Opinión - Panorama político

Llegó la hora de rezar

0

Dicen que después de reunirse junto a Martín Guzmán con empresarios e inversores en el consulado de Nueva York Juan Manzur fue a rezar al templo central de Jabad Lubavitch en Brooklyn. En una ceremonia reservada, como parte de la agenda privada que no se difundió, el jefe de Gabinete tomó contacto con el movimiento de judíos ortodoxos que lo invita desde hace tiempo a su encuentro anual en los Estados Unidos. Manzur pudo haber repetido ahí la plegaria que dio a conocer hace casi un mes en el Museo del Bicentenario, cuando contó lo que le deseó una señora de un barrio humilde del conurbano: “Ojalá Dios nos ayude, que nos dé una manito”. Nada más vigente que esa oración para guiar los movimientos de un gobierno que le suma sus propias contradicciones a la pesadísima herencia de la deuda en dólares y la inestabilidad crónica de la inflación. También para el propio Manzur que, a poco de andar, comenzó a sufrir el síndrome de Jorge Capitanich y a notar que la hiperactividad sin norte no resuelve los problemas de fondo.

La presión devaluatoria, el aumento del dólar paralelo que escaló 8,5 pesos en una semana y el incremento de la brecha cambiaria potencian la pregunta por el control de cambios que los dueños de empresas le hicieron a Alberto Fernández hace poco más de 10 días en la Casa Rosada. “Eso se va a resolver cuando cerremos el acuerdo con el Fondo”, dijo el Presidente sin precisar la fecha. Guzmán, que por esas horas venía de reunirse con Kristalina Georgieva, oraba para acelerar los tiempos de un acuerdo que demora y conspira contra la fortaleza del peronismo de gobierno.

Mientras el dólar amenaza otra vez con impactar sobre los precios, empresarios de los más cercanos al oficialismo insisten en que la legitimidad del Presidente depende sobre todo de las señales políticas que envíe la cúpula del Frente de Todos. Afirman que, a esta altura, el nombre del ministro de Economía que vaya a ejecutar el plan de estabilización es “intrascendente”. Ante la suba de una inflación que derrite los ingresos, llega al 52,5% interanual y se desató otra vez en la primera quincena de octubre, la asunción de Roberto Feletti como secretario de Comercio Interior le dio al oficialismo una consigna para salir a defender en las últimas tres semanas de campaña electoral y un motivo para que los intendentes, los movimientos sociales y La Cámpora se movilicen en torno a un tema que afecta sobre todo a los que viven de un ingreso en pesos. 

Urgido en todos los planos, el gobierno se enfrenta así con un sector concentrado en el que parecía hasta hace una semana buscar un entendimiento. Luis Pérez Companc, el presidente de Molinos Río de la Plata, que se acostumbró a conversar con Alberto Fernández en la residencia de Olivos y en la Casa Rosada y se anotó temprano en las tertulias del Consejo Económico y Social, amaneció hace unos días convertido en el responsable principal de la inflación que destroza el bolsillo de los sectores más humildes. Lo mismo le pasó a Luis Pagani, el Ceo de la multinacional Arcor que hace unos días fue invitado a la reunión con los dueños en la Casa Rosada -se excusó porque estaba de viaje en Estados Unidos- y fue aludido por Cristina Fernández de Kirchner el sábado pasado en la ex Esma. En ese 2018, hace una vida, Cristina y Pagani se reunieron en la casa del sacerdote jesuita Rodrigo Zarazaga junto con el diputado Eduardo Valdés para concluir en que nada había sido más nocivo para el consumo que la aventura de Macri en el poder. Unos ligados al Opus Dei, otros inspirados en la gesta de Domingo Cavallo desde la Fundación Mediterránea y otros con un prontuario todavía más denso como el de la familia Blaquier, los dueños de las grandes alimenticias que integran la Copal afirman que se enteraron a las 11 de la noche de la lista de precios congelados que envió Feletti sin previo aviso.

En la coordinadora alimenticia que preside el abogado patronal Daniel Funes de Rioja se reúnen 35 cámaras cuyos presidentes aprobaron por unanimidad el documento de rechazo al congelamiento que difundió la Copal el martes último. En el sector, repiten que los aumentos que potencian la inflación desde que los Fernández asumieron el poder se explican por las subas formidables en la carne, las frutas y las verduras, pero no por los alimentos y bebidas industrializadas que tienen todavía un 22% de atraso con respecto al IPC. Después de estar bajo el programa Precios Máximos en 2020, la ex secretaria Paula Español autorizó una suba de alrededor del 3% mensual para los alimentos envasados a comienzos de 2021. 

El nuevo listado que envió Feletti regirá en las grandes cadenas de supermercados, que según cifras de la industria, representan el 30% de un total de 300 mil puntos de venta que existen en todo el país para alimentos y bebidas. Nadie sabe qué sucederá en almacenes y comercios minoristas.

El diagnóstico de la Copal conecta en algún punto con el informe de precios que difundió el viernes el Centro CIFRA de la CTA de Hugo Yasky y destaca dos aspectos relevantes que explican -en parte- la inflación fuera de control. El primero es el crecimiento de los precios internacionales de la energía, los alimentos y los minerales que treparon en dólares 82,1%, 29,4%, 35,3% en los primeros 8 meses de 2021 respecto a igual período de 2020. El segundo, dice el trabajo elaborado por los economistas Pablo Manzanelli y Daniela Calvo, es la distorsión en los precios relativos: las capacidades diferenciales de formación de precios que tienen los actores económicos en el marco de las pugnas por la distribución del ingreso y la presión del alza de los commodities. Esto se puede ver en los precios mayoristas de rubros con elevada concentración económica, que se incrementaron por encima de los precios minoristas totales durante los primeros 9 meses de 2021: aceites (111,3%), frutas (110%), sustancias plásticas y elastómeros (92,6%), cereales y oleaginosas (90,7%), productos siderúrgicos (70,9%), carnes y derivados (68,2%), productos textiles (64,1%) y minerales no ferrosos (54,9%).

