“Incluso cuando José López Rega y sus secuaces fueron detenidos, procesados y encarcelados, quiso el caos que fallecieran sin haber recibido sentencia condenatoria. (...) De este modo, se ha dado la paradoja legalista de que, para relacionarlos con todos esos actos criminales, haya que anteponer el calificativo de presunto”.
El periodista Eduardo Bravo incluye esta advertencia en el principio de su libro AAA, del peronismo mágico al caso Almirón (Autsaider División Sesuda) y la precaución sirve también para esta charla sobre un completo ensayo que abarca desde los inicios del peronismo hasta la huida de los pistoleros de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) a España y sus vinculaciones con la derecha española.
El autor de Villa Wanda o Ummo aborda en su último trabajo la caótica historia de uno de los movimientos políticos más complejos de la historia política reciente, desmenuza sus contradicciones y, sobre todo, explica quién fue José López Rega, un sibilino cabo de la Policía de Buenos Aires, amante del esoterismo, que se convirtió por azar y testarudez en consejero de Juan Domingo Perón en el exilio.
Como ministro de Perón y, tras su muerte, de María Estela Martínez, Isabelita, López Rega montó una máquina de matar desde el aparato del Estado para eliminar al peronismo de izquierda que, consideraba, se alejaba de la ortodoxia del movimiento. Para eliminar a esa facción, la Triple A asesinó y torturó a artistas, religiosos, intelectuales o políticos de izquierda.
Uno de sus principales pistoleros fue Rodolfo Eduardo Almirón quien, tras exiliarse junto a López Rega en España y gracias a sus relaciones con los hermanos Cortina, termina como guardaespaldas de Manuel Fraga, entonces presidente de Alianza Popular y más tarde presidente de la Junta de Galicia.
¿Qué es la Triple A?
La Triple A es una organización parapolicial, una mafia parapolicial. Todo es “supuestamente”. No podemos decir que López Rega montó la Triple A. Bueno, la montó cuando Perón gana las elecciones en 1974. La monta desde su puesto en el Ministerio de Bienestar Social, que utilizaba como centro de operaciones y como arsenal.
Él piensa que tiene la obligación de hacer el peronismo ortodoxo y real, que toda la juventud revolucionaria que está dentro del movimiento, o bien guevarista o bien montonera, tiene que ser expulsada de él. Va más allá. Dice: “A esta gente hay que eliminarla porque son elementos subversivos y disolventes de la sociedad”.
¿Quiénes eran?
Se forma un grupo que está formado por policías que fueron expulsados del cuerpo en los años 60 por una corrupción absoluta: asesinatos, tortura, robos, extorsiones. López Rega los rehabilita, los asciende en el escalafón y se los lleva al Ministerio. Y, desde ahí, empiezan a organizar comandos y acciones, acciones en las calles. Torturan, roban, se quedan con los bienes y empiezan a hacer un archivo de lo que ellos consideran 'subversivos'. Gente que está en contra del Estado o de la organización del Estado de ese momento o de ese peronismo más a la izquierda.
Es simbólico que uno de los primeros asesinatos fuese el padre Mugica, un sacerdote de clase alta que se va a las villas a hacer lucha social.
Creo que el primero es el del diputado Rodolfo Ortega Peña, que se reivindica después, y luego sí es el de Mugica. ¿A quién mataba la Triple A? Es una cosa totalmente indescifrable. A quien tenía unas características especiales y luego, a quienes les pareciera. Pero todas las muertes que sí son, digamos, definibles tienen mensaje. Mugica es un mensaje; como los curas Palotinos: “Ojo con salirse del redil o con aceptar las teorías de la Teología de la Liberación”. Y el hecho de que fuera una persona patricia era importante. Si pueden matar a esa persona, pueden matar a todos. Mataron a rectores de universidad, abogados, diputados, todo lo que querían.
¿Quién era López Rega? ¿Cómo llega a ser un presidente en la sombra?
