La oposición se hizo, finalmente, de una bala de plata que puede atravesar la coraza comunicacional de Santiago Caputo y planea exprimirla hasta la última gota: el criptoescándalo, un tema complicado de explicar, inasible, pero con potencialidades para marcar la agenda. El objetivo es sostener el tema, profundizarlo y, de ser posible, avanzar con una investigación que haga eje en el rol de Karina Milei. En el mientras tanto, un operativo desgaste: vaciar la Asamblea Legislativa será el primer paso.
Más que un plan, son manotazos de ahogado. Pero, así, a través de reacciones y sacudidas, la oposición intenta avanzar en una agenda que le haga frente a la centralidad presidencial. El escándalo $LIBRA fue un regalo caído del cielo, no solo por las dimensiones del caso —que salpica sobre los tres vértices del triángulo de hierro— sino por el factor externo: para la oposición será la dinámica de la Justicia norteamericana la que defina el futuro de los Milei.
El gran desafío, sin embargo, será sortear el cerco defensivo de los gobernadores. El fracaso de la maniobra para crear una comisión investigadora en el Senado fue un anticipo de hasta qué punto el Gobierno aún puede disciplinar con facilidad a sus aliados. Bastó una llamada de la Casa Rosada a los gobernadores para que los senadores radicales que les responden se expusieran públicamente a cambiar de opinión y boicotear una iniciativa de su propia autoría. La Cámara de Diputados, advierten los principales jefes opositores, no será distinta.
Fue por este motivo que los primeros en agitar la convocatoria de una sesión para tratar todos los proyectos vinculados al criptoescándalo fue el radicalismo díscolo de Democracia Para Siempre. Golpeados y expuestos tras la deserción de sus correligionarios en el Senado, los radicales de la línea Facundo Manes y Martín Lousteau lanzaron una solicitada pidiendo convocar una sesión para el 11 de marzo con el objetivo de tratar una decena de iniciativas, que iban desde pedidos de informes y citaciones hasta la creación de una comisión investigadora. El pedido de juicio político de Unión por la Patria, sin embargo, había quedado afuera.
El radicalismo, junto al pichettismo de Encuentro Federal, había intentado diferenciarse del peronismo, de modo de escaparle a la acusación de “kirchenristas”. Esto no le agradó a las autoridades de Unión por la Patria, a quienes nunca les avisaron que iban a avanzar con una sesión sino que se enteraron por Twitter. El jefe de bloque, Germán Martínez, terminó a los gritos con el armador del pichettismo, el cordobés Oscar Agost Carreño, a quien le recriminó la falta de coordinación, la ausencia del pedido del juicio político y el apuro para anticiparse al tema sin estar seguros de contar con el quórum. En el fondo había otra cosa: la sospecha de que la oposición dialoguista impulsaba el debate solo para hacerlo fracasar.
“Se equivocaron, es una convocatoria que está mal hecha. Después del Senado, la verdad que espero que no lo hayan hecho para que [Martín] Menem (el presidente de la Cámra de Diputados) les diga que no puede convocar”, deslizó, irritada, una de las autoridades de la bancada peronista. El problema era que la convocatoria, así como estaba, podía ser rechazada por el riojano libertario, dado que los expedientes propuestos para tratar en la sesión vencían el primero de marzo, que es cuando comienza el nuevo período parlamentario. Un detalle de técnica legislativa que escondía, para los optimistas, un error de cálculo o, para los más paranoicos, una maniobra orientada a llevarse la marca de la oposición a Milei sin pagar los costos.
Una vez que finalizó el griterío y los pases de factura, sin embargo, las diferentes alas de la oposición tomaron contacto y comenzaron a diagramar una nueva convocatoria. A través de chats y conversaciones informales, Agost Carreño y Nicolás Massot, por parte del pichettismo, Cecilia Moreau y Martínez, por parte de UxP, y Fernando Carbajal y Carla Carrizo, por parte de Democracia para Siempre, trabajan para repensar una nueva sesión que incluya todos los proyectos. Incluido el el de juicio político, por más que en el peronismo descuentan que no tendrán el número.
