Entrevista

Ignacio Labaqui, politólogo: “China no va a subirse al ring con Milei; su respuesta sería silenciosa y de mayor impacto”

El gobierno de Javier Milei se destaca en su política exterior por un aspecto muy peculiar: se lleva mal con sus vecinos. Hay tensiones con Chile, no hay buena relación con Lula Da Silva, mantiene una frialdad aparente con Uruguay, y las últimas novedades fueron los insultos cruzados con el presidente Gustavo Petro, de Colombia, y Andrés Manuel López Obrero, de México. A todo esto se le añade el alineamiento público con Estados Unidos, y la resonante frase “no negocio con comunistas”, dirigida, entre otras naciones, nada menos que a China.

La incógnita es saber qué consecuencias podría acarrear esta antipatía explícita de Milei con los países de América latina y con China, y si se puede mantener relaciones provechosas con estos países deshonrando a quienes los gobiernan. Para Ignacio Labaqui, especialista en Relaciones Internacionales y profesor en la licenciatura en Ciencias Políticas en Relaciones Internacionales de la Universidad Católica Argentina (UCA), las palabras sí tienen peso porque son declaraciones oficiales, y por lo tanto al Gobierno le falta prudencia.

En una conversación que tuvo con los periodistas Juanjo Domínguez, Hernán Cappiello y Ariel Cohen, en Gambito de Datos (Radio Con Vos), el experto repasó los temas de interés de China y Estados Unidos en Argentina y el camino hacia la sensatez que viene recorriendo la canciller Diana Mondino.

—La ministra de Relaciones Exteriores argumenta y dice: bueno, es que el presidente Milei es muy sincero y dice lo que piensa. ¿Pero cómo afectan esas formas a las relaciones de la Argentina con estos países, que no son pocos y son muy importantes?

—En algunos casos no es necesario que el Presidente exprese sus opiniones de forma tan cruda. No sé si en el caso de Colombia o México. En el caso de Venezuela ser crítico tendría más sentido. Pero en general debería tener un poquito más de prudencia en el manejo de la política exterior, sobre todo en el uso de las palabras. Las palabras tienen un peso muy fuerte, no solamente en la relación bilateral con cualquiera de los países vecinos sino en alguna disputa territorial que pueda tener la Argentina. Hace falta mucha cautela con las palabras que se usan.

—¿Cómo ve la política exterior de este gobierno?

—Tiene claramente un alineamiento con los Estados Unidos, con Occidente. Hay un giro de 180 grados respecto de lo que fue la política exterior de los gobiernos kirchneristas. Yo creo que no se paga un costo tan alto por estas escaramuzas verbales con Petro o con Andrés Manuel López Obrador, pero sería un poquito más prudente cuando se trata de la relación con China. China es una gran potencia, la Argentina no lo es, más bien es todo lo contrario. China es un socio comercial muy importante para la Argentina, un inversor importante, y la verdad es que el gobierno de China no va a responderle a Milei subiéndose a un ring.

—Responderá con otras acciones, ¿no?

—En todo caso va a responderle de otra manera más silenciosa pero más con mucho mayor impacto, y esto ya lo vimos cuando de forma mucho más tenue el gobierno de Mauricio Macri quiso renegociar la construcción de las represas en la Patagonia y no es que hubo una represalia directa pero durante unos meses, por una cuestión sanitaria, la Argentina no le pudo vender porotos de soja a China. Entonces, me parece que estas cuestiones hay que manejarlas con mucho cuidado.

—El embajador de Estados Unidos, Mark Stanley, dijo que le llamó la atención que China pueda tener presencia militar en la Argentina, y se estaba refiriendo justamente a las bases que están en la provincia de Neuquén. Es como que el gobierno de Milei está tironeado. Pareciera que Stanley le decía: entendemos tu alineamiento pero te pedimos más.

—La Argentina está en una posición incómoda en ese sentido porque desde el punto de vista de la inversión y como socio comercial China es mucho más relevante pero, al mismo tiempo, la Argentina está en el área hemisférica de los Estados Unidos, en el área de influencia de los Estados Unidos. Y entonces está el alineamiento con Estados Unidos, lo que le da cierto poder de negociación a Estados Unidos, pero a la vez tiene una relación económica con China. La Argentina está muy fuertemente en el radar de Estados Unidos. No es casualidad que esta semana vayamos a tener aquí a la generala Laura Richardson, la cabeza del Comando Sur, y que antes estuviera el jefe de la CIA, William Burns, y que estuviera también Brian Nichols (subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental) y después estuviera Antony Blinken (el secretario de Estado, equivalente al canciller en Estados Unidos).

—Por eso también compramos estos aviones F-16 a Dinamarca, con la venia de los Estados Unidos, y no a China.

—Exacto, pero hay muchos temas de interés donde entra la disputa más estratégica entre China y Estados Unidos: el 5G; la posibilidad de la construcción de un puerto en Tierra del Fuego por parte de China; el contrato de la hidrovía Paraguay-Paraná; la base que menciona el embajador Stanley. Además, China es un inversor en minería en el NOA. La Argentina queda en un lugar a mitad de camino. Este gobierno está claramente alineado con los Estados Unidos y con Israel. Mantiene una posición mucho menos equidistante que la que tuvieron los gobiernos anteriores, incluido el de Juntos por el Cambio. Entonces, ese posicionamiento puede poner un brete a la Argentina. Y ahí hay que ser muy cuidadoso. No es que uno puede alegremente tratar de bascular entre el interés de China y Estados Unidos. Es un juego bastante de mayor envergadura que lo que las capacidades argentinas dan.

—La canciller tampoco parece muy cuidada en las formas, sobre todo por sus comentarios en redes sociales.

—La canciller ha estado mucho más moderada desde que fue designada en el cargo. Ha habido una curva de aprendizaje interesante. Hay que tener mucho cuidado con las palabras que se utilizan porque son declaraciones oficiales y cualquier declaración oficial desafortunada puede ser algo no ya que ofenda un gobierno de otro país sino que se vuelva en contra, eventualmente, ante algún tema litigioso de la Argentina en materia internacional. Yo la noto bastante más moderada y a Milei, un poquito más desenfrenado aunque no muy diferente de lo que pueden ser Petro, Maduro o López Obrador, que tampoco miden costos a la hora de hablar. En el caso de la canciller su posición hoy es bastante mejor de lo que fue durante la campaña.

—Ese alineamiento del gobierno de Milei con Estados Unidos se presenta en un contexto internacional donde Estados Unidos ya no es el actor fuerte, como en los años 90. ¿Qué costos puede traer este posicionamiento tan estricto en el mundo de hoy?

—Estamos dentro del Hemisferio Occidental y hay una relación cultural de afinidad con Occidente, eso es indiscutible, pero también se pueden llegar a pagar costos muy altos si uno se alinea totalmente con Estados Unidos y, por otra parte, tiene una relación intensa con China. No es como la Guerra Fría, hoy hay un mundo económico mucho más interrelacionado que el de la Guerra Fría, y eso pone a la Argentina en un lugar incómodo. Relaciones carnales, no, pero tampoco puede jugárselas por China y apostar a que China vaya a ser la próxima potencia hegemónica, porque eso todavía está en diputa.

JJD