El revuelo que generó la filtración del video en el que amenazó a Felipe Miguel con “romperle la cara” no hizo mella en los planes de Patricia Bullrich. Este martes participará en la cumbre amarilla que encabezará Mauricio Macri para encauzar su relación con Horacio Rodríguez Larreta, pero la ex ministra de Seguridad está decidida a jugarse por la presidencia. Con la mira en el 2023, la también titular del partido amarillo comienza a tejer un plan de gobierno propio y se anima a fantasear qué hacer si supera la convulsionada interna opositora y gana las elecciones, más allá de la decisión electoral que tome su jefe político y la estructura de campaña que ponga en marcha el alcalde porteño, hoy su principal competidor.
El primer paso del “Plan B” se dará este jueves en Rosario. Allí Bullrich tiene en agenda reunir a una serie de dirigentes de perfil técnico para comenzar a delinear un programa de gestión de gobierno. Es una muestra de autonomía –y, otra vez, de cierta rebeldía– incluso hacia adentro de Juntos por el Cambio. Es que la coalición opositora ya puso a las distintas fundaciones ligadas a los partidos aliados a trabajar entre sí para delinear un programa común, más allá de qué dirigente sea el potencial sucesor de Alberto Fernández. Pero cerca de la ex funcionaria reniegan hasta del propio think tank del PRO: “La Fundación Pensar trabaja todo para Larreta”, cuestionaron.
Bullrich liderará entonces lo que podría ser un proto-gabinete de ministros. Será una actividad totalmente distinta a la reunión de “halcones” bonaerenses que encabezó a mediados de octubre en Mar del Plata. “Allí intentó mostrar músculo político, ahora queremos darle más volumen técnico”, confió un ladero. “Queremos que haya más calidad que cantidad, estamos muy exigentes con la convocatoria”, agregó.
Serán seis mesas de trabajo o ejes temáticos que la presidenta del PRO ve como prioridad para la gestión: economía, seguridad, producción, educación, desarrollo social y relaciones internacionales. “Patricia dedica la mayor parte de su tiempo a estudiar la realidad del país y sus complejidades”, argumentó otra fuente de su equipo sobre el armado técnico. El perfil general muestra cierta continuidad con lo que fue el gobierno de Macri, o al menos de su ala más “dura”.
Cada área específica estará liderada por un referente, de alguna manera ya anotado para ser parte de la aventura electoral de Bullrich. En Economía, la más sensible por la coyuntura actual, su espada es el diputado Luciano Laspina, uno de los principales filtros que tuvo la oposición para discutir el último presupuesto que envió Sergio Massa a la Cámara baja. Pese a las diferencias entre los precandidatos, el legislador tiene diálogo con Hernán Lacunza –parte del armado económico de Larreta– y Carlos Melconian –hoy al frente de la Fundación Mediterránea–. En Producción está trabajando Dante Sica, también ex ministro de Macri y fundador de la consultora Abeceb.
Seguridad es el campo de expertise de la propia Bullrich, pero también la de Gerardo Milman, otro diputado del PRO y quien fuera su segundo en el ministerio durante el macrismo. En una ciudad azotada por el narcotráfico, los ex funcionarios darán un fuerte mensaje al respecto. Hoy Bullrich, por Twitter, exigió la intervención del Gobierno y lanzó: “Rosario es tierra de nadie”.
En Educación habrá aportes de los equipos del senador radical Alfredo Cornejo, una muestra del acercamiento político entre ambos dirigentes y la posibilidad de una fórmula cruzada PRO-UCR que haga de espejo en 2023 a la sintonía que muestran Larreta y Gerardo Morales. No se espera que el ex gobernador mendocino pase por el encuentro, pero sí será anfitrión de una de las próximas reuniones de la tropa de Bullrich, además de otras que se prevén en Santa Fe y Tucumán.
En Desarrollo Social, con la consigna “del plan social al trabajo”, el alfil de Bullrich es el también diputado Federico Angelini, a quien el propio Macri designó como colaborador de la titular del partido.
El área de Relaciones Internacionales será responsabilidad del ex senador Federico Pinedo, a cargo de elaborar la propuesta hacia el exterior, que por estas horas tenía en la agenda de Bullrich un encuentro con el titular del Partido Popular de España Alberto Núñez Feijóo, que en la mañana del lunes disertó en la Universidad Torcuato Di Tella con Larreta. La semana pasada la ex ministra viajó a Uruguay para verse con el presidente Luis Lacalle Pou.
“A fondo”
La puesta en escena de Rosario será para Bullrich mostrar que tiene un equipo técnico con qué jugar en 2023, en el que no duda en que tendrá que haber un ajuste aún más severo del que está llevando a cabo el propio Frente de Todos. “El kirchnerismo nos va a dejar una herencia mucho peor de la que dejó Mauricio en 2019”, consideraron al lado de la ex ministra. Y la clave está en los tiempos: “Hay que ir a fondo, apenas asumís”, según recogió elDiarioAR de una fuente de extrema confianza. Por eso sus latiguillos de campaña son “la fuerza del cambio” y “el cambio profundo”.
Es la misma estrategia que en sus últimas presentaciones públicas expuso Macri. Pero que la distancian más de Larreta, quien pregona “el diálogo” y habla de formar un gobierno que abarque el 70 por ciento del arco político, dejando afuera al kirchnerismo extremo. “El 70-30 significa que hay ciertos sectores que no podes tocar, como son los gremios, los planes sociales o los gobernadores. Tenemos visiones del Estado muy diferentes con Horacio. Porque habrá que hacer un ajuste fuerte”, dijo el vocero consultado.
Bullrich cree que la única manera de llevar adelante esa estrategia es “con decisión política” y un carácter fuerte. Un perfil que la ex ministra intenta demostrar en público y que quienes la conocen dicen que es “auténtico”. Quedó cristalizado en la escena contra Felipe Miguel, donde además de la amenaza le advierte: “Conmigo no se jode”.
La dureza como propuesta política es el principal activo que tiene el “Plan B”, sobre todo en tiempo de pasiones exacerbadas –principalmente de derecha–. También le da vidriera pública ante la falta de recursos propios, por lo menos en comparación con el jefe de la ciudad de Buenos Aires. “Nosotros no pagamos encuestas”, dicen en su círculo íntimo.
La estrategia de Bullrich contiene un apéndice más allá en el tiempo electoral, imaginando una victoria en la interna opositora –sea o no a través de las PASO– y luego en las generales. Su fantasía de ganarle a Larreta y llegar a la Presidencia contempla hacer una especie de “retiro espiritual” con todo su equipo de colaboradores y posible gabinete para delinear las primeras medidas de gobierno.
“Si ganamos nos vamos a encerrar todos juntos. Primero, para conocernos bien, y después para escribir ahí mismo los primeros decretos. Imaginate que si vas a hacer un ajuste, de algún lado vas a recortar fondos. Todos tienen que saber eso de antemano, para que no haya fricciones”, dijo la voz consultada, que recordó que en tiempos de Macri era Melconian el que había estado trabajando sobre la economía, y finalmente el ministro fue Alfonso Prat Gay. Esos desajustes, dicen, hay que corregirlos antes: “El primer día de gobierno tenés que tener el equipo afianzado y la botonera lista”.
MC