El exsargento de la policía bonaerense Ricardo Panadero, cuarto efectivo acusado por el crimen de la adolescente Natalia Melmann, ocurrido el 4 de febrero de 2001 en la localidad balnearia de Miramar, fue sentenciado este miércoles a la pena de prisión perpetua por el Tribunal Oral en lo Criminal 4 de la ciudad de Mar del Plata, que ordenó su inmediata detención.
Panadero fue condenado como coautor de los delitos de “privación ilegal de la libertad agravado, abuso sexual agravado y homicidio doblemente agravado, por el concurso premeditado de dos o más personas y por ser cometido para asegurarse la impunidad”, en el marco del segundo juicio que debió enfrentar por el hecho, tras haber sido absuelto en el primero.
Para la fiscal Ana María Caro, titular de la Unidad Funcional de Instrucción descentralizada de Miramar, a lo largo de este segundo juicio quedó acreditado que Panadero fue coautor de los delitos de “secuestro, abuso sexual y homicidio doblemente agravado, por el concurso premeditado de dos o más personas y por ser cometido para asegurarse la impunidad”, por lo que había pedido una pena de prisión perpetua.
La fiscal también había solicitado a los jueces que, aunque el femicidio no existía como agravante al momento del hecho, la prueba presentada en el debate oral y durante la investigación fuera “valorada a través del prisma de la perspectiva de género”.
Entre los elementos incorporados en el juicio, Caro había destacado el examen de ADN de un vello pubiano hallado en el cuerpo de la víctima, que arrojó una compatibilidad del 97,05 por ciento con el perfil genético de Panadero.
El pedido de los padres para que no liberen a los asesinos
Los padres de Natalia Melmann, la adolescente de 15 años asesinada en 2001 en la localidad balnearia de Miramar, pidieron en enero pasado que no les otorguen la libertad anticipada a dos de los expolicías condenados por el crimen al participar de una audiencia en la Cámara de Apelaciones de Mar del Plata, que deberá resolver en los próximos días ese beneficio a los sentenciados.
“No puedo creer que puedan salir en libertad. Sabemos que si salen volverán a cometer delitos en Miramar”, sostuvo Gustavo Melmann, padre de la adolescente, en diálogo con los medios de prensa que lo esperaban en la puerta de los tribunales situados en Tucumán a 2450, de Mar del Plata, donde participó de la audiencia.
En ese sentido, remarcó: “Tuve que escuchar a (la abogada defensora Patricia) Perello, después de 22 años del crimen, decir que fue un juicio nulo, que son inocentes y que fueron mal juzgados. Es increíble lo que escuché, es una barbaridad porque la causa fue revisada por todos los tribunales del país”.
“El problema es que torturaron, violaron, mataron y la tiraron como basura a una jovencita de 15 años y saldrán en libertad, estoy devastado”, indicó Melmann.
Laura Calampuca, madre de Natalia, por su parte, expresó su indignación: “Acabo de escuchar muchas mentiras. Siento que me acaba de atropellar un tren”. “Lo único que sé es que hace 22 años que no veo a mi hija y yo lo que quiero es bailar, abrazarla, pero su lugar es muy reducido. No soy creyente pero si Dios existe estos tipos no merecen ni el perdón de Dios”, manifestó la mujer entre lágrimas.
Y dijo que los expolicías condenados “no pueden volver a salir”, ya que “son dos asesinos, no pidieron perdón, dicen que no lo hicieron y los ADN que encontraron en el cuerpo eran de ellos”. Y agregó: “Alguien tiene que tener las pelotas suficientes para decretar la perpetuidad en este tipo de casos”.
Perello, defensora de los expolicías Oscar Echenique (61) y Ricardo Anselmini (53), dijo que “ambos reúnen las condiciones para recibir la libertad condicional”. “Los informes del Servicio Penitenciario son favorables, tienen buen concepto, nunca tuvieron infracción, tienen conducta ejemplar y ya cumplieron el tiempo legal que establece la Ley y es lo que deben hacer”, afirmo la letrada.
“Los jueces resolverán en el plazo de los cinco días hábiles”, estimó.
Mientras realizaban la audiencia, que comenzó cerca de las 10, amigos y allegados a la familia Melmann concentraron frente a los tribunales para exigir que no se les conceda la libertad anticipada.
Los expolicías Echenique y Anselmini fueron condenados a prisión perpetua por secuestrar, torturar, abusar y asesinar a la menor de edad y, en base al tiempo transcurrido en prisión, pidieron ser beneficiados con la libertad.
El caso, en el recuerdo del padre de Natalia
“Hasta ahora, ni los más altos jefes de la Policía se animan a arriesgar una hipótesis sobre lo que pudo haber ocurrido”.
La madrugada del 8 de febrero de 2001, cuando el diario Clarín imprimió esa oración como último párrafo de un artículo, Natalia Melmann, de 15 años, estaba desaparecida. Para dar cuenta de esa búsqueda en curso, el texto enfatiza: Natalia vestía un jean y una camisa rosa la última vez que había sido vista, el 4 de febrero a las 7.30 de la mañana.
