Un disruptor terrible de la vida de todas las personas. La sepultura de un montón de planes que teníamos todos. La obligación de tomar caminos que no estaban previstos. Son algunas de las definiciones que el infectólogo Omar Sued, que preside la Sociedad Argentina de Infectología, hace sobre la pandemia de CoVid-19 que llegó el 3 de marzo a la Argentina y que, hace exactamente un año, instaló vía decreto presidencial la cuarentena obligatoria. Es, además, uno de los integrantes del comité de expertos que asesora al Ministerio de Salud de la Nación desde que la pandemia tocó suelo argentino, aunque, según sus propias palabras, en este momento y porque empezó la vacunación sea más gravitante el rol de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn) ante esa cartera.
- En términos científicos, ¿cuáles fueron y son las complicaciones principales de esta pandemia?
- En principio, era un virus del que casi nadie sabía nada: había poquísima información. A la vez, hay dos características desde lo biológico que convierten a este virus en el problema que es hoy. Junta alta transmisibilidad con una tasa de mortalidad no despreciable y eventualmente alta. Pensemos que la tasa de mortalidad de la gripe común es menor al 0,5%, y en este caso es de alrededor del 2%, y si te vas a personas de 80 años, la mortalidad sube a 25%.
Otra complicación es que hay alto porcentaje de asintomáticos y es un virus que tiene un período de contagio presintomático de 48 horas, por lo que hay grandes dificultades para identificar a los que contagian. De esta manera, es imposible controlar la pandemia con medidas clásicas de control, como la búsqueda de contactos.
Si sumás que posiblemente las vacunas, que son lo mejor que tenemos en este momento, posiblemente no sean esterilizantes y haya gente que igual se infecte y contagie, entonces no sabemos cuánto tiempo vamos a convivir con esta infección. Pero cada día que pasa sabemos con mayor certeza que este año y el que viene vamos a seguir teniendo CoVid-19. Hay un continente entero, África, que no tiene personas vacunadas: ahí ya hay una imposibilidad de frenar la pandemia.
- ¿Qué impacto pueden tener las mutaciones en el próximo tiempo?
- Si a todo lo anterior le sumás las mutaciones y, además, la imposibilidad de bajar la mortalidad con tratamientos porque no existen esos tratamientos, estamos en el problema que estamos. Hay que seguir pensando desde la ciencia para abordar esta situación, pero en la comunidad médica estamos muy asustados por el riesgo que implican las mutaciones. No hay que descartar de plano que en el futuro tengamos que proponer nuevamente una medida de disminución de movilidad si es que vuelven a aumentar los casos. Sobre todo porque no sabemos si todas las mutaciones van a ser neutralizadas por las vacunas.
- ¿Qué cambios puede generar esta pandemia en el manejo de la salud?
- Vienen años muy duros, pero que ya no se discuta al interior de los países que es importante invertir en salud no es poco. Y es muy bueno que se sepa que preferentemente tiene que ser en el sector público. A la vez, el CoVid vino a revitalizar los enfoques con los que se controlan las epidemias. Con la irrupción del VIH se había empezado a desarticular todo lo que tuviera que ver con la búsqueda de casos a través de contactos, por el conflicto entre la protección social y la protección de los derechos individuales. Eso empezó a bajar cuando el VIH empezó a no ser tan traumático y mortal, pero ya había impactado en las políticas de vigilancia de salud pública. Antes del CoVid-19 era imposible que te llamaran para avisarte que eras contacto estrecho. Así se perdían contactos de tuberculosis, por ejemplo. Pero toda la infraestructura puesta al servicio de buscar contactos va a seguir, así como el fortalecimiento del control epidemiológico diario.
- A lo largo de la pandemia el comité de infectólogos y estos especialistas que asesora a Salud tuvo mayor y menor notoriedad, ¿cuál es su situación actual?
- Fue un rol crítico al inicio. Había muy poca información, esa información cambiaba demasiado rápido, por eso fue clave que cada uno de los que estábamos en ese comité transmitiéramos información a las comunidades que representábamos. A medida que fuimos sabiendo cómo se transmite el virus, cómo se trata con lo poco que se puede hacer, nuestra participación se va ralentizando. Hoy participamos como comité, tenemos un chat, pero el rol no es tan preponderante como antes. La llegada de las vacunas fue lo que más marcó la pérdida de preponderancia porque ahora el rol más importante es de la Comisión Nacional de Inmunizaciones, que tiene reuniones semanales con el ministerio actualmente. Está bien que sea así porque lo prioritario es aumentar la cantidad de gente vacunada.
