El economista ecuatoriano Alberto Acosta está impresionado, entre espantado y asombrado, como si el fantasma de una bestia gigante y expansiva lo hubiera atormentado e iluminado a la vez. Ha visto Vaca Muerta, el mayor potencial de hidrocarburos no convencionales de Argentina.
Desde Neuquén, Acosta se toma un tiempo para dialogar con elDiarioAR sobre la visita de la delegación que encabeza desde el Tribunal Internacional por los Derechos de la Naturaleza, un tribunal civil y ético, integrado por organizaciones y ciudadanos, que en esta nueva misión se propone analizar impactos ambientales y posibles violaciones a los derechos humanos en Vaca Muerta.
Es viernes 31 de marzo por la noche. Acosta -ex ministro de Energía y Minas de Ecuador (2007)- acaba de llegar a su hotel después de una extensa jornada que incluyó una visita a Sauzal Bonito, el pueblo que tiembla desde que las petroleras comenzaron a extraer petróleo y gas de las reservas de la Cuenca Neuquina a través de la técnica del fracking, que provoca sismos en la zona.
“Yo conozco el monstruo desde adentro”, advierte. No sólo ha sido funcionario a cargo de un ministerio de energía, mucho antes, además, trabajó en la industria petrolera. Se considera un converso. “Estoy shockeado, sobrecogido, impresionado. He visto mucho petróleo, he visto derrames de petróleo, he visto destrucciones del petróleo y de la minería. Pero esto me pareció ya alucinante y sobrecogedor”, aseguró a elDiarioAR en una entrevista telefónica.
La delegación que encabeza en Vaca Muerta llegó el jueves 31 de marzo y estará en el país hasta el 5 de abril. Realizará un informe, que será presentado en la Universidad de Buenos Aires y en la Cámara de Diputados. Luego, si consideran que hay un caso, se presentará ante el Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza, en el que otro grupo de jueces civiles y éticos analizará la pruebas y dará un veredicto. “El lunes vamos a tener una rueda de prensa en la mañana para dejar nuestras primeras impresiones. Seguramente nos reciba el gobernador de la provincia de Neuquén, lo cual me parece también interesante, porque nosotros no venimos aquí de manera subrepticia”, asegura Acosta. Le han enviado cartas tanto al mandatario provincial Omar Gutiérrez como al presidente Alberto Fernández, previo a la visita.
Sobre lo que está viendo en Vaca Muerta, asegura: “No había visto tanta demanda de agua y nunca creí que había tanto problema de sismicidad”. Acosta ha estudiado y analizado la técnica del fracking, que implica la perforación de la tierra a miles de metros de profundidad a través de excavaciones y el uso de millones de litros de agua a gran presión, pero afirma que es la primera vez que se enfrenta a un campo de fracking y su bautismo es nada más ni nada menos que la inmensidad patagónica.
-La delegación del tribunal ha llegado ante las presentaciones y denuncias de organizaciones locales por posibles violaciones a derechos medioambientales y humanos. ¿Cómo afectaría el fracking a estos derechos?
-Aquí se ha extraído petróleo desde hace ya más de 100 años, el tipo convencional, pero ahora están sacando a través del fracking. Todo lo que es extractivismo de este tipo tiene algunos elementos comunes, pero el fracking es mucho más agresivo. A la extracción de petróleo convencional podríamos compararla con una especie de cáncer. El fracking es un cáncer mucho más agresivo por la cantidad de perforaciones y explosiones que se hacen, porque el rendimiento del campo petrolero que obliga a extraer el crudo con fracking tiene una característica muy especial: tienes un pico de extracción y cae inmediatamente. En dos o tres años ya estás tomando una decisión de si cierras el pozo o si sigues con la perforación horizontal. Entonces, para mantener la tasa de extracción de petróleo alta tienes que tener una cantidad enorme de perforaciones. Una de las formas en las que el fracking afecta los derechos de las personas son los sismos.
-Es lo que denuncian los habitantes del pueblo Sauzal Bonito…
-Claro. El problema es que como están metiendo esa cantidad de un líquido contaminante con millones de toneladas de arenas de sílice, eso se vuelve una especie de bomba en el subsuelo, que va perdiendo fuerza con el tiempo y eso es lo que provoca los sismos. Yo nunca había visto tantas casas cuarteadas. Entonces eso tiene por un lado una tremenda afectación a la Naturaleza. Para ponerte en términos gráficos, como yo escuché alguna vez, el petróleo es la sangre de la Naturaleza, de la tierra, de la Madre Tierra. Y el fracking está rompiendo los huesos de la Madre Tierra para sacar los restos de petróleo, los restos de sangre. Para que tengas una idea de con quién estás hablando: yo trabajaba en la empresa estatal de petróleo. Yo vi el monstruo desde adentro.
-El tribunal ha hablado de denuncias por la falta de acceso al agua de las personas que viven cerca de Vaca Muerta. ¿Qué ha visto sobre esta cuestión?
