Tatiana Giannone, de Libera

“En Italia, la revolución contra el crimen organizado fue darle una respuesta económica, educativa, social y cultural”

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Tatiana Giannone es italiana y llegó esta semana a Buenos Aires para participar del encuentro entre la Unión Europea, países de Latinoamérica y el Caribe para mejorar el decomiso de bienes y activos del narcotráfico con un objetivo: darles un uso social. Giannone tiene a su cargo el área de bienes incautados al crimen organizado en la asociación Libera, la organización civil más importante de Italia en la lucha contra las mafias y el crimen organizado, una red que impulsó en su país la reutilización social de los bienes de los mafiosos y que busca replicar esta iniciativa en Argentina y otros lugares del mundo.

Giannone se unió a Libera en 2009, mientras estudiaba Ciencias Políticas en la universidad e inmediatamente supo que su vocación era ocuparse de parte de la administración de los bienes confiscados al crimen organizado que realiza Libera en un proceso en el que intervienen el Poder Judicial y organismos del Ejecutivo. Desde entonces, ha participado en numerosos procesos de reutilización social de estos activos: vehículos, propiedades inmuebles, fábricas, campos. Un golpe económico a los mafiosos que ha demostrado que regresa a la sociedad como una caricia virtuosa.

En Argentina, Libera es una de las organizaciones que impulsan el proyecto de ley Bien Restituido, que busca replicar el modelo italiano en el país y sancionar una normativa que organice, ordene y sistematice la incautación de estos activos del narcotráfico, la trata de personas, la corrupción e incluso delitos ambientales y su uso social. El proyecto de ley fue presentado a principios de mayo en la Cámara de Diputados, con consenso de casi todas las fuerzas políticas, desde La Libertad Avanza (LLA) hasta Unión por la Patria (UP).

En tantos años de trabajo en Libera, ¿cuáles son los proyectos de restitución de bienes de la mafia que más le han impactado? Sus favoritos…

–Es difícil elegir un proyecto. Seguramente algunos han sido un ejemplo para otros y han desbloqueado, por así decirlo, muchas cuestiones críticas, muchos obstáculos. Uno muy importante en el norte de Italia, en la provincia de Lecco, en Lecco, que es una ciudad de Lombardía, donde se encuentra una pizzería que perteneció a un jefe de la Ndrangheta y se ha transformado en una pizzería gestionada por una cooperativa social. Y ahora, en definitiva, funciona, siempre está lleno y dan empleo a personas que tienen vulnerabilidades y tienen discapacidades físicas, vienen de caminos difíciles. Y fueron necesarios 25 años para realizar este recorrido, por lo que lamentablemente la propiedad estuvo cerrada durante 25 años, pero al final fue reabierta. Y esto también nos enseñó a hacer networking con instituciones. Qué importante es que la sociedad civil hable con la Agencia (la Agenzia Nazionale per l’amministrazione e la destinazione dei beni sequestrati e confiscati alla criminalità organizzata), con el Alcalde, con la Región, con las prefecturas, con todos los órganos gubernamentales nacionales y locales, para acelerar el proceso. Y para nosotros, en resumen, fueron muy importantes también las cooperativas agrícolas del circuito Libera Terra y son una parte de la vida de Libera, que se encuentran sólo en el sur de Italia y que fue un desafío para Libera en el año 2000. Crear cooperativas de la nada y, por lo tanto, capacitar a los jóvenes, a la gente para abrir una cooperativa y luego también dar a los jóvenes la posibilidad de reutilizar las tierras confiscadas.

Sabemos que no podemos hablar de mafias como hablábamos hace treinta años y por eso está el desafío que nos exige adaptar nuestro lenguaje al de la sociedad civil.

¿Qué otras enseñanzas le han dejado estos años con respecto a cómo llegar y relacionarse con una comunidad que durante años, incluso décadas, estuvo gobernada por la mafia, cooptada, en algunos casos por los grupos criminales?

–Cuando llegas a una comunidad siempre es difícil y al principio lo era aún más. Ahora en Italia también se habla mucho más de reutilización de bienes, hay muchas iniciativas y es más fácil crear caminos. Al principio hay mucho miedo de trabajar para una cooperativa que no está vinculada al jefe (de la mafia) porque el jefe a veces todavía tiene a la familia en la zona, entonces se siente el vínculo fuerte. La diferencia se hizo en hacer entender a la gente que esta podría ser una oportunidad de trabajo y de crecimiento, que podría ser la oportunidad de tener un contrato real de trabajo, de tener un salario justo, de trabajar sin tener que hacer favores, sin tener que, por así decirlo, estar al servicio de un capo o de un narcotraficante, de un corrupto. Y esto marcó la diferencia, cuando la gente empezó a comprender que los bienes confiscados podían ser un recurso económico para la comunidad, se dieron muchos pasos adelante.