López Rega es una persona mediocre, pero tremendamente malvada. Es un cabo de la Policía argentina que, por azares, es enviado a la puerta de la residencia presidencial en Buenos Aires. Le sacan una foto subido al estribo del coche presidencial y, gracias a esa foto, empieza a generarse una historia mítica [y falsa] de que fue custodio personal de Evita y de Perón. Eso le permite empezar a abrirse espacio en Argentina con Perón en el exilio. Nadie puede contrastar que lo que él cuenta es mentira.
Luego, es una persona también muy aficionada al esoterismo. Cuando María Estela Martínez de Perón viaja a Argentina, enviada por su marido para poner un poco de orden en el interior del movimiento, López Rega, aprovechando que Isabel tiene un interés esotérico, se pega a ella, empieza a fascinarla y vuelve con ella a Madrid.
En Madrid él no es nadie, es una persona que va todos los días a Puerta de Hierro a ver a Isabel y a ponerse al servicio del general para que le mande recados, a llevar la ropa a la tintorería o ir a comprar unos pasteles. López Rega es un pesado al que nadie dice que no.
Poco a poco, se convierte en la mano derecha de Perón. Hasta el punto de que llega a ser ministro de Bienestar Social. Él va echando a los demás hasta convertirse en presidente en la sombra. Porque, muerto Perón, es quien decide las cosas que se hacen en el país.
En 1976, los militares dan un golpe de Estado y López Rega recala en Madrid.
Cuando llega a España, él piensa que llega como embajador plenipotenciario y que va a ser protegido por el Gobierno argentino. Pero el Gobierno se desentiende de él y le abren un proceso en Argentina con una orden de Interpol. Se va de España a Suiza y allí pasa muchísimo tiempo. Lo encuentra la revista Interviú antes que Interpol. ¿Cómo es posible? Quizás, porque a alguien no le interesaba encontrar a López Rega en ese momento. Llega un momento en que ya él, muy enfermo, se entrega directamente en el aeropuerto de Miami. Muere en prisión, pero no llega a ser procesado.
¿Cómo nace la relación entre López Rega y Manuel Fraga?
Uno de los vínculos son los hermanos [Alfonso y Alberto] Cortina. Los Cortina son la mano derecha de Fraga. Uno de ellos lo acompañó en Londres cuando él estaba de embajador allí. López Rega no dejaba de ser un ministro. Tenía contactos con la cúpula española y con un montón de gente. López Rega era miembro, por ejemplo, de la [logia masónica italiana] Propaganda 2 (P2) de Licio Gelli.
¿Cómo termina Rodolfo Eduardo Almirón, miembro de la cúpula de la Triple A, como guardaespaldas de Fraga?
López Rega llega a España con Almirón, [Miguel Ángel] Rovira, [Juan Ramón] Morales y con algún otro pistolero de la Triple A. Cuando le dicen que está solo, que no le van a pagar un sueldo ni pensión ni custodia, despide a todos sus guardaespaldas menos a Almirón. Fue el tonto útil. Luego se van juntos a Suiza, Almirón lo ayuda a salir del país, lo coloca en Suiza y se vuelve a Madrid.
Y tenía que ganarse la vida de algo.
Gracias a estos contactos, Almirón se mete en una empresa de seguridad privada de los hermanos Cortina que da seguridad a Alianza Popular. Los servicios de seguridad de la Transición estaban en manos de la ultraderecha porque eran los que tenían las pistolas, eran los que eran policías o expolicías. Y luego Fraga no dejaba de ser ultraderechista. Se le dio después la pátina de demócrata, pero era un reaccionario.
Almirón llega a ser custodio de Fraga porque, como dice [Jorge] Verstrynge [en el libro], era un profesional. Otra cosa es que sus resultados o sus métodos fueran morales, éticos o más o menos acertados. Y Fraga lo quiere y se queda con él.
Cuando llega el momento, cuando trasciende que Almirón es de la Triple A, termina echándolo. Quizás no sabía quién era Almirón. Sabía quién era López Rega, pero no sabría hasta qué punto estaba implicado Almirón en esto. Pero no se sabe porque parece ser que hay un dossier que llega a Alianza Popular antes de que salga el escándalo en Cambio 16. Le dicen: “Ojo con quién tenéis contratado”. Fraga cierra los ojos, hace oídos sordos y sigue con él.