-El fracking se caracteriza por la cantidad enorme de agua que demanda. Mucho más que el extractivismo tradicional. Ya se calcula que demanda más o menos 90.000.000 de litros de agua y químicos, en un 3%, y después tienes que mover más o menos 14.000 toneladas de arenas de sílice. Eso hace que la extracción del crudo vía fracking sea una actividad tremendamente nociva en términos ambientales y en términos humanos. Este fue uno de los elementos que se presentó con mucha crudeza en la jornada de hoy -por el viernes último-, porque requieren tal cantidad de agua que están dejando sin agua a extensas regiones. En esta zona de Vaca Muerta, tuvimos reunión con mapuches y con campesinos no mapuches. Los mapuches se encuentran con una enorme dificultad para conseguir agua. El río Neuquén, que estaba a muy pocos metros de su población está ahora muy lejos. Secaron el río.
-¿Desviaron el curso del río cercano a los habitantes locales?
-Han hecho los canales para retirar el agua y luego bombean el agua a la meseta para una parte más alta, transportan el agua en unas mangueras gigantescas, de más de un metro de diámetro, a las que les dicen “anacondas”, y las comunidades de abajo se quedan sin agua. Es tremendo. Y luego, además, tienen otra dificultad: están recibiendo agua contaminada. Están depositando gran cantidad de agua nuevamente en el río, aguas abajo. Ese es el problema de los campesinos que viven en otra comunidad, cerca de la región mapuche. Es muy importante tener justicia social y justicia ecológica. Las dos van de la mano. La una no existe sin la otra. El hecho de que le quites el agua es un problema ambiental y que generes los sismos es un problema ambiental, y a la vez, un problema social. A esta gente se les propone reubicarlos. No hay ningún respeto de su cultura, de su tradición, de su relación con su territorio.
-El tribunal ha trabajado en otros casos de fracking, como el de Estados Unidos, y derrames de petróleo, como el del Golfo de México. ¿Hay puntos en común y diferencias claras con la situación actual en Vaca Muerta?
-Uno de los puntos que a mí me parece común es esa característica que se repite una y otra vez: se asumen esos territorios como territorios de sacrificio. El petróleo siempre termina por afectar al agua. Pero, en mi caso, no había visto una magnitud tan grande de demanda de agua y de destrucción del agua, y de la calidad del agua. Nunca había visto una magnitud así. Y luego el problema es que muchas veces el agua que entra al subsuelo, a 3.000, 4.000 metros, con una mezcla de un cóctel químico tremendamente contaminante, se puede quedar en las capas freáticas. Entonces, el agua que están utilizando las comunidades a través de pozos es un agua contaminada. Yo he visto campos petroleros en distintos sitios, no he podido ver el de Estados Unidos pero si en una zona relativamente similar en la costa de Ecuador. He visto campos petroleros en la Amazonía, he visto campos petroleros offshore. Pero la magnitud, el volumen, la violencia, este sistema, esta metodología de extraer crudo y gas que desborda cualquier imaginación.
-Existe una discusión en Argentina y otros países: soberanía económica y energética versus ambientalismo y derechos de las minorías “aisladas”, los pueblos como Sauzal Bonito. Usted fue ministro de Energía y Minas de su país, además de presidente de la Asamblea Constituyente (2007-2008) y candidato presidencial en Ecuador (2012-2013). ¿Qué posición toma frente a este debate?
-A mí me parece que esa disyuntiva no está bien planteada. No puede haber economía si destruimos la base de la economía, si destruimos la base de la vida misma. Los seres humanos no podemos existir sin naturaleza. La naturaleza no requiere de los seres humanos, pero nosotros sí requerimos de la naturaleza. Eso me lleva a una conclusión fundamental, que la economía tiene que estar siempre al servicio de los seres humanos. Pero los seres humanos y su economía tienen que vivir en armonía con los ciclos de la naturaleza. Lo otro nos está conduciendo a un colapso ecológico cada vez más agudo, cada vez más complicado. Quién nos da el derecho a la vida es la naturaleza. Cuando en Ecuador establecimos que la naturaleza es sujeto de derechos en la Constitución de 2008 hicimos un acto antropocéntrico. Los seres humanos le dábamos derechos a la naturaleza, pero eso es un acto jurídico formal, cuando en realidad la que nos da el derecho a la vida es la naturaleza.
-Vaca Muerta está impuesta como una especie de salvación de Argentina ante la crisis permanente…
-Te venden la idea de que el petróleo resuelve los problemas. Yo leí toda esa información que circuló hace diez años, cuando comenzó la explotación de petróleo en Vaca Muerta, que les vendían la idea del desarrollo. Ayer leí cómo se ha incrementado la pobreza en Argentina. ¿Y cuáles son los niveles de pobreza en Neuquén? 40% de pobreza en Neuquén. ¿En dónde está la idea del desarrollo? Diez años ya. Nuestros países siguen siendo países producto. Mucha gente dice “bueno, ¿y qué hacemos? No hay alternativas, si en nuestras sociedades hay una suerte de ADN extractivista” porque siempre estamos esperando que algún producto de la naturaleza resuelva nuestros problemas.
