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Sospechas que a tu perro no le gusta especialmente verse rodeado de perros extraños, que lo pasa mal cuando se queda solo en casa, y que las tormentas le dan miedo. Pero, ¿es posible reconocer el estrés o la ansiedad en tu perro en señales concretas?
Aunque el estrés canino (como el estrés en gatos o en humanos, por poner dos ejemplos) a veces es mucho más complicado, lo cierto es que sí existen señales que podemos aprender a identificar para reconocer la ansiedad en nuestros perros.
Señales de que tu perro está estresado
Los perros tienen dos formas de comunicarnos cómo se sienten: con su lenguaje corporal y con sus ladridos. Y las dos nos ayudan a reconocer cuándo nuestro perro se siente incómodo o, directamente, estresado.
“Si tu perro se lame el hocico de repente, sin que esté relacionado con la comida, o si bosteza sin motivo aparente o fuera de contexto, puede indicar que está estresado”, explica Virginia Rueda, etóloga canina.
Del mismo modo, si tu camarada perruno se queda prácticamente quieto, no se mueve, también puede constituir una respuesta al estrés. Otras veces, las señales resultan más sutiles: como determinadas facciones de la cara (más fruncidas y rígidas), los ojos entrecerrados o sus orejas aplanadas, y hacia detrás, las que delaten que nuestro amigo se siente incómodo.
Y esos ladridos: ¿son estrés o que quiere algo de ti?
Los ladridos perrunos pueden desconcertarnos: aunque tu amigo los use, sobre todo, para hablar o comunicarse contigo, lo cierto es que también ladra cuando está frustrado, o como señal de alerta. Y, también, si se siente estresado. Ahora bien: no todos los ladridos suenan igual.
Para saber por qué ladra tu perro y cómo distinguir un ladrido, por ejemplo, de búsqueda de atención, de otro que denote estrés, hay que fijarse en “el tono, la fuerza, y la intensidad de la vocalización, porque será distinta”, apunta David Menor, doctor en Etología y miembro del grupo de Etología Clínica de la Universidad de Córdoba.
Según Menor, mientras que el ladrido de búsqueda de atención suele sonar más agudo, y tu perro lo emite en cadenas de ladridos, con pausas entre ellas, para evaluar tu respuesta (“¿ha funcionado?” “¿He logrado que mi humano me tire la pelota?”), un ladrido de ansiedad o que denote miedo sonará más grave y gutural.
Otra clave para distinguirlo: “El ladrido de un perro que siente estrés puede ser monótono y repetitivo; y mezclarse con aullidos o gemidos”; anota, por su parte, el veterinario, Germán Quintana.
Y la próxima vez que quieras abrazar a tu perro, piensa esto
No es ningún secreto: sabemos que a muchos perros les estresa y les crea ansiedad quedarse solos en casa. Mientras que otros perros prefieren no interactuar demasiado con los demás en el parque y que nos limitemos a tirarles la pelota.
Pero, ¿hay algo que hagamos mucho los humanos que estrese a nuestros perros, aunque lo hagamos con la mejor intención? Rueda lo tiene claro: abrazarlos. Y explica por qué: “Igual que le sucede a la inmensa mayoría de los animales, los perros necesitan que respetemos su espacio”
Pero las personas solemos abrazarlos como si fueran nuestras parejas o nuestro hijo, “algo que, sencillamente, la inmensa mayoría de los perros no llevan bien”, incide la etóloga canina.
En otros ladridos: tu perro necesita su propio espacio; y prefiere que te acerques o que interacciones con él de una manera menos intensa, más tranquila. De hecho, hay ciencia detrás de esta incomodidad: tu perro (evolutivamente) está diseñado para correr o alejarse de un peligro; al menos, esta es su primera estrategia de defensa, explica Stanley Coren, profesor emérito de la Universidad de Columbia, y experto en comportamiento perruno.
Y, cuando abrazamos a un perro, por muy buena que sea nuestra intención, lo que hacemos es (literalmente) inmovilizar a nuestro amigo; impedir esa estrategia de huida innata. Lo que, según Coren, incrementa sus niveles de estrés. Hay un problema adicional en esos abrazos: “El hecho de acercar nuestra cara tanto a la de nuestro perro también puede ser problemático”, añade la etóloga canina.
Es cierto: hay perros que lo toleran, pero el hecho de que tu amigo se quede quieto mientras que lo abrazas, insiste Rueda, no significa (ni mucho menos) que le esté gustando. Más bien, todo lo contrario.
Ya sabes: la próxima vez que quieras abrazar a tu perro, ten en cuenta esto: puedes estar haciendo infeliz a tu amigo. El consejo: reserva esos abrazos para los miembros humanos de tu familia, amigos y amantes. Ya que, lo más probable es que tu amigo perruno prefiera que le demuestres tu amor con una caricia en las orejas, una palabra cariñosa, un premio, un buen paseo o tirándole la pelota por enésima vez.
ESM