El periodista Marcelo Longobardi utilizó su espacio en el programa Esta mañana de Radio Rivadavia para hacer un fuerte descargo contra la violencia verbal dirigida por el presidente Javier Milei hacia los periodistas, durante el cruce que tuvo con su colega Jonatan Viale.
En su editorial, el periodista vinculó los insultos a una escalada de violencia verbal que en su opinión es promovida desde los altos niveles del poder político. “Un día, algún tarado va a llevar esto a la práctica”, advirtió.
Longobardi insistió en que no se va a dejar intimidar: “Yo no voy a cambiar de punto de vista y voy a seguir comportándome el mismo modo. Yo estoy solito haciendo radio, así que no creo que dure mucho haciendo esto, pero yo no me lo banco mas”.
“Alguien tiene que finalmente decirle a Milei que pare de putear a la gente. Un presidente de un país no insulta conciudadanos. Eso es violento y muy peligroso”, sostuvo.
Longobardi hizo su editorial un día después del tenso intercambio que tuvo el martes con Viale, durante el pase entre ambos programas. Viale propuso discutir el aniversario de la victoria electoral de Milei, pero Longobardi quiso abordar las agresiones que sufrió en el acto de presentación de la agrupación libertaria “Las Fuerzas del Cielo”, definida como “el brazo armado” de la Fundación Faro.
Durante el acto de presentación, Agustín Laje mencionó específicamente a Longobardi: “Los periodistas como Longobardi suplican una intervención estatal en las redes sociales porque nadie los quiere escuchar. Han ganado el legítimo odio de la sociedad civil”.
“La gente me odia legítimamente, según estas personas, bajo el argumento de que yo soy un ‘periodista ensobrado’. Me llama la atención que estas cosas pasen y se naturalicen, no solamente por mí; es por Luciana Geuna, por los ‘esbirros’ de La Nación, por TN… y te dicen: ‘Es una palabra’. Se ha naturalizado la violencia verbal, el insulto vulgar, el agravio, la mentira”, le dijo en el pase a Viale.
Viale respondió que lo del “brazo armado”, según el propio Laje, era en referencia a los teléfonos celulares. “Se ha naturalizado la violencia verbal”, replicó Longobardi.
“Quiero saber por qué razón nadie habla de esto. Nunca trabajé en un medio donde mis compañeros y el medio en general no digan una palabra al respecto. Eso me resulta inaceptable. No estoy dispuesto a acostumbrarme a que, a cambio de que bajen la inflación, me agravien todo el santo día”, añadió.
Viale intentó quitar importancia al tema y sugirió “no engancharse”, a lo que Longobardi respondió: “¿Cómo no te vas a enganchar con esta perorata cotidiana de carácter violento? Yo no lo pienso naturalizar, porque esto va a terminar mal”. La conversación terminó abruptamente cuando Longobardi desconectó la cámara.
En su descargo de este miércoles, Longobardi señaló : “La violencia por las redes sociales es una forma de la violencia que está hasta tipificada. Por supuesto que denunciar o manifestarme de manera muy ferviente y muy claramente en torno a la cuestión de la violencia del gobierno y de mi hartazgo personal al respecto, tiene sus costos, que yo estoy dispuesto a enfrentar. Aunque parezca mentira, no es gratuito plantear que uno está harto de una violencia verbal, que en mi caso es totalmente visible”.
“Dentro de mis muy limitadas posibilidades he resuelto no aceptar más esta clase de agravios y voy a hacer lo posible dentro de mis escasas posibilidades de ofrecer resistencia a esta clase de cuestiones. No voy a convalidar a las personas ni a aceptar a las personas que convaliden el pensamiento de esta gente y los agravios”, señaló.
Finalmente, dijo que su “actitud personal es no tolerar más esta atmósfera violenta que se instaló a cambio de bajar la inflación”, y que su “posición personal y profesional es ofrecer la máxima resistencia que pueda a esta naturalización que ha habido en Argentina de la violencia verbal, que es una forma de la violencia, no es solo el principio de la violencia”.
“Hoy, cuando estos jóvenes tan pintorescos y enajenados plantean que 'la la la la la y el teléfono', el teléfono es un arma para agraviar personas, para transmitir teorías conspirativas, es un arma para la agresión, para la amenaza, un arma para la descalificación, para las posturas discriminatorias, un arma peligrosísima, sobre todo en gente que está poseída por una suerte de escenografía fachistoide que no puede ser dejada en segundo lugar”, subrayó.