Dalma Maradona ya había discutido con Leopoldo Luque. Fue por las fotos que se publicaron en la tapa de los diarios, redes sociales, portales de noticias. Su padre en camisolín, con una venda en la cabeza y Luque al lado, campera de cuero, sonriente. Los dos fundidos en un apretón de manos. La hija mayor de Maradona le reprochó que había roto el acuerdo: no iban a exponer a su padre. Luque se limitó a explicarle que “se lo habían pedido” para dar cuenta de que su “papá estaba bien”. ¿Quién se lo había pedido? ¿Por qué no consultaron a la familia? El cerco en torno a Diego Maradona había empezado hace tiempo.
En 2014, quizás, cuando Matías Morla y Víctor Stinfale llegaron juntos a la casa de Gianinna. Le habían pedido una reunión a las hijas de Maradona y a Claudia Villafañe, y las mujeres aceptaron. El encuentro fue breve, muy breve. Dalma Maradona no precisó la fecha, pero fue un poco antes de 2014. Y al Tribunal también contará: “Morla y Stinfale nos dicen que a ellos les gustaría que hablemos con papá para que mi papá trabaje con ellos. Que por ese 'puente' ellos nos darían un porcentaje. Nos dio tanta vergüenza que los invitamos a retirarse. Y a partir de ahí pasó lo peor que podía pasar”.
Pasó, según el relato de Dalma, que su padre le reclamara al teléfono que fuera a visitarlo, que le llevara a la nieta, que quería verlas, que por qué no iba. Entonces Dalma subía a su bebé al auto y conducía de Capital a Tigre. El primer problema aparecía en la garita de Seguridad del barrio San Andrés, donde se rehabilitaba su padre. “Desde la puerta empiezo a llamar a la casa y nadie me atendía. Nadie atendía el teléfono de mi papá. Le dejé escrito en el chat en el que también estaban (Leopoldo) Luque y Agustina (Cosachov). Que no podía ser que quedara adentro de un auto con mi hija porque no me autorizaban el ingreso”, dijo Dalma. Esa vez se tuvo que volver.
También pasó que el 12 de noviembre, trece días antes de la muerte, Dalma habló otra vez con su padre y acordó ir a verlo. La hija había insistido para que se diera ese encuentro. “Lo llamé a Maxi Pomargo (N. de la R.: asistente de Maradona, esposo de Vanesa Morla, es decir, cuñado de Matías Morla) para que me dejaran entrar al barrio. Maxi me dijo que mi papá estaba durmiendo, eran las cuatro de la tarde. Le pedí que me avisara cuando se levantase y me quedé esperando en la casa de mi hermana, que vive más o menos cerca”, relató Dalma. Nunca le devolvieron el llamado. Dalma se volvió a su casa.
Y pasó, de acuerdo a su declaración, que en el cumpleaños de Maradona, el de 2018, se dio cuenta de que el teléfono de su padre estaba en modo avión. En modo avión, el celular no tiene conexión a Internet con lo cual no es posible que el dueño del número —en este caso Maradona— pueda recibir, por ejemplo, un mensaje de texto o un audio o un video por WhatsApp. “No se quién se lo hacía”, dijo Dalma en relación a la configuración del teléfono. Gran parte del interrogatorio a la hija mayor del exfutbolista de parte de la Fiscalía tuvo que ver con cuán aislado estaba Diego de su familia biológica durante los catorce días durante los que estuvo sometido a una internación domiciliaria en un barrio cerrado de San Andrés.
“Nunca me pasó no poder ver a mi papá”, insistió Dalma y siguió: “Ya no reconocía a mi papá porque había dejado de sonreír. Si estábamos en una videollamada a veces no sabía quién estaba del otro lado. Desvariaba. Lo planteamos a Luque, Cosachov y (Carlos) Díaz. Ellos decían que era normal. A nosotras se nos cortó todo tipo de contacto”. Dalma se tomaba fotos en la puerta del country. Era por si su papá le reclamaba porqué no había ido. Entonces la hija le enviaba la foto. Entre el 11 de noviembre y el 25, día de la muerte, el único contacto entre padre e hija fue por videollamada. “Tengo órdenes de no dejarte entrar”, le decía Pomargo al teléfono. “La orden” la bajaba Morla.
