Sobre la avenida que sigue la línea costera, justo enfrente de la Base Naval en la que las familias de los tripulantes del submarino ARA San Juan colgaron las banderas que recuerdan a sus 44 muertos, un cartel avisa: “A 1.000 metros, Avenida Juan B. Justo, la avenida del pulóver en la capital nacional del pulóver”. Ese título ostenta Mar del Plata: quedó de los tiempos en los que las vacaciones veraniegas incluían, para muchas familias, una tarde dedicada a comprar abrigo de lana de buena fama para pasar el invierno. Esta semana, la primera del año, Mar del Plata fue, más que cualquier otra cosa, la capital nacional del testeo “por las dudas”.
A la hora del mate en la playa, la fila para comprar los churros más famosos de esta ciudad mide media cuadra. La de testearse en el puesto que el Municipio de General Pueyrredón instaló frente a Playa Grande, trescientos metros y no menos de cuatro horas. La espera es sobre el cemento y con vista al mar: algunas familias instalan sus reposeras ahí, en vez de en la orilla. Hay heladeritas, niños impacientes, trabajadoras de la salud que cada tanto salen de la casilla en la que hisopan a mirar si la fila crece o se achica, y una mujer con chaleco que camina y dice: “Recuerden por favor que esto es sólo para personas con síntomas de Covid-19”. Son puestos con horario vespertino: el éxodo playero es la hora pico de estos centros de diagnóstico.
“Nosotros no tenemos síntomas pero tenemos una cena con dos familias amigas que llegan esta noche y queremos estar tranquilos, así que bueno, nos comemos esta fila pero nos testeamos y ya nos dan el resultado. Nuestros amigos se testearon antes de salir de Buenos Aires”, cuenta Liliana, que vive en Avellaneda y pasa la primera quincena de enero en Mar del Plata desde hace 33 años.
Manuel tiene 23 años y planes para la noche: “Voy a un asado en la casa de un amigo que vino con toda la familia y me preocupa la abuela. Yo salí todos los días desde que llegué así que quiero ir tranquilo. No siento ningún síntoma”, dice, y agrega las palabras clave: “Pero por las dudas”. Tiene por delante dos cuadras de espera, parado solo al rayo del sol y con el ruido de las olas como banda de sonido.
Algunos de los centros de testeo de esta ciudad dependen del municipio, otros, de la Provincia. Algunos más son privados. En total hay 24. Los dos que se instalaron en la costa, a la altura de Playa Grande y de la Bristol, dependen del municipio y atienden desde la tarde. En el Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias del Municipio (CEMA), el principal centro de testeo municipal en esta ciudad, los primeros días del año las filas llegaron a las cinco cuadras, aunque los turistas se acercan especialmente a los que están sobre la playa. Este martes, en medio de una demanda exponencial de testeos, trabajadores de la salud del puesto de la Bristol fueron agredidos e insultados por quienes consideraban que habían esperado demasiado.
Fuentes del área de Salud del municipio confirmaron a elDiarioAR que en los próximos días se abrirán nuevos centros de testeo cercanos a la playa, aunque advirtieron que continuarán recorriendo las filas explicando que allí se testea sólo a personas con síntomas. Esa advertencia empezó a hacerse antes de que el Ministerio de Salud de la Nación, ante la altísima demanda de diagnósticos, reservara el testeo exclusivamente para personas con síntomas y determinara que los contactos estrechos deben aislarse sin hisoparse. Y continuará.
“En Buenos Aires se vio la altísima demanda de testeos previa a las Fiestas, en un contexto de crecimiento de casos que ahora mismo es todavía mayor. Esa especie de ‘costumbre’ de chequear parece haberse instalado”, explican esas fuentes sanitarias. La disparada de casos nacional tiene su sucursal en Mar del Plata. Esta semana hubo días en los que se superaron los 1.100 casos diarios: el récord previo en esta ciudad se había dado en mayo de 2021, durante la segunda ola de casos en la Argentina, y había alcanzado los 490 positivos diarios.
Ahora, en plena temporada de verano y con una ocupación hotelera e inmobiliaria que según fuentes del Ente Municipal de Turismo supera el 80%, la demanda de testeos es no sólo local, sino sobre todo “importada”.
Los centros de testeo provincial, ubicados más lejos de la costa, tienen más demanda local que de turistas, aunque ya confirmaron que ampliarán sus horarios y días de atención por la creciente demanda. Tanto allí como en los municipales se hace el test de antígenos, cuyo resultado no demora más de 15 minutos. La espera larga es antes, para llegar al hisopo, sobre todo en los días de sol. Alcanza con quedarse un rato cerca de la fila en el puesto municipal: como si repartieran parasoles o muestras gratis de algún shampoo, hay quienes interrumpen intempestivamente la vuelta a la casa o al hotel sólo porque hay una fila que les resulta seductora.
“Está circulando mucho, yo ahora de vacaciones no miro los diarios ni los noticieros casi, pero a la noche pongo un ratito y están con lo del récord de casos. Todos los días récord de casos. Y bueno, andá a saber, ahora te lo podés agarrar en cualquier lado, así que mejor prevenir…”, dice Miguel, de 55 años y de Boedo. “Es un garrón porque te pasás horas acá y te perdés un buen rato del día lindo, pero bueno, te vas sabiendo, y es gratis”, dice Miguel, y da en el clavo con el segundo componente de esta demanda: es “por las dudas” y es gratis.
Esa demanda, que en ciudades como Pinamar donde la capacidad de testeo es tan reducida que la positividad alcanza el 70% de los casos analizados, crece y, en los lugares de veraneo, arma un cuello de botella. En Mar del Plata, sólo contemplando los centros de testeo municipales, la demanda de diagnósticos al menos se quintuplicó en sólo un mes.
Esa demanda, que en ciudades como Pinamar donde la capacidad de testeo es tan reducida que la positividad alcanza el 70% de los casos analizados, crece y, en los lugares de veraneo, arma un cuello de botella
La aprobación de cuatro tipos de auto-test por parte de la ANMAT y la determinación del Ministerio de Salud nacional de ya no testear a contactos estrechos, presenten o no síntomas, apuntan a descomprimir esa demanda. Pero para que eso ocurra, además de las medidas ya tomadas, quienes se testean deben optar por pagar, y deben optar por evitar el diagnóstico “por las dudas”, algo desaconsejado por infectólogos como Eduardo López, quien reitera incansablemente: “El hisopado es una foto, el virus puede resultar no detectable en un momento y ser detectable más adelante. Lo que hay que hacer es respetar el aislamiento indicado”.
Esta semana, esa demanda le dio una postal inédita al corazón turístico de los veranos argentinos. La muchedumbre que siempre estaba en la arena, o en la rambla o Las Toscas bailando por algún espectáculo musical, o en la puerta del hotel Costa Galana la espera de que Mirtha Legrand saliera a saludar, se mudó: ahora se agolpa en los centros de testeo.
JR