Nuevas restricciones: historias y retratos de trabajadores esenciales

Barbijos mojados, alcohol en gel y permiso de circulación en mano. Comenzó una nueva fase de restricciones y la lluvia no detuvo el gran flujo de trabajadores que, desde distintos puntos de la provincia, llegaron a la Ciudad de Buenos Aires para cumplir, un día más, con su labor esencial.

“Se extendió la hora pico”

Con megáfono en mano y chalecos amarillos flúo, un grupo de cinco personas indicaba a peatones las direcciones por donde circular. Natalia de 36 años es una de las trabajadoras del gobierno de la Ciudad que cumple diariamente con esta labor desde hace dos semanas en la estación Constitución. “Colaboramos para que se respete el distanciamiento social y el ordenamiento de las filas para que la gente pueda circular de la mejor manera y abordar el colectivo que necesita”, indicó a elDiarioAR. Durante este periodo, hicieron un trabajo de ordenamiento de paradas, “sobre todo en aquellas que acumulaban la mayor cantidad de pasajeros, para que puedan mantener la distancia social y se libere la senda peatonal cuando viene el flujo de pasajeros del tren hacia el colectivo”, explicó. Si bien esta tarea específica comenzaron a cumplirla este mes, desde el inicio de la pandemia contribuye con agentes de tránsito y “concientizadores” a mantener distancia social y ordenar las filas.

En una nueva etapa de restricciones, lo que se advierte es que “se extendió la hora pico”. “Estaba concentrada entre las 7 y 7.30 y notamos que el pico se extendió hasta las 8.30, pasadas las 9. Lo que nosotros tratamos de hacer es que solo viajen trabajadores esenciales”. Y esto fue algo que notaron en la jornada de este viernes: “Encontramos que todos los usuarios contaban con el permiso, además de la buena predisposición por parte de ellos”.

En este contexto de pandemia, para Natalia es importante “que todos podamos colaborar y entender la importancia de mantener los recaudos en los cuidados . Si nos mantenemos todos sanos, vamos a poder salir adelante”.

“Necesitamos la estación limpia”

A la izquierda de la boletería de la línea Roca, Gastón de 32 años, traje blanco, anteojos protectores y un rociador, limpiaba los molinetes en los que a diario apoyan su tarjeta cientos de trabajadores que llegan del interior de la provincia. “Soy personal de limpieza, desinfecto los molinetes diariamente, en todo momento”, contó a elDiarioAR. Él considera que es trabajador esencial. “Necesitamos tener la estación lo más limpia posible para evitar infecciones . Somos alrededor de 11 personas haciendo esta labor y comenzamos en el inicio de la pandemia”, recordó. Lo único que cambió de este jueves al viernes, “es que la policía está pidiendo permisos, pero sigue circulando el mismo caudal de gente”, dice.

Gastón es de Burzaco, donde formó un hogar junto a su mujer y su hija de 2 años y medio. “Mi estilo de vida se modificó totalmente. Desde entrar a la casa y sacarme las zapatillas y desinfectarlas con un trapo con lavandina a dejar la ropa afuera, desinfectarla y ponerla a lavar, además del hábito de dejar de compartir mate”. En marzo del año pasado, cuando su hija era chica, “no entendía lo que estábamos viviendo, pero ahora la acostumbramos a usar barbijo, andamos con el alcohol con agua en la mano, tratamos de que no toque nada y si vamos a algún lugar público, vemos que no haya aglomeración de gente”.

Gastón consideró que lo que suceda en el transcurso del año, “depende de nosotros mismos, tenemos que ponernos las pilas y tomar realmente conciencia de lo que está pasando; más la gente joven que no piensen que no va a pasar nada. No es que solo te comprometes vos, sino que comprometes a los demás”.

Una golosina para los pasajeros

La gran cantidad de personas que circulaban hacia la puerta de salida de la estación de Constitución, no le impedían a Sofía, ciudadana venezolana de 38 años, dejar de bailar al ritmo de la música tropical. La mamá de dos niños, atiende un puesto de golosinas y conos de helados en los pasillos de la estación. “Es obvio que tenemos que estar en casa, pero la situación amerita que salgamos a trabajar porque tengo dos nenes. El puesto es completo; vendemos panes y galletitas y entra dentro de los rubros esenciales”

Ella pisó territorio argentino hace dos años y medio junto a su mamá, hermana e hijos en busca de nuevas oportunidades, “Me siento bien porque así nos recibieron. Antes de este trabajo, cuidaba niños. Luego conseguí esto donde me siento más cómoda. Cuando comenzó la pandemia estuve sin trabajo en este mismo empleo, pero me volvieron a llamar cuando retomamos la actividad y aquí estoy”.

Sofía considera que en este contexto de suba de casos de coronavirus, “hay cosas que hay que restringirlas, para cuidarnos nosotros y así poder cuidar a los demás, porque tengo dos hijos y me preocupa estar acá”. Pero por otro lado sostiene, “es necesario para mí; pago alquiler, servicios, comida y más, pero hay gente que no necesita salir a la calle. En vista de nuevas restricciones, ”espero que no me cierren el laburo porque lo necesito. Lo demás, encomendarnos a Dios“.