Sobre la internación: “Nos engañaron de la manera más cruel”
Hubo una reunión el 10 de noviembre en la Clínica de Olivos. Dalma participó, como Gianinna y Jana; las tías, Stinfale, un representante de Swiss Medical y el representante del equipo médico que lo había atendido en Olivos durante la cirugía por el hematoma subdural. Y, por supuesto, el neurocirujano Luque, la psiquiatra Cosachov y el psicoanalista Díaz.
Dalma, frente a los jueces, volverá a esa tarde y dirá: “Luque planteó tres opciones. Una era internarlo en una clínica por voluntad propia. La otra era una internación compulsiva. Y la última, una internación domiciliaria”. De acuerdo con la hija mayor de Diego, Luque insistió con la domiciliaria. Ella quiso saber por qué. Luque respondió que por voluntad propia Maradona no iba a querer y que estaba lúcido para ir por una compulsiva. “Y que la internación domiciliaria iba a ser igual a la atención que mi papá había tenido en la Clínica de Olivos. Con aparatología, ambulancia, médicos 24 horas... A nosotros nos prometieron una internación domiciliaria que nunca sucedió”, detalló al Tribunal.
Así cómo Luque estaba apurado para operar a Maradona del hematoma subdural, algo que en el sanatorio Ipensa desaconsejaban, también estaban urgidos para dar con la casa en la que el ex futbolista se rehabilitaría de la operación y del consumo problemático de alcohol. Según Dalma, Gianinna ofreció en el chat tres viviendas. “Le mandó los links a (Maxi) Pomargo para que se los pase a Vanesa Morla, que era la que iba a pagar la casa. A mi hermana le dijeron que era 'mucho'. Gianinna respondió que papá tenía que pasarla como un rey y que, además, la casa la pagaba papá”, explicó Dalma. La casa de Benavídez la consiguió una broker a través de Vanesa Morla. Pero quien firmó el contrato de alquiler fue Jana Maradona. “Ni mi hermana ni yo hubiéramos firmado por esa casa en la que mi papá no podía moverse —aclaró Dalma—, por eso entendemos que Vanesa se lo pidió a Jana”.
Sobre los enfermeros, Dalma dijo que les habían asegurado profesionales 24 horas, divididos en turnos. Era parte del acuerdo, un monitoreo 24x7. Pero no tenían manejo de los registros. Sobre los acompañantes terapeúticos, aseguró que “los echaron”. “Agustina o Leopoldo, no recuerdo, nos dijeron que eran muy cargosos con mi papá y que preferían que se fueran. Uno de los acompañantes terapéuticos se comunicó conmigo por fuera y me dijo que a veces es así, pero que es parte de su trabajo y que ellos tenían que insistir”. A Nancy Forlini, representante de Swiss Medical —que proveía los servicios y productos de la internación domiciliaria, y que está imputada por la muerte de Maradona— la sacaron del chat en el que estaban las hijas solo por haberles avisado que Diego había vomitado, si requerían que fuera una ambulancia. Cosachov decidió que sacar a Forlini del grupo facilitaba la comunicación con las hijas.
“Nos convencieron de que la internación domiciliaria era la mejor opción. Nos duele que nos apunten a nosotras como las responsables porque nos engañaron de la manera más cruel”, dijo a los jueces. El mediodía del 25 de noviembre de 2020, Maradona yacía en la cama de su habitación. Dalma fue a la casa de Benavídez con su madre, y su hermana Gianinna. Entró en el dormitorio, vio el cuerpo de su padre tapado con una sábana blanca. Se arrojó sobre él, creía que todavía podía despertarse.
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