Hasta que Cambio 16 publica quién es y a qué se dedicaba Almirón en Argentina.
El escándalo [la publicación de su vinculación con la Triple A] costó mucho que saltase. Primero, porque hay un dosier que llega a Alianza Popular diciendo cuidado con quién tienen aquí. Nadie lo atiende. Después ese dosier llega a Interviú, pero cuando lo van a publicar, Alianza Popular lo para. Y los que lo sacan ya en 1983 son los periodistas de Cambio 16. En ese momento, se arma todo el lío y así es como termina, cuando salta todo el lío, lo echan. Como dice Verstrynge, se le paga el finiquito y no se sabe si se le paga algún tipo de gratificación más. Podría ser, no lo sabemos.
Dice que toda esta historia es como una silla de Ikea a la que le faltan algunos tornillos. ¿Qué falta por saber?
Faltaría haber tenido un proceso judicial de todo esto y haber tenido declaraciones en sede judicial de las víctimas y los verdugos, por ejemplo. Mucha gente que no quiso hablar. Por ejemplo, a mí me interesaba mucho haber hablado con las personas que firmaron los artículos de Cambio 16. Y no lo conseguí.
La información de Cambio 16 es muy exhaustiva. Es maravillosa. Tiene datos de Almirón traídos de Argentina, de testigos que estaban en el exilio aquí. Es alucinante. Estamos hablando del año 83, una época en que no hay Internet. Sale el número de documento con el que Almirón entra en España, sale el número del registro del arma. De hecho, Almirón consigue la licencia de armas a través de Fraga, como una petición personal de él. Entonces, yo quería saber de dónde venía esa información y cuánto se tarda en encontrarla. Porque la información de Cambio 16 sale en cuatro revistas consecutivas y después se para.
¿Por qué se para?
El secuestro de Cambio 16 no va a más. Nadie le pide explicaciones al juez cuando se supone que era un secuestro irregular, por lo menos. No se procesa a los periodistas, no se procesa Almirón, no pasa nada. Hay un dosier con infinidad de pruebas. Curri Valenzuela estaba de corresponsal en Washington y aporta documentación e información de Washington cuando ya ha salido el escándalo en España. Es decir, que hay un gran despliegue. Nadie ha querido hablar.
¿Había algún interés en que saliese esa información?
¿Vino de los servicios secretos? Pudo venir de dentro de la administración. El único error que hay es que se dice que Almirón está casado con la hija de Morales, que parece que no es cierto. Todo lo demás es de una gran precisión. A mí me hubiera gustado que me contasen cómo fue eso. Porque estamos hablando de un señor que tenía pistola, que estaba con la ultraderecha más salvaje, que tenía vínculos con terroristas italianos. Estamos hablando de un dosier que se había parado en Interviú. ¿Por qué no se paró en Cambio?
Últimamente se escribe mucho sobre la Transición. En Argentina, se acaba de estrenar 'Argentina, 1985', que repasa el juicio a la dictadura militar de Videla. En los dos países resurgió una ultraderecha que cuestiona aquí las políticas de memoria y allí consensos como el número de desaparecidos de la dictadura.
La ultraderecha está viniendo, entre otras cosas, porque no le estamos discutiendo cosas. Cuando te dicen que la República no era tan democrática... perdona, pero me da igual. Si quieres, nos ponemos a ver cómo era la República, pero hubo un levantamiento militar que dio lugar a una guerra civil. ¿Lo tenemos en cuenta? ¿Lo condenamos en el Congreso? Porque, a día de hoy, el PP todavía no ha condenado el golpe de Estado del 36. No le estamos dando ninguna importancia ni estamos echando mano de la hemeroteca. Esto ya nos ha pasado. Ya estuvieron y los echamos. ¿Qué queremos? ¿Traerlos de la mano ahora y legitimarlos y decir “Bueno, tampoco fue tan malo?”.