Capricho del calendario o mueca del destino, Martin Lousteau eligió el 6 de diciembre de 2017 para firmar su ficha de afiliación a la UCR e infiltrarse con cara de joven promesa en un partido centenario, liderado por una dirigencia con un promedio de edad avanzado y la piel curtida por los fracasos en el gobierno. Cuatro años exactos después, su grupo de afinidad decidió partir el bloque radical en la Cámara de Diputados y llevar a lo más alto una pelea interna entre sectores que avanzan tan enfrentados como apurados hacia la próxima estación presidencial. Entre aquel 6 de diciembre y este, el contexto cambió en forma notoria: el radicalismo dejó de ser el furgón de cola en la aventura de Cambiemos, volvió a la oposición, entró en ebullición y proyectó a una nueva camada de dirigentes que compitió con éxito en las PASO y pretende discutir el liderazgo de la alianza antiperonista con el PRO de cara a 2023. Para Lousteau, sin embargo, la disyuntiva sigue siendo la misma: hay un viejo radicalismo que no entiende las demandas de la hora y sigue encaramado en los puestos de poder. Él los desprecia y ellos lo desprecian.
Al choque frontal del senador radical con el gobernador de Jujuy Gerardo Morales solo le faltaba que volara algún vaso. Egresado del Nacional Buenos Aires, esposo de Carla Peterson, ex funcionario de Felipe Solá, ex ministro de Economía de Cristina Fernández, ex columnista de Andy Kusnetzoff y bestseller de divulgación económica, Lousteau es un cuerpo extraño para la cúpula radical. Lo es en todos lados pero sobre todo en el Senado, el reino donde el gobernador jujeño pesa como nadie y concentra la mayor parte del poder a través de Luis Naidenoff. El senador formoseño es un apéndice de Morales: en eso coincide Lousteau con sus detractores más encarnizados.
Algunos dicen que el conflicto que terminó con la fractura que lideraron Emiliano Yacobitti y Rodrigo De Loredo en Diputados tiene su origen en el Senado porque ahí Lousteau viene de perder la vicepresidencia de la Cámara a manos de la animadora santafesina Carolina Losada, una de las grandes ganadoras de las elecciones. Lousteau subsistía en ese puesto, aislado de manera visible en el territorio de Morales, pero por lo bajo maldecía: desde hace tiempo, se venía quejando de la lista de 111 personas que el partido tiene contratadas en el Senado entre planta permanente y planta transitoria. Cuestionaba al gobernador y a sus aliados por tener ocupados todos los cargos que le pertenecen a la UCR: en el Congreso, en el Consejo de la Magistratura, en la AGN y en el Enacom. Sin embargo, el economista dice que la disputa es conceptual y, cuando lo apuran, afirma que él no necesita ningún lugar institucional. Siente que puede hablar en cualquier medio de comunicación cuando quiera y hacerse oír, que no necesita la chapa del partido para que lo sienten en una mesa del prime time opositor como panelista.
La pelea con Morales recrudeció después de las elecciones. Lousteau insistía en presentarse como el líder de la renovación radical por la incorporación del cordobés De Loredo -que vapuleó a Mario Negri, pese a todos los obstáculos legales que le pusieron sus rivales- , el mediático Martin Tetaz y otros diputados electos como el neuquino Pablo Cervi, la santafesina Victoria Tejeda o la entrerriana Marcela Antola. Sin embargo, desde la comandancia radical rebaten ese argumento y también quieren salir a disputar el codiciado significante de lo nuevo. Enseguida, dan nombres de una nueva camada de dirigentes que saltó a los primeros planos y tiene como máxima expresión a Facundo Manes. El neurólogo no es el único que se inclinó por Negri: también lo hicieron Martin Arjol, que viene de ganar en Misiones, Marcela Coli que se impuso en La Pampa y Roxana Reyes, que triunfó en Santa Cruz. Junto con Losada, forman parte de los ganadores que se referencian en la cúpula radical.
De fondo, la pelea excede el Congreso y los cargos para proyectarse hacia las próximas presidenciales. Después de haberle dado a Horacio Rodríguez Larreta el susto de su vida en 2015, Lousteau sello una alianza de hierro con el jefe de gobierno, se convirtió en su socio principal dentro del radicalismo y ganó influencia en el organigrama de la Ciudad. Ahí es donde Lousteau vuelve a estar tan o más solo que en el Senado. De trayectorias muy distintas, Morales está unido con Manes en el rechazo a Larreta y tienen una alianza en la que el gobernador de Jujuy se vale del médico de Salto para mimetizarse con lo nuevo y disimular que ya hace 20 años fue ministro del último Fernando De la Rúa. Manes, Morales y el gobernador Gustavo Valdes son los tres radicales que desafían a Larreta de cara a las presidenciales y unen fuerzas para impedir que el alcalde se consolide como candidato natural. Algunos directamente aborrecen al sucesor de Macri en la Ciudad.
Lousteau señala a Morales como el más oficialista de los gobernadores tanto durante el gobierno de Macri como durante el de Alberto Fernández. Apunta a su llegada directa al Presidente y a su alianza política con Sergio Massa. Sin embargo, el grupo leal a Negri también señala a Yacobitti como un diputado destinado a pactar con Massa y Máximo Kirchner a cambio de prebendas de todo tipo.
Aunque su próximo objetivo es la jefatura del gobierno porteño, el creador de la resolución 125 está convencido de que el origen de la confrontación más dura está en su decisión de recorrer el país y hacer pie en las provincias radicales sin tomar contacto con los jefes distritales.
Como contó elDiarioAR, Lousteau, Yacobitti y Juan Nosiglia -uno de los hijos del ex ministro de Interior de Raúl Alfonsín- sufrieron el viernes un golpe inesperado y perdieron también la conducción de la juventud radical ante Valeria Pavón, la candidata del gobernador correntino Gustavo Valdés. Es una muestra más de la debilidad en la que se encuentran dentro del partido y que tiene por delante un capítulo más, previsto para el 17 de diciembre. Para ese día, está convocada la elección del nuevo presidente del Comité Nacional de la UCR y Morales quiere ser el sucesor de Alfredo Cornejo. Lousteau quiere postergar los comicios, objeta que hay dos distritos intervenidos y cuatro que tienen mandatos vencidos y prorrogados desde hace tiempo sin elecciones. Todos, dice, están en manos de Morales y de Valdés.
Lousteau tiene dos radicales de peso con los que conserva la relación. El primero es el propio Cornejo, que busca hacer equilibrio entre los dos que chocaron el lunes en la reunión de la UCR. Cornejo avaló primero la pretensión de Yacobitti de desplazar a Negri de la jefatura del bloque, pero se opuso a la ruptura. El otro es Nosiglia padre, con quien lo une Yacobitti y una relación de varios años. “Coti” acompañó a Lousteau desde que decidió dar el salto al radicalismo, coincidió con él en 2019 en impulsar a Ramón Mestre en Córdoba para desafiar a Negri y también movió fichas en tándem en diciembre pasado cuando apoyó a Gustavo Posse en la interna bonaerense que ganó Maxi Abad aliado a Facundo y Gastón Manes. Juntos fueron a ver a Alberto Fernández y Eduardo Valdes en plena pandemia, en un encuentro del que trascendió poco y nada. Hoy sin embargo, a Nosiglia algunos de sus viejos conocidos como Ernesto Sanz lo declaran prescindente en esta pelea y el propio Lousteau afirma a su entorno que Coti está fuera de juego, algo que hace reír fuerte a sus rivales internos.