Como consecuencia, un grupo de oligopolios registraron una recomposición significativa de sus niveles de rentabilidad camino a las PASO. En ese grupo figuran Aluar y Molinos Río de la Plata pero se destaca por lejos Ternium Argentina, que declaró utilidades netas por el 40,1% de las ventas en el primer semestre de 2021, cuando en el mismo período del año anterior había registrado pérdidas contables (-1,5%). 

Una vez más, queda comprobado que la pandemia no tuvo efectos neutrales: entre el primer semestre de 2020 y 2021, el excedente de explotación del conjunto del sector privado aumentó del 48,2% al 53,1%, un incremento del 10% en el margen de ganancia, muy superior a los registros de los últimos 6 años. Lo dijo esta semana en Radio Con Vos el mayorista Víctor Fera, un empresario que prometió cumplir el congelamiento y causa indigestión entre los pesos pesados de la Copal: “El problema no son los precios sino los sueldos, que nunca estuvieron tan bajos como hoy en Argentina”.

Según CIFRA, en el acumulado de los primeros 9 meses del año el IPC creció 47,2 respecto a igual período de 2020 y los rubros que más subieron fueron prendas de vestir y calzado (66,1%), transporte (54,7%), recreación y cultura (49,9%), y alimentos y bebidas no alcohólicas (49,5%). Con la lista de 1432 productos, Feletti pone al tema como prioridad del gobierno, aunque todos saben que los resultados servirán en el mejor de los casos para frenar por un tiempo la escalada que se anticipó a su desembarco.

El caso del ahora secretario de Comercio Interior sirve para leer el presente del gobierno. Recluido hasta hace poco en la secretaría administrativa del Senado bonaerense y sin contacto frecuente con el alto kirchnerismo, la irrupción del experimentado Feletti sirve tanto para mostrar que sus reflejos de funcionario están intactos como para ilustrar el vacío de poder en el gobierno. 

El Frente de Todos se juega todo a descontar la diferencia en las elecciones generales pero la falta de un liderazgo claro y la distancia entre el Presidente y su vice se conjugan para mal con una fragilidad que se incrementa. Aunque falta el veredicto de las urnas, el establishment y la oposición ya dan por agotado el ciclo de los Fernández y solo apuestan a una transición. Pese a que el Círculo Rojo jugó de entrada y hasta hace poco a la emancipación de Alberto, en un sector del gobierno advierten que cuanto más se deteriore la relación personal de los Fernández más se agravará la situación económica. 

Con un Frente de Todos gobernado por la urgencia, que no tiene claro cómo se va a reordenar su poder interno después del 14 de noviembre, el amplio espacio publicitario destinado a difundir el acuerdo con la oposición que propuso Sergio Massa le sirve sobre todo al presidente de la Cámara de Diputados, que pretende ignorar su licuado poderío electoral y erigirse una vez más en árbitro para la gobernabilidad. Como dice un funcionario del gobierno: cuando no se tiene claro cuál es el rumbo que hay que tomar, el acuerdo -que es un medio o una herramienta- se vende como propuesta. Pasa todo el tiempo. 

Massa aún fantasea con ser el nuevo Alberto de Cristina pero su cercanía con Horacio Rodríguez Larreta le augura un futuro relevante aún tras la derrota. Como mínimo, el ex intendente de Tigre sabe que no tendrá problemas judiciales si su gran amigo cumple el sueño que él también amasa. Otra cosa es la salida de la crisis que busca a tientas la clase política en su conjunto, mientras cada día se degradan un poco más las condiciones de vida de las mayorías. 

Si alguna vez se concreta, el verdadero acuerdo no se anunciará en una entrevista con un medio amigo sino que demandará primero una serie de encuentros reservados entre profesionales que no busquen reflectores para sí mismos ni ganancias personales. Así piensa Emilio Monzó, el vindicador de la rosca que el lunes pasado volvió a reunirse con Larreta en un café discreto de la Ciudad. Monzó afirma que el exitismo opositor no deja ver la larga lista de obstáculos que enfrenta Juntos de cara a 2023. No se refiere solo a los trastornos de una economía con inflación del 50%, falta de dólares y un endeudamiento explosivo. Apunta sobre todo al propio Macri, el ex presidente que promete ir a declarar el jueves próximo en la causa en la que se lo acusa de espionaje a los familiares de las víctimas el ARA San Juan.

Para Monzó el principal problema de una oposición a la que le sobran candidatos a presidente es el propio Macri, que intentará por todos los medios volver a ser. El gran responsable de la deuda de 44000 millones de dólares que aplasta cualquier posibilidad de despegue sostiene en privado que el triunfo de Juntos en las PASO se debe al éxito de la “franquicia” que él mismo inauguró (y fundió). Cómo disuadirlo de ir en busca de su segundo tiempo, esa será la tarea de Larreta y sus socios si a la oposición le vuelve a ir bien el 14 de noviembre. 

DG