¿Qué espera de este encuentro internacional en Argentina?

–Creo que es importante haber puesto sobre la mesa tantas realidades porque la idea que mueve Libera, que mueve también las redes internacionales de Libera, es la de encontrar cómo abrirse paso. Hace treinta años que venimos experimentando con acciones que pueden derrotar al crimen organizado. Hoy sabemos que este es el camino correcto y por eso es importante. Argentina puede ser el precursor de este camino, puede ser la primera nación después de Italia en aprobar esta ley y puede ser la nación que ayude a sus estados vecinos a que también den este paso. Lo importante para nosotros es seguir celebrando reuniones también en Italia, seguimos celebrándolas en Europa y nos gustaría empezar a celebrarlas también en África. Nuestro trabajo debe ir encaminado a impulsar a otros Estados a seguir el mismo camino que nosotros.

¿Cómo dio los primeros pasos desde Libera para trabajar con la comunidad en una Italia signada por la mafia?

–Esta es difícil (se ríe). Creo que el momento histórico marcó la diferencia porque cuando nació Libera habían ocurrido dos masacres en Palermo en las que perdieron la vida los jueces y los escoltas que en ese momento trabajaban en el megajuicio, y hubo atentados en Roma, Milán y Florencia que se cobraron víctimas, víctimas inocentes. Y era una época en la que el país estaba muy conmocionado. Frente a eso, la idea era decir: organicemos una respuesta. La novedad de Libera, la revolución, fue crear una asociación formada por asociaciones, por lo tanto, todos adentro y haciendo lo que ya hacían pero en conjunto: la protección del medio ambiente, la protección del trabajo. Decidimos sentarnos en una mesa para decir: esto es lo que hago, cómo lo uso para poder derrotar la presencia del crimen organizado. Era importante porque realmente nos permitía organizarnos. La revolución contra el crimen organizado fue una respuesta económica, educativa, social y cultural.

El primer desafío fue demostrar que los lugares que pertenecían al crimen organizado pueden cambiar y convertirse en formas de economía legal.

Han transitado un largo camino. ¿Cuáles siguen siendo los desafíos en la lucha contra la criminalidad organizada?

–Hay muchos desafíos porque, así como el crimen organizado y la corrupción evolucionan, también deben evolucionar las respuestas. Por eso, incluso cuando hablamos de reutilización social, no es un tema cerrado para nosotros. Actualizamos continuamente nuestras reflexiones sobre la legislación, pedimos que se actualice la legislación, leemos las sentencias, estudiamos nuevas formas de diseñar la reutilización porque la reutilización ha cambiado desde 1996 hasta hoy, necesitamos nuevas reflexiones. También tenemos desafíos en educación: sabemos que no podemos hablar de mafias como hablábamos hace treinta años y por eso está el desafío que nos exige adaptar nuestro lenguaje al de la sociedad civil. Entonces, en realidad, los desafíos siempre están ahí y todos son un poco iguales que hace treinta años porque los objetivos son los mismos, pero obviamente tenemos que asegurarnos de adaptarnos al mundo que nos rodea. Luego tenemos grande desafíos internacionales, como el proyecto Bien Restituido en Argentina, con el desarrollo de una red, con todo el trabajo que se hace en los demás Estados de Europa, la nueva directiva recientemente adoptada allí. Nuestro desafío será lograr que los estados puedan no sólo adoptar sino cómo luego darle vida. Estamos ahora comenzando nuestro trabajo en África y nuestro desafío allí también es llevar nuestra visión de proteger los derechos humanos de la ciudadanía activa y darle participación a un continente que precisamente necesita mirar hacia adelante.

¿Qué mensaje le gustaría dejar a las organizaciones de la sociedad civil de Argentina que de aprobarse esta ley podrían estar pronto frente a la posibilidad de administrar bienes del crimen organizado para darle uso social?

–Creo que el primer desafío, el primer objetivo, que fue un poco también el objetivo que nosotros nos propusimos en Italia en 1996, es demostrar que los lugares que pertenecían al crimen organizado pueden cambiar y convertirse en formas de economía legal porque pueden generar empleos en los que trabajo genuino, entidades que pagan impuestos y pagan contratos legales de trabajo. Entonces creo que el primer desafío fuerte es este porque incluso los ciudadanos que no están involucrados y que no están en las asociaciones, que tienen una vida alejada del compromiso social, cuando ven que un edificio que fue de un narco se convierte en una casa de la hospitalidad, una empresa se convierte en una cooperativa de trabajo en la que la gente puede prosperar, entonces la percepción que uno tiene del crimen organizado también cambia porque uno realmente puede ver las ventajas de lo que supone activar una lucha contra las mafias y la corrupción.

ED/DTC