Cada 10 de febrero, desde el 2019, se celebra el Día Mundial de las Legumbres. Esta efemérides busca generar conciencia sobre su importancia en el desarrollo agrícola y alimentario de las personas.
Las Naciones Unidas junto a la FAO, organismo dedicado a la alimentación y agricultura, ha ido promoviendo desde 2016 el consumo de legumbres. A partir de entonces, las arvejas, frijoles, garbanzos y demás leguminosas han ido adquiriendo protagonismo en las dietas a nivel mundial.
Este año 2024, la efeméride se celebra bajo el lema “Las legumbres: nutrir suelos y a las personas”. La centralidad de las legumbres trasciende su carácter comestible: no solo aporta a la nutrición humana y animal y fortalecen la seguridad alimentaria y las salud en general. También desempeñan un rol central para la sostenibilidad ambiental.
Las legumbres enriquecen los suelos y fomentan la biodiversidad. Juego un papel crucial en el combate del cambio climático, de modo que es una pieza clave en la creación de un futuro alimentario saludable y sostenible para las próximas generaciones.
Ventajas del cultivo y consumo de legumbres
Las legumbres tienen múltiples beneficios tanto para el desarrollo agrícola como alimentario de las personas:
- Alto valor nutritivo: las legumbres son muy ricas en proteínas, por lo que permiten a las personas de bajos recursos que no tengan acceso constante al consumo de carne, lácteos o huevos logren consumir proteínas vegetales. Además, son bajas en grasa y ricas en fibras. Eso permite reducir el colesterol y los niveles de azúcar en sangre y, así, prevenir enfermedades no trasmisibles como la diabetes, la obesidad o problemas cardiovasculares.
- Promueve la seguridad alimentaria: sus cultivos suelen ser abundantes por lo que un agricultor puede vender parte de su cosecha y consumirla, lo que garantiza la seguridad alimentaria de la comunidad y su familia. Además, este tipo de cultivos ayuda a fijar el nitrógeno atmosférico en la tierra, contribuyendo a su recuperación.
- Mitiga el cambio climático: Las legumbres ayudan a recuperar los nutrientes del suelo de forma natural. De este modo, se evita el uso de fertilizantes químicos que puedan expulsar gases de efecto invernadero al ambiente y tengan efecto sobre el cambio climático y el calentamiento global.
ACM