Cada 1 de diciembre, el mundo se une para conmemorar el Día Mundial de la lucha contra el SIDA, una fecha cargada de simbolismo que, desde 1988, ha servido como un recordatorio de las acciones contra una de las epidemias más devastadoras de la historia moderna.
El Día Mundial de la lucha contra el SIDA, fue el primer día internacional dedicado a la salud. Su instauración en diciembre no fue casual: la elección del primer día de este mes buscaba maximizar el impacto mediático de la campaña, sensibilizando al público en una época del año propicia para la reflexión y la solidaridad. Desde entonces, esta jornada se ha consolidado como una plataforma global para movilizar recursos, generar conciencia y fortalecer el apoyo hacia las personas que viven con VIH.
El impacto global del SIDA
Desde que se identificó el virus del VIH en la década de 1980, la epidemia de SIDA ha cobrado la vida de más de 40 millones de personas. Actualmente, alrededor de 38 millones de personas viven con el VIH en todo el mundo.
El SIDA afecta de manera desproporcionada a las regiones más vulnerables del mundo, siendo el continente africano el más golpeado. En 2016, cerca de un millón de personas murieron debido a enfermedades relacionadas con el SIDA, y se registraron 1,8 millones de nuevas infecciones. Estas cifras subrayan la necesidad de redoblar los esfuerzos en educación, prevención y acceso a tratamientos.
La campaña del lazo rojo
Uno de los símbolos más reconocidos de las acciones contra el SIDA es el lazo rojo, que representa la solidaridad y el apoyo a las personas afectadas por el VIH. Durante esta jornada, es común ver a personas luciendo este distintivo, mientras organizaciones, activistas y comunidades se movilizan en actos públicos, campañas informativas y eventos de recaudación de fondos para la investigación y el apoyo a quienes viven con esta enfermedad.
La importancia de las comunidades en esta lucha quedó evidenciada en la campaña de 2019 de ONUSIDA, bajo el lema “Las comunidades marcan la diferencia”. En un contexto de financiación limitada, las comunidades se destacaron como un pilar fundamental para garantizar el acceso a los servicios de prevención y tratamiento. Grupos de apoyo, trabajadores sociales y de salud, jóvenes, mujeres y colectivos afectados han demostrado ser clave para sostener los avances logrados y seguir enfrentando los desafíos de esta pandemia.
El VIH y el SIDA: diferencias y mitos
Aunque los términos VIH y SIDA suelen usarse indistintamente, tienen significados distintos. El VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) es el virus que, al atacar el sistema inmunológico, puede provocar el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), que es la etapa más avanzada de la infección.
Es importante destacar que no todas las personas con VIH desarrollan SIDA. Con un diagnóstico temprano y tratamiento adecuado, muchas personas viven décadas sin que su sistema inmunológico se deteriore gravemente. Sin embargo, sin tratamiento, el VIH destruye progresivamente las células CD4, debilitando el sistema inmune y aumentando la susceptibilidad a infecciones graves y cánceres.
Cómo se transmite el VIH
El VIH se transmite principalmente a través de ciertos fluidos corporales como sangre, semen, fluidos vaginales y leche materna. Las vías más comunes de transmisión incluyen:
- Relaciones sexuales sin protección.
- Compartir agujas o jeringas contaminadas.
- Transmisión de madre a hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia.
Contrario a los mitos populares, el VIH no se transmite por el contacto casual, abrazos, besos, compartir alimentos o utensilios, ni por las picaduras de insectos. Además, los avances en la seguridad de las transfusiones sanguíneas han reducido al mínimo el riesgo de transmisión por esta vía.
Prevención: la mejor herramienta contra el VIH
La prevención sigue siendo el pilar fundamental en la lucha contra el VIH. Entre las medidas más efectivas se encuentran:
- Uso de preservativos: Correctamente utilizado, el condón reduce significativamente el riesgo de transmisión del VIH.
- PrEP (profilaxis pre-exposición): Una píldora diaria que ayuda a prevenir la infección en personas con alto riesgo.
- Educación y concienciación: Programas que informan sobre las formas de transmisión y desmitifican ideas erróneas.
- Prevención en mujeres embarazadas: Tratamientos antirretrovirales durante el embarazo y el parto, y evitar la lactancia materna en mujeres infectadas.
DM