El 30 de abril de 1977, en plena dictadura cívico-militar, las Madres marcharon por primera vez alrededor del monolito que está en el centro de la plaza. Lo hicieron después de que un oficial les dijera “circulen, circulen”.
Ante la falta de respuestas, Azucena Villaflor, una de las madres expresó “individualmente no vamos a conseguir nada. ¿Por qué no vamos todas a la Plaza de Mayo? Cuando vea que somos muchas, Jorge Videla (el entonces presidente de facto) tendrá que recibirnos”.
Azucena Villaflor de De Vincenti, Berta Braverman, Haydée García Buelas, María Adela Gard de Antokoletz, Julia Gard, María Mercedes Gard, Cándida Gard, Delicia González, Pepa Noia, Mirta Baravalle, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin y dos mujeres más de las que no se conocen sus nombres se juntaron en la Plaza de Mayo.
La orden de la Policía Federal fue que circulen porque no podían quedarse allí reunidas manifestándose. Entonces, tomadas de los brazos, comenzaron a dar vueltas alrededor de la Pirámide de Mayo, originando así la primera ronda de muchas otras que se sucederían, jueves a jueves, a lo largo de todos estos años de lucha, una lucha que no cesa, gobiernos tras gobiernos, logrando el reconocimiento internacional.
Azucena Villaflor tuvo el mismo destino de su hijo. Fue secuestrada en diciembre de 1977 y desaparecida. Su cuerpo apareció el 20 de diciembre en las playas de Buenos Aires, pero fue enterrada como NN. Fue identificada en 2005.
El pañuelo como símbolo de lucha
En octubre de 1976 para festejar el Día de la Madre, la iglesia católica realizó una marcha a la Basílica de Lujan, provincia de Buenos Aires. Para identificarse, las madres resolvieron poner en sus cabezas un pañal de tela de sus hijos. De esta manera la gente y el periodismo comenzaron a reconocerlas. Ese pañuelo pasó a ser el símbolo de las Madres de Plaza de Mayo.
Los padres de la Plaza
Las Madres de Plaza de Mayo, antes de la desaparición de sus hijos, no eran militantes ni estaban involucradas en política.
En tanto algunos padres sí habían sido militantes previo a la última dictadura cívico-militar. Buscaban a sus hijos y mantenían la continuidad de su propia militancia.
Uno de los padres más recordados es Julio Morresi, fallecido en marzo del 2016. Fue secretario de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. Explicaba que “su militancia había empezado con el peronismo y que durante toda su vida había estado involucrado políticamente”.
Muchos de los padres también fueron secuestrados durante la dictadura o tuvieron que exiliarse.
Tantas otras madres murieron sin conocer el destino que sufrieron sus hijos. Pero el reclamo continúa, en las voces de esas mujeres que hoy siguen en el camino buscando y exigiendo memoria, verdad y justicia. Hoy son un símbolo de lucha de los Derechos Humanos en Argentina y en todo el mundo.
LG