Las entidades empresarias por un lado, los sindicatos por otro: la fallida firma de un acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur, que empujaron los presidentes de Brasil, Lula Da Silva, y España, Pedro Sánchez, visibilizaron un conflicto entre el mundo empresario y los trabajadores: los primeros pidieron avanzar con el acuerdo y los segundos advirtieron “terribles” consecuencias.
En medio quedó Alberto Fernández que negoció, hasta último momento, para flexibilizar el acuerdo que finalmente naufragará. Luego del rechazo del presidente argentino, hasta el mandatario brasileño pareció dar marcha atrás en la idea de firmar, en la cumbre del Mercosur en Río de Janeiro, el compromiso que establecer un nuevo esquema comercial entre los dos bloques, el Mercosur y la UE.
Fue parte de un proceso caótico donde, según un funcionario que siguen las negociaciones, ni las entidades empresarias ni los gremios tenían un conocimiento cabal de lo que propone el acuerdo que, a duo, impulsaron Lula y Sánchez más por expectativas políticas que comerciales: ambos presidentes están al frente de los bloques regionales y querían que el demorado acuerdo, que en su momento celebró entre llantos Jorge Faurie, se cristalice.
“(Daniel) Funes de Rioja pidió que se firme el acuerdo pero no parece tener idea de que significa un perjuicio para varios sectores de la industria”, apuntó una fuente oficial y agregó que tampoco los gremios, que vía CGT y la federación de gremios industriales le pidieron a Fernández que no apoye el acuerdo, hicieron un análisis detallado porque el convenio “prevé procesos largos de adaptación”.
Desde la Confederación de Sindicatos Industriales de la República Argentina (CoSiRA), que preside Ricardo Pignaneli, le enviaron una nota a Fernández para que no apoye el acuerdo. “Teniendo en cuenta la desgravación arancelaria” todo indica que “tendremos un impacto altamente negativo”, se inicia el texto. La reacción de los gremios tardó, sin embargo, en aparecer: recién el lunes, a días de la cumbre, los sindicatos hicieron pública sus advertencias sobre los riesgos de un do comercial con Europa.
En medio, la futura canciller, Diana Mondino, aprovechó el encuentro de la UIA para pedir que Fernández apoye el entendimiento EU-Mercosur. Sin embargo, aunque fue una expresión pública, Mondino no hizo ninguna solicitud específica a la Cancillería o a la Casa Rosada para que avancen con la firma. Javier Milei tendrá, llegado el caso, la posibilidad de impulsar el acuerdo en otra instancia y motorizarlo en la mesa del Mercosur. Deberá, en paralelo, restablecer el diálogo con Lula, que en estas horas confirmó que no viajará a la asunción del libertario. En el gobierno hay, en paralelo, malestar con Daniel Scioli, que continuará como embajador en Brasilia. La decisión no le cayó bien a Fernández que se lo hizo saber al exgobernador.
—Vos, en su momento, me pediste que sea tu representante ante un loco.... —se defendió Scioli en referencia a Jair Bolsonaro, según relatan en Gobierno.
—Pero ahora el representante del loco sos vos —afirman que le dijo Fernández.
Otros ruidos
El fin de semana, en la que pareció la última intentona del eje Lula-Sánchez para convencer a Fernández, el canciller alemán Olaf Scholz, conversó por teléfono con el presidente argentino para tratar de quebrar su resistencia al acuerdo. Fernández dijo que había varios puntos, que ya le había trasmitido a Sánchez, que Argentina no podía aceptar. Un punto que genéricamente tiene rechazo es que el plan europeo incluye baja de aranceles en todos los rubros medos los del agro, donde Europa tiene un alto proteccionismo.
En el gobierno argentino entienden que cualquier acuerdo que no contemple una liberalización del mercado de los productos agropecuarios sería perjudicial para el país. Así y todo, en el gabinete de Fernández hubo posiciones encontradas sobre qué hacer. Algunos funcionarios plantearon que el presidente debía apoyar el acuerdo EU-Mercosur, incluso defendían la idea de que lo haga a pocos días de dejar el gobierno. La cumbre es este jueves y viernes, 7 y 8 de diciembre, en Brasil, y la firma se había pautado para el 7, 72 horas antes de que termine su mandato. Hubo, asimismo, algunos silencios llamativos: desde Economía, por caso, no hubo posición pública por parte de Sergio Massa ni del responsable de Producción, José Ignacio De Mendiguren.
Finalmente, primó la posición de no validar el acuerdo. El canciller Santiago Cafiero fue, este jueves, una de las voces explícitas del rechazo sobre los riesgos que suponía para la industria argentina el eventual entendimiento comercial EU-Mercosur. Fernández, según explican en Gobierno, trató de que las posiciones de los países europeos sean menos rígidas. Planteó, incluso, que confiaba en sus amigos Sánchez y Lula que aparecían como promotores del pacto.
PI/JJD