- El Gobierno había anunciado 5 millones de dosis de vacunas para enero y hasta este momento, ya pasada la mitad de marzo, llegaron menos de 4. ¿Cómo creés que llegará la Argentina al invierno en términos de vacunación?
- Tenemos 4 millones de vacunas, están llegando otros 3, pero para esta altura queríamos tener 25 millones. En Argentina el proceso de vacunación depende básicamente de la provisión de las dosis. Hemos visto que existe capacidad para que se dispare la cantidad de vacunas que se aplican a diario. Lo que ocurre es que el 10% de los países del mundo tienen 90% de las dosis. A pesar de que ya no está Trump, que Estados Unidos volvió a apoyar a la OMS, que el programa Covax prometió que iba a entregar 9 millones de vacunas a la Argentina. Es febrero y no entregó ninguna. Entonces la inequidad mundial en cuanto al acceso a las vacunas es muy marcada. Son problemas que no tienen solución fácil, porque, por ejemplo, si se permitiera la liberación de la compra de vacunas para que fuera negociada por un privado en vez de por el Estado, mucha gente se quedaría sin acceso. En cuanto al invierno, la diferencia entre que implique más o menos casos dependerá de la responsabilidad individual, colectiva e institucional de los gobiernos para tomar las medidas que hagan falta.
- ¿Cómo prevés que serán los próximos meses en términos epidemiológicos?
- Seguimos con un promedio de ocupación de camas de terapia intensiva del 53%, eso es una locura. Creo que los próximos meses van a seguir como vienen siendo, y que hay que tener en cuenta la preocupación que suscitan las mutaciones, que implican mayor transmisión. Si empiezan a circular más y contagian más, el crecimiento de los casos es exponencial
En cuanto al invierno, no sabemos qué va a pasar porque no es un virus que varíe con la temperatura, sino que varía con lo que la gente hace con la temperatura. Si van a cerrar las puertas y las ventanas de escuelas, oficinas, bares y colectivos, va a haber mayor riesgo de contagio.
- ¿Qué fue lo que más te impactó de este año que pasamos en pandemia, positiva y negativamente?
- Todos los cambios que nos vimos obligados a hacer nos generaron un enorme optimismo inicial. Vimos las aguas transparentes de Venecia y pensamos que era el renacimiento de la humanidad. Hubo idealismo pero sin dudas esto empeoró el acceso a servicios de salud: lo que pasa con la distribución de las vacunas en el mundo es una gran demostración de eso. Lo peor… Hay 2,5 millones de muertos más en el mundo todavía hay quienes discuten que el CoVid-19 mata. A veces creo que lo peor es la sensación de que se podría haber hecho algo diferente, pero es contrafáctico e hicimos lo mejor que hemos podido. Y lo que más me sorprendió en términos negativos fue la campaña de fake news. El nivel de perversión humana para impactar negativamente en la comunicación a propósito. Lo mejor tal vez sea que esto nos dio la oportunidad de implementar cosas que no habíamos pensados antes, desde el desarrollo de una vacuna en 9 meses y el diagnóstico de un virus nuevo en menos de un mes hasta la virtualidad aplicada al trabajo, la educación o la atención médica. Pero el acceso a esa virtualidad es muy dispar, mucha gente se queda afuera de eso, entonces a la vez esta pandemia vino a endurecer la inequidad.
Sued, que es también director de Investigaciones de Fundación Huésped, prefiere no hablar de las distintas administraciones políticas que gestionaron durante estos meses de pandemia en las distintas jurisdicciones de la Argentina. Sin nombres propios, asegura: “El problema del manejo de la pandemia fue cuando aquí y en el mundo empezó a primar el manejo político por sobre el sanitario. La mayoría de los países estuvieron incendiados por las oposiciones, y este no fue la excepción. En la Argentina de la pandemia no hubo una buena llamada a la colaboración desde el nivel oficial y hubo una falta clara de apoyo desde la oposición”.
JR