser que José Joaquín Valenzuela Levi, el responsable de llevar adelante la Operación Patria Nueva, viviera en Córdoba en forma subterránea, semi clandestina, haciéndose pasar por el otro “Emilio”?
Como si se tratara de un personaje de literatura de la Guerra Fría, sacado de las novelas del británico Ian Fleming, autor de James Bond; o del soviético Yulian Semionov, o por qué no, del chileno Roberto Ampuero -que pasó sin escalas de las Juventudes Comunistas en los 70 al pinochetismo de Renovación Nacional del presidente Sebastián Piñera-, Valenzuela Levi bien pudo haberse escudado en un sosías para salvar su vida y moverse en la clandestinidad, preparando la acción política y militar más importante contra el dictador Pinochet.
“Anselmo”, un miliciano rodriguista que, con apenas 12 años, en 1983, se sumó a las filas de la guerrilla armada por el Partido Comunista, contó a elDiarioAR que “es muy posible que 'Ernesto' haya estado en Córdoba, no asentado por largas temporadas, sino intermitentemente, en paso desde y hacia Chile”.
“El nombre de 'Emilio' no me suena en ese operativo, lo que no significa nada tampoco, porque yo nomás tenía como cinco o seis nombres. Quizá estamos hablando del mismo compañero, dependiendo de cómo se haya llamado. Lo que sí es cierto, es que el comandante de esa operación, el hombre a cargo, que era 'Ernesto', José Joaquín Valenzuela Levi, cayó en la Operación Albania. Si'Ernesto' usaba el nombre de 'Emilio' puede ser, también. Los nombres de las personas que participaron ahí, o sus 'chapas' (seudónimos o nombres de guerra) todavía siguen siendo secretos. Incluso ellos se reúnen de manera reservada, privadamente, cada año, para conmemorar la acción de todos. Fueron 25 personas las que estuvieron ahí”, explicó “Anselmo”, quien entre 2015 y 2019 se desempeñó como vocero de la facción más importante de la diáspora de lo que fuera el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
Sobre el paso por Córdoba del “comandante Ernesto”, “Anselmo” resumió: “Es muy probable, no estoy bien seguro, las responsabilidades fueron múltiples, sobre todo, después de la ruptura con el PC”.
Dirigentes estudiantiles de la Federación Universitaria de Córdoba (FUC), que a mediados de los ’80 respondía al Frente Estudiantil “Santiago Pampillón” -el brazo universitario del Frente Amplio de Liberación, una alianza entre el Partido Comunista, ex radicales de izquierda del Movimiento de Liberación 29 de Mayo y ex intransigentes de la Corriente Patria Libre-, reconocieron ante elDiarioAR que el rostro de Valenzuela Levi “es una cara muy conocida” entre algunos sectores muy politizados de la comunidad chilena en Córdoba y recuerdan su “perfil bajo, que no destacaba, ni buscaba sobresalir”. La FUC fue promotora de decenas de actividades de solidaridad con Chile, incluso durante el último tramo de la dictadura hubo brigadas de universitarios cordobeses que visitaron presos políticos en las cárceles chilenas.
Durante el gobierno de Raúl Alfonsín, Argentina se convirtió en un refugio seguro para los opositores chilenos, principalmente los pocos militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) que sobrevivieron al genocidio, así como militantes allendistas, comunistas y de la guerrilla rodriguista, principales objetivos de las fuerzas represivas de la Central Nacional de Informaciones (CNI), que reemplazó a la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) que funcionó entre 1973 y 1977.
La mimetización de los dos “Emilio” en Córdoba, previa al atentado contra Pinochet el 7 de septiembre de 1986, podría haber servido para desorientar a los agentes de la CNI que buscaban exterminar opositores. No sería la primera vez que el Partido Comunista de Chile y su hasta entonces aparato militar, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez llevaban adelante una operación de contrainteligencia digna de los servicios secretos de los países centrales.
Pedro Sepúlveda, quien en los ’80 era el líder en las sombras del Comité Chile Democrático de Córdoba y secretario Político del PC chileno en Córdoba confió: “Muchos compañeros del Frente pasaron por Córdoba, no andaban diciendo públicamente su pertenencia; era una cuestión de vida o muerte”.
Sobre la posibilidad de que Valenzuela Levi se hubiera mimetizado con el otro “Emilio” que vivía en Córdoba, “César”, un ex miliciano del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, opinó que “ante la falta de documentos para confeccionar identidades falsas, muchas veces adoptábamos identidades de gente parecida”.
La Operación Patria Nueva
Divididos en las unidades 501, 502 y 503, los militantes que participaron de la Operación Patria Nueva llegaron la tarde/noche del miércoles 3 de septiembre a una casa que alquilaron, conocida como “La Obra”, en los aledaños de la cuesta “Las Achupallas”, donde esperarían a que el dictador regresara a Santiago al atardecer del domingo 7, tras pasar unos días en su casa de fin de semana en la comuna de El Melocotón.La casa había sido alquilada por la esposa de Raúl Pellegrin, la “comandante Tamara” Cecilia Magni y César Bunster, quienes además alquilaron tres vehículos utilizados en la operación.