-¿Cuál es la solución? ¿Qué debería pasar con el fracking, con la industria energética?
-Deberíamos superar esto paulatinamente. Requerimos, en primer lugar, tener un paraguas global. Tenemos que transformar nuestro estilo de vida, de producción, de consumo, de organización de las ciudades, los ritmos de la vida. Ya tenemos que sintonizarnos con los derechos de la naturaleza y los derechos humanos, porque eso tiene que quedar claro. No estamos patrocinando aquí simplemente una protección de la naturaleza a secas, porque si hablamos de una protección de la naturaleza a secas y nos olvidamos de los seres humanos, estamos haciendo un ejercicio de jardinería. Luego necesitamos transiciones energéticas justas y sustentables. No vamos a salir de la noche a la mañana de la extracción de petróleo, pero no podemos seguir ampliando la extracción de petróleo. Si las mismas organizaciones internacionales que no tienen nada de ecologista, como la Agencia Internacional de la Energía no están diciendo eso, nos obliga a ir pensando en otro tipo de economía, otro tipo de sociedad, otras lógicas políticas.
-¿Puede contar más sobre su transformación de “petrolero” a presidente del tribunal que viene a investigar Vaca Muerta?
-Yo creía que nos podíamos desarrollar explotando petróleo. Yo creí por mucho tiempo que podíamos tener tecnologías adecuadas. Pero mi proceso, si tú quieres, de conversión, empezó paulatinamente, hace 50 años. Primero me di cuenta de que no podíamos estar en manos de las empresas trasnacionales, pero luego vi que las empresas estatales parece que no resuelven los problemas. Segundo, entendí lo que me dijo mi compañera una vez, cuando viajaba a la Amazonía, cuando yo trabajaba mucho en temas de petróleo y le dije, señalando el oleoducto: “Por ahí fluye la riqueza del país”. Ella me dijo: “No, por ahí fluye la sangre de la Amazonía”. Luego entendí que no hay tecnologías de punta. A uno le venden la idea de la tecnología de punta. Es como que le quieran engañar, que Drácula se volvió vegetariano y le podemos encargar el cuidado del banco de sangre. No hay tecnología de punta y tú estás viendo en Vaca Muerta todos los destrozos que se producen, los accidentes, como una refinería que se quemó con muertos, unos campos de petróleo donde dejan abandonadas las piscinas, los depósitos. Eso es algo que también me impresionó mucho.
-¿Las piscinas son lo que llaman depósitos de residuos petroleros?
-Cada vez que haces un pozo, tienes que sacar todo, que sale mezclado con hidrocarburos, parte con químicos y una serie de materiales que en el subsuelo son inertes, pero que con el contacto que tienen con el agua producen una serie de drenajes contaminantes. Antes tenías un residuo petrolero de, por decirte algo, una tonelada por pozo de explotación convencional. (Con el fracking) tienes que multiplicar por diez. Y el tratamiento que se da a esos residuos no es adecuado. Entonces te encuentras con montañas de residuos, ya sin tratamiento adecuado y con piscinas gigantescas llenas de petróleo.
Hay algo más que se repite, asegura Acosta. “A pesar de que puedan existir algunas normas legales relativamente buenas, el incumplimiento es la norma. La corrupción es espantosa. Ya no te olvides que estos extractivismo, petróleo y minería, no solo generan violencias contra las comunidades y la Madre Tierra, corrupción y autoritarismo, sino que las violencias, la corrupción y el autoritarismo son condiciones necesarias para que existan. Si no, no se explica una cosa así. Estuvimos en un depósito (de residuos) donde ni siquiera la puerta estaba cerrada, la puerta estaba abierta, no había guardias. Totalmente abandonado, en tierras fiscales.
-¿Por qué cree que es necesario un tribunal civil y ético cuando todos los países tienen sus legislaciones?
-Para cubrir ese vacío. En los años 60 hubo un tribunal ético muy importante que se conocía como el Tribunal Russell, que fue impulsado por Bertrand Russell y Jean-Paul Sartre para cuestionar desde la sociedad civil los crímenes de guerra de los Estados Unidos en Indochina, Vietnam y Camboya. En base a esa lógica se crea el Tribunal de los Derechos de la Naturaleza en 2014, en el cual participan personas de todos los continentes. Lo que queremos es levantar una voz de alerta y expresar de alguna manera esos reclamos que surgen tanto de la naturaleza como de las comunidades que viven y defienden la naturaleza. Porque siempre hablamos nosotros, no solo de la naturaleza a secas, sino de defensores y defensoras de la naturaleza.
ED