Ese 8 de febrero en el que los jefes de la Policía bonaerense no arriesgaban hipótesis sobre los hechos -pero investigaban una fuga de domicilio, porque ese encuadre habían impuesto a la familia cuando denunció la desaparición- un nene de 10 años encontró el cuerpo de Natalia en el Vivero Dunícola, un predio de 500 hectáreas que le sirve de gran pulmón verde a Miramar. A esa ciudad se habían mudado los Melmann en 1992 para tener una vida más tranquila que la que les ofrecía el departamento sobre avenida Corrientes a media cuadra del Obelisco en el que vivían.
“Yo estaba en Necochea, porque la estábamos buscando por todos lados, y me enteré por Crónica. Nadie nos avisó oficialmente nada. Ni a mí ni a nadie de la familia. Me enteré y fui directo para el vivero”, dice a elDiarioAR Gustavo Melmann, el papá de Natalia, y dice también que lo más insoportable de estos 22 años es pensar en los gritos que su hija habrá dado para pedir ayuda, que la dejaran, que aparecieran su mamá o él mismo para salvarla, que basta. “Escucho los gritos de todo el tormento que le generaron esos hombres”, cuenta Gustavo. Tiene la voz quebrada.
La noche del 3 de febrero de 2001 Natalia había salido con amigas: primero fue al boliche La Cantina, después a reencontrarse con su ex novio, Maximiliano Marolt, al que la mamá de la víctima, Laura Calampuca, señalaría como un primer entregador. Los testimonios de la investigación después reconstruyeron que Gustavo “El Gallo” Fernández, un ex convicto con vínculos con la Policía de Miramar, se acercó a Natalia y a Marolt y, una vez que ellos se separaron, siguió a Natalia por la calle. La última vez que Natalia fue vista con vida, Fernández la conducía hacia un patrullero. Por su rol como entregador, Fernández fue condenado a 25 años de prisión, que luego se redujeron a 10.
Ese 8 de febrero de hace dos décadas Gustavo Melmann logró entrar al Vivero Dunícola a pesar de la resistencia de la Policía a dejar que la familia estuviera en el lugar: explicar que el cuerpo había sido encontrado por un chico en un lugar que las fuerzas de seguridad ya habían rastrillado requería ingenio. Natalia había sido estrangulada con el cordón de su propia zapatilla, su cuerpo estaba en descomposición, su camisa estaba desabrochada, la habían tapado con hojas y ramas, y tenía dobleces extremadamente prolijos en la botamanga de los pantalones. Gustavo Melmann los recuerda porque así de prolijo fue el cabo primero Ricardo Suárez, un policía de Miramar, cuando se dobló las mangas de su camisa en las audiencias por el juicio tras el secuestro, la violación, la tortura y el homicidio de Natalia.
Por el crimen, antes de la sentencia de este 17 de mayo de 2023 a Ricardo Panadero, ya estaban presos Suárez, el sargento primero Oscar Echenique y el también sargento primero Ricardo Anselmini. Los tres eran policías de Miramar y los tres figuraban en el libro de guardia de la comisaría de esa ciudad la madrugada y mañana del 4 de febrero: según las pericias, esas fueron las horas en las que se cometió el crimen. Los perfiles genéticos de Suárez, Echenique y Anselmini estaban presentes en el cuerpo de Natalia y en la casa del barrio Copacabana a la que, según determinó también la Justicia, había sido llevada tras su secuestro: allí fue la violación y el asesinato.
Restos de semen, de piel, saliva y vello púbico de los tres policías, además de rastros de tierra que quedaron en la zapatilla de Natalia y que eran compatibles con la tierra de la casa de Copacabana, fueron pruebas del crimen: se los condenó a 25 años de reclusión perpetua por privación ilegal de la libertad agravada, abuso sexual agravado y homicidio triplemente calificado por ensañamiento, alevosía, en concurso con dos o más personas para procurar su impunidad.
Esa reclusión fue luego rebajada por la Cámara de Casación a prisión perpetua, lo que permite salidas laborales o transitorias. La Suprema Corte de Justicia de la Provincia estableció que debía volver a ser reclusión y, ante la apelación de la defensa de los policías, la Corte Suprema de Justicia de la Nación falló en la misma dirección. En el medio, la familia de Natalia tuvo que esperar años, hacer marchas, huelgas de hambre y soportar que la placa con el nombre de esa hija asesinada que habían colocado con autorización municipal en la comisaría de Miramar fuera retirada por el repudio de los familiares de los policías condenados.
“Los de Suárez, Echenique y Anselmini son tres de los cinco perfiles genéticos que se encontraron en la escena del crimen o en el cuerpo de Nati. Uno de esos perfiles restantes está identificado, es de Ricardo Panadero -también policía, con rango de sargento, condenado ahora a cadena perpetua-. A Panadero lo habían dejado absuelto en varias oportunidades con el argumento de que las pruebas genéticas no lo inculpaban del todo. Apelamos hasta llevarlo a juicio, en 2018, y volvieron a absolverlo”.
Ahora, tras lograr el nuevo juicio, Panadero fue condenado a cadena perpetua. “Estuvo ahí. Lo que pasó es que los restos genéticos que pudieron obtenerse en las pericias no fueron muchos porque, por los días que habían tenido a Natalia hasta hacerla aparecer en el Vivero, su cuerpo estaba muy descompuesto, y eso complicó las pericias”, describía Gustavo hace dos años en la nota para elDiarioAR.
La última parte es el texto de la nota publicada por Julieta Roffo para elDiarioAR el 3 de febrero de 2021.
IG