Menos autos en las cocheras

Federico de 39 años, aguardaba atento sobre la vereda en Avenida Caseros al 800, a que ingresaran vehículos a la playa de estacionamiento donde trabaja desde hace cuatro meses. Siempre se dedicó a este rubro. De brazos cruzados, le contó a elDiarioAR que en comparación a periodos anteriores a la pandemia, “encontré una disminución importante de los coches que guardan en el estacionamiento. Bajó mucho el laburo, algunos clientes que teníamos se quedaron sin trabajo y tuvieron que sacar el auto. La medida de 'libre estacionamiento' también nos complicó mal” considerando que “el año pasado tuvimos que cerrar en fase 1 un par de meses hasta que nos declararon esenciales”.

Recordó que luego los habilitaron para hacer guardias mínimas, donde cerraban a la noche y abrían un tiempo de día, “así la gente podía ir a trabajar en el auto”.

Federico considera que su actividad es esencial, “porque aquí los médicos - del Hospital General de Niños Pedro de Elizalde- guardan sus autos, y los que están de guardia necesitan sacar su coche. También puede suceder que un cliente tenga una emergencia en la casa con un familiar, y tenga que prescindir de que le demos su auto”.

“Hay que apoyar al gobierno para que bajen los casos y pedirle a la gente que respete más, la responsabilidad individual y salidas nocturnas. Tratar de apoyarnos unos a otros”, agregó.

“Los empresarios no va a aguantar mucho tiempo”

“Brindamos un servicio, no tan importante como un médico o enfermero, pero es importante”, manifestó Alfredo de 53 años. El mozo trabaja en el restaurante `La Popular' sobre avenida Caseros. Sobre las nuevas restricciones que los afecta directamente con el cierre de locales gastronómicos a las 23 horas, mostró disconformidad: “El año pasado muchos compañeros la pasaron mal y hoy, no cierra del todo, pero afecta a una franja de empleados. Gran parte de nuestro sueldo depende de las propinas y las 22 ya estaríamos cerrando el negocio. Nos quedamos sin nada”, dice.

Alfredo destaca que siempre tuvieron la visita de sus clientes fijos. “En eso no cambió para nada ya que se trata de personas del barrio, no gente de paso”.

Es de la provincia de Tucumán pero se vino a Buenos Aires hace 40 años. Junto a su familia, residen en la localidad bonaerense de Temperley. “Cambió mucho la vida con el coronavirus, principalmente con mis amigos; soy de una generación donde el 'zoom' no va, pero hay que adaptarse y lo respetamos”.

Si se decide retroceder de fase los próximos meses, el mozo consideró que “los empresarios no van a aguantar mucho tiempo Pienso que la situación del año pasado no puede repetirse pero no lo sé, lo dejo en suspenso... espero que no”.

El vicerrector va en bicicleta

Las botellas de alcohol en gel copan la sala de dirección de la escuela Técnica Alejandro Volta, ubicada sobre Lavalle al 500. Y es que tanto el personal docente como los espacios comunes, tuvieron que adaptarse a nuevas funciones.

Por ejemplo, a Marcelo Sciossa, vicerrector de la institución educativa desde 2013, la pandemia le cambió la vida. Acostumbrado al transporte público, decidió montarse a su bicicleta y hacer diariamente el trayecto Lanús-Microcentro y Microcentro-Lanús para evitar la aglomeración de pasajeros en la línea 37. “Antes llegaba a mi casa y me desmayaba. Ahora el cuerpo se fue adaptando”. Sale 5.45 de su casa, llega a la escuela, se da un baño y comienza con su labor.

La situación actual con respecto a la presencialidad, “es compleja”, consideró. Cada “escuela es un mundo, los edificios son todos diferentes. Si enviás un aparato a un colegio, en otro no te sirve. También depende de la cantidad de alumnos y las aulas. Para cumplir los protocolos hay que hacer un cálculo de los metros cuadrados, que se multiplica por un número y se saca la cantidad de chicos. A nosotros nos está dando 10 chicos, dependiendo del aula. Si tengo por ejemplo 27 alumnos, tengo que hacer tres burbujas. La profesora de Geografia tiene que repetir presencial, tres veces la misma clase”.

Para Marcelo, tendría que existir una “calificación de esenciales”: “Los súper esenciales son los médicos que la están peleando ahí al lado contra la enfermedad. Luego venimos nosotros, que buscamos la manera de que los chicos vengan y socialicen”. Lo que sucede es que “extrañaban mucho a los compañeros, charlas y caminatas”.

“Cumplimos la función esencial de estar y educar. Tratamos de cuidarnos lo más que podemos. En la virtualidad había cosas bárbaras. En Historia, Geografía, Lengua y Literatura, los profesores tienen más recursos con videos. La materia que necesitás para la presencialidad son los talleres. El año pasado no podíamos hacer que un chico, por una cuestión de sentido común, pele un cable en la casa, porque quizás hace saltar la térmica o se lastima o esta el hermanito, con elementos cortantes. El pelar un cable, palpar un material, es importante. El video sirve hasta un punto”, cuenta.

“Con respecto a este año, pensamos que iba a estar todo bien” -sigue Marcelo. “Íbamos a dar el doble de práctica pero tampoco podemos tener tantos chicos en el taller. Estoy esperanzado con que nos vacunen a todos. Nosotros tenemos todos los protocolos pero esta la potestad en el padre que determine dispensar al chico. En cada institución, aparte del protocolo, uno busca sus propias estrategias”.

WC