El Día Nacional de Panadero fue establecido por el Congreso Nacional en 1957, con el objetivo de rendir homenaje a una de las primeras organizaciones sindicales de este rubro en Argentina: la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos, creada el 18 de julio de 1887 en Buenos Aires. La misma fue una de las más combativas del país y se creó bajo la influencia de dirigentes anarquistas italianos como Errico Malatesta y Ettore Mattei.
Fue la primera sociedad de resistencia y solidaridad de clase, basada en los principios de la acción directa y la huelga revolucionaria, llevando adelante movilizaciones masivas en reclamo de sus derechos, quienes se enfrentaban a jornadas de más de 10 horas a cambio de un salarios muy bajos. Todo esto en un contexto de urbanización de Buenos Aires, lo cual se tradujo en una mayor demanda de alimentos y, por lo tanto, de los panaderos. Fueron los inmigrantes quienes cubrieron estos puestos de trabajo, trayendo consigo recetas de Europa.
Meses después de la fundación de la Sociedad, en enero de 1888 se llevó a cabo la primera huelga del gremio, la cual exigía mejores salarios. Las movilizaciones que organizaron por la ciudad fueron fuertemente reprimidas y neutralizadas por las fuerzas policiales. Sin embargo, su experiencia fue muy importante para el movimiento obrero argentino y funcionó como ejemplo los gremios que se irían conformando a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
Como una forma de protesta frente a estos hechos, los panaderos porteños bautizaron a las facturas y las masas de repostería con los conocidos nombres irónicos, como una crítica a la Policía, el Ejército y la Iglesia: los pilares del Estado. Fue así como nacieron los vigilantes, para referirse a los bastones de los policías; los cañoncitos y las bombas, como una burla de las armas de los militares; y las bolas de fraile, los suspiros de monja y los sacramentos, para ridiculizar al clero.
LC