“Primero hay que pensar el efecto político y después vemos la parte metodológica y qué proyectos entran”, razona uno de los armadores de la oposición dialoguista que mantiene conversaciones también con La Libertad Avanza. El objetivo, insiste, es lograr aprobar algo, lo que sea. Lo ideal sería la interpelación de Karina Milei o, al menos, la posibilidad de crear una comisión investigadora. Con una salvedad: lo que se buscará plantear en el recinto es el emplazamiento de las comisiones para que traten estos temas, no la aprobación del proyecto sobre tablas, porque para eso necesitan los dos tercios. Un número imposible.
Si los dos tercios son inalcanzables, los 129 para el quórum son difíciles pero no imposibles. Uno de los diputados a cargo del poroteo calcula que, con presencia perfecta de quienes pidieron investigar el escándalo $LIBRA, podría llegar a los 131 diputados. Da por hecho que ni el PRO ni LLA ni ninguno de los gobernadores acompañará, por lo que la pecera para ir a buscar los votos será más reducida. El radicalismo de Rodrigo de Loredo, después de la experiencia del Senado, no aportará grandes números tampoco.
El ojo está puesto, en cambio, en la Coalición Cívica y que EF y DPS no arrastren muchas bajas producto de la presión de los gobernadores. Ambos bloques cuentan con representantes de Santa Fe (Maximiliano Pullaro), Córdoba (Martín Llaryora) y Entre Ríos (Rogelio Frigerio) que podrían terminar boicoteando la sesión. El objetivo, además, será presionar públicamente a la UCR, de modo de que tengan que explicar por qué no acompañan.
“Esto es el juego del huevo a la gallina. El número no está, vamos a tener que forzarlo”, explica un armador todoterreno.
Una Asamblea semivacía
En paralelo al armado de una sesión por el caso $LIBRA, la oposición también tomó la decisión de vaciarle la Asamblea Legislativa a Milei. Por goteo, los distintos bloques opositores del Senado y Diputados fueron anunciando que no asistirán a escuchar las palabras del presidente como parte de la apertura de sesiones extraordinarias. Era un gesto de rebelión ante los insultos del presidente, la designación por decreto de los jueces de la Corte Suprema, el criptogate y la ausencia de una ley de Presupuesto.
El primero en anunciarlo fue José Mayans, titular de la bancada peronista en el Senado. “Decidimos no escuchar al Presidente, porque cuando se refiere a nosotros nos trata mal y miente. Además, sabemos lo que pasó el año pasado, cuando el Gobierno hizo un show para el Presupuesto”, cuestionó el formoseño, anticipando que ninguno de sus 34 senadores asistiría.
En Diputados, mientras tanto, el peronismo también analiza ausentar a sus 98 integrantes. Todavía falta que se realice la reunión de bloque para oficializarlo, pero la mayoría de los diputados de UxP defiende la idea de vaciarle el recinto al Presidente. Sin UxP, en efecto, la mitad del recinto quedará desierto.
El peronismo, sin embargo, no es el único. El radicalismo de DPS también se ausentará y solo enviará un par de representantes, Pablo Juliano y Marcela Coli, “por el constante agravio de Milei a las instituciones republicanas”, anunciaron en un comunicado, en el que sumaron un cuestionamiento a las limitaciones que Presidencia puso para la cobertura periodística de la Asamblea.
Otro de los que anunció que no asistirá es Martín Lousteau, y a ellos se le sumarán otros senadores y diputados que, en medio de un clima hostil, no tienen interés en viajar en el fin de semana de Carnaval —con vuelos agotados— para escuchar los insultos del presidente. Milei, este sábado, le hablará a un recinto deshabitado.
MC/JJD