Pinochet, que había gobernado Chile con mano dura, imponiendo a base del terror un plan económico ultra liberal, cometió un error de principiante: repetir los fines de semana la misma rutina de vacacionar en su residencia del valle del Maipo, con los mismos horarios y rutas.
Exactamente a las 18.32 del domingo 7 de septiembre de 1986 comenzó el ataque que incluyó una feroz balacera y el disparo de cohetes a la comitiva presidencial, causando la muerte de cinco escoltas del dictador, 13 heridos, entre ellos un guerrillero y el propio Pinochet, quien sufrió una lesión leve en un brazo por una esquirla del cohetazo LAW 66 que impactó su automóvil blindado, salvando milagrosamente su vida.
GM/CB
La Operación Albania, el último combate de Valenzuela Levi
La madrugada del lunes 8 de septiembre de 1986, apenas horas después del fallido atentado contra Augusto Pinochet cometido por FPMR, el oficial del Ejército Alvaro Corbalán, jefe operativo de la Central Nacional de Informaciones (CNI), la temible policía política del régimen, ordenó vengar el ataque donde murieron cinco guardaespaldas del dictador.
“Del bando agresor no hubo bajas, apenas rasguños, pero unas horas después, en la madrugada del lunes 8 de septiembre, en un país que amanecía bajo toque de queda y estado de sitio, tres opositores de izquierda que nada tenían que ver con el atentado fueron asesinados a balazos por funcionarios de la Central Nacional de Informaciones, CNI, la policía política del régimen, en un acto de venganza. Al día siguiente, la CNI se cobra la cuarta víctima, y por muy poco suma cinco”, describe Juan Cristóbal Peña en su libro Los Fusileros.
Las víctimas fueron dos militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el periodista José Carrasco Tapia y el artista plástico y profesor Gastón Vidaurrázaga Manríquez, y el electricista Felipe Rivera Gajardo, militante comunista. En la madrugada del 9 de septiembre fue secuestrado y asesinado el publicista comunista Abraham Muskatblit Eidelstein y esa misma noche quisieron secuestrar, sin suerte, al abogado Luis Toro, de la Vicaría de la Solidaridad.
“Después del atentado la CNI mató a cuatro compañeros, dos del Partido Comunista y dos del MIR, uno de ellos el 'Pepe' Carrasco y otro Gastón Vidaurrázaga. De hecho, la dictadura mata a dos militantes del Partido Comunista y dos del MIR, porque no sabían quién había hecho el atentado; y los únicos que lo podrían haber hecho son el MIR o el Patriótico, por eso matan dos y dos. Me pasó una cosa increíble esa madrugada; yo me tenía que juntar con Gastón a las 8 de la mañana. Yo trabajaba con él, éramos muy unidos, era como el segundo después de él, y teníamos que encontrarnos. Me empezó a doler el estómago, me olía que algo había pasado; y obviamente a Gastón lo sacaron en la noche y lo mataron. Ese día yo me salvo de milagro, yo era también uno de los muertos”, le cuenta a elDiarioAR “César”, un miliciano del MIR que salvó su vida por una cuestión de horas.
Esa misma semana de los crímenes a manos de agentes de la CNI, el ministro Secretario General de Gobierno de Chile, Francisco Javier Cuadra, informó a los medios que “no se descarta la posibilidad de que esas muertes obedecieran a una purga entre comunistas”. Los asesinatos se los adjudicó un comando autodenominado 11 de Septiembre, aunque posteriormente la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación –la CoNaDeP chilena- entregó en febrero de 1991 el Informe Rettig sobre las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura cívico-militar y consignó que las ejecuciones fueron responsabilidad de la CNI. Los asesinos fueron juzgados desde 2005 y recuperaron su libertad en 2009.
El principio del fin
La mañana del miércoles 22 de octubre de 1986, 45 días después del atentado rodriguista, cayeron presos en el Parque O’Higgins de Santiago cinco militantes frentistas que habían participado de la Operación Patria Nueva del 7 de septiembre.
Recién el 15 y 16 de junio de 1987, nueve meses después del atentado, se produjo un golpe que pegó de lleno en la estructura de la Dirección Nacional del FPMR: en el marco de la Operación Albania fueron asesinados 12 miembros de la guerrilla chilena, entre ellos, José Joaquín Valenzuela Levi.
El director de la CNI, general del Ejército Hugo Salas Wensel y Alvaro Corbalán, jefe operativo de la agencia de inteligencia fueron los responsables de la matanza de Corpus Christi, como se conoció desde los organismos de DDHH a lo que la dictadura bautizó como la Operación Albania. Salas Wenzel, fallecido el 11 de agosto pasado a los 85 años mientras purgaba una condena a prisión perpetua, fue el primer militar en ser juzgado en 2005 por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura cívico militar.