Horacio Rodríguez Larreta le pidió a María Eugenia Vidal que baje el tono. “Necesitamos de los intendentes”, se afirma que el jefe de Gobierno le dijo a la ex gobernador y trató de convencerla de que modere su negativa y, sobriamente, baje el perfil ante al proyecto que busca permitir otro mandato a 90 intendentes bonaerenses, en su mayoría de Juntos.
Pero Vidal alineó a su tropa, ratificó su posición del 2016 cuando impulsó el freno de las reelecciones bonaerenses y dejó que en la Legislatura bonaerense los suyos jueguen el juego de la rosca, y animen una alianza cruzada que los hermana con Sergio Massa, el Frente de Izquierda de los Trabajadores; José Luis Espert, Elisa Carrió y Martín Lousteau. Es un maridaje extraño donde, salvo el massismo, ningún sector tiene intendentes propios.
En las próximas horas se verá si esa alianza multicolor, que difícilmente coincide en otros temas, se mantiene unida y logra frenar la ley. Lousteau, senador porteño esperó, tiempista, para dar su golpe. Luego de asociarse a Gustavo Posse, alcalde de San Isidro (desde 1999 a la fecha) en la interna radical que ganó Maximiliano Abad, Lousteau se desvinculó del ajedrez bonaerense y reapareció para que su diputado, Pablo Domenichini, anuncie que se sumaba al pelotón vidalista para oponerse a la reforma. Antes, en una carambola de empatías curiosas, Massa confirmó que sus diputados no aceptan modificar la ley, se sumaron los libertarios de Espert y los dos diputados que reportan a Elisa Carrió. A final, se subió al tren el legislador de Lousteau.
La alianza multicolor, de todas maneras, no podrá reunir los 31 votos necesarios para evitar lo que planea la otra alianza, la que va por las reelecciones de los intendentes: incluir, sobre tablas, el proyecto para que se compute como primer mandato el del 2019-2023. De esa manera muchos intendentes, concejales, legisladores y consejeros escolares podrán volver a competir dentro de dos años.
Hay, ahí, un parte aguas. De un lado, aparecen los sectores -tanto del FdT como de JxC- con presencia territorial. Del otro -salvo el massismo-, aparecen los que no gobiernan municipios. La división permite varias lecturas pero, en estas horas, la discusión es numérica: y los votos ya están para que se consiga la aprobación de la ley de re-re para los intendentes.
La Cámpora, por caso, no acompañó la ley que en 2016 impulsaron a dúo, Massa y Vidal. Circuló, en el PJ, un malestar porque se leyó como un proyecto a medida de los alcaldes peronistas del conurbano pero, en términos numéricos, los más beneficiados eran los cambiemitas del interior. De hecho, hay intendentes como Fernando Espinoza (Matanza) o Juan José Mussi (Berazategui), que fueron electos en 2019 y nos alcanza el límite. Otros tanto, pidieron licencia para ocupar otros cargos y con eso pueden gambetear la prohibición.
De hecho, una de las cartas que exponen en JxC para permitir la reforma es que piden que se elimine el “atajo” de las licencias pero, a la vez, que se subsane el error de la ley original que se aprobó en 2016 y legisló “hacia atrás” porque dispuso que el mandato que estaba en curso debía computar como primer período. Eso fue objetado y ya hubo una causa en la Justicia que avanzó.
PI