“Escuchame: es un segundo y es por una buena causa”. Agustina Gonda es docente y sabe que el tiempo es, en general, tirano, y en las redes sociales, mucho más. Por eso advierte que será breve y que valdrá la pena. Y, en un reel que publicó en su cuenta de Instagram, explica: “Estoy trabajando en una escuela estatal, en un programa que busca revincular estudiantes que por diversos motivos, a raíz de la pandemia, quedaron desvinculados de la escuela. Unos porque tuvieron que salir a trabajar, otros porque no tenían los recursos, y otros porque fue un año muy complejo a nivel emocional”.
Agustina tiene a su cargo revincular a 25 estudiantes de escuela secundaria. Su objetivo -y el de los chicos- es acreditar algunas materias para pasar de año o para terminar de cursar ese nivel. “Algunos no se tienen ni un poco de fe pero yo les tengo toda la fe. Así que los desafié y les pregunté: '¿Cuántos like de apoyo para que vuelvan a confiar en ustedes mismos?'. Me tiraron 20 mil, con cara de 'pobre la profe, no llega ni en pedo'. Pongan 'Me gusta', compartan, para que estos chicos puedan volver a confiar”, dice en su reel.
Gonda enseña en una escuela de Beccar, en el partido de San Isidro: “La escuela tiene sobre todo alumnos de clase media-baja. La matrícula total es de 500 alumnos y hay que revincular a 250, la mitad”. Es docente de Educación Artística y se sumó al programa Acompañar Trayectorias de Revinculación (ATR) de la Provincia, donde, durante la pandemia de Covid-19, las clases presenciales estuvieron suspendidas durante más de un año. “Hubo tres motivos principales por los que los chicos se desconectaron de la escuela: salieron a trabajar para apoyar a sus familiar, no tenían los recursos necesarios para la virtualidad o los atravesó emocionalmente. Estuvieron lejos de sus compañeros y cuentan que eso les costó muchísimo, así como convivir 24 horas con situaciones familiares muy complejas”, explica Agustina a elDiarioAR.
Lo que ocurre en la escuela de Beccar se condice con datos de mayor escala. En Argentina, 1 de cada 2 adolescentes de entre 13 y 17 años que trabaja empezó a hacerlo durante el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO), según investigó la oficina local de la Organización Internacional del Trabajo y publicó este diario. A la vez, según estimaciones del Ministerio de Educación de la Nación, en junio de 2020 1,1 millones de alumnos de los niveles inicial, primario y secundario habían perdido su vínculo con la escuela. Hasta fines de mayo de este año, sólo un tercio -376.562 chicos- se había reconectado, a través del programa Acompañar de la cartera nacional. Este diario consultó sobre la cantidad actualizada de estudiantes revinculados pero no obtuvo respuesta.
“A cada uno de los docentes nos asignan 25 estudiantes. Yo estoy con chicos de tercer y sexto año, y en la escuela en la que enseño se necesitan 10 docentes que participen del programa pero por ahora sólo somos 5, así que hay chicos que no fueron reconectados todavía”, explica Gonda. “Una de las tareas que hacemos es ir a buscarlos a sus casas para saber por qué no están yendo a la escuela. A la mayoría les falta acreditar materias de todas las áreas, o no asisten. La revinculación es física y también emocional”, cuenta la docente.
“El desafío por Instagram se me ocurrió porque es un lenguaje que interpela a los chicos y ellos necesitan eso, que la escuela los interpele. Fue para entusiasmarlos. Los chicos reciben súper bien que los vayamos a buscar. No quieren perder el año ni desconectarse de sus compañeros, pero les cuesta desde lo emocional. Cuando les pregunto si creen que pueden acreditar las materias responden que no saben. Así que pensé en este desafío y fue una manera de decirles: 'Mientras tanto estudien, yo me voy encargando de los likes'”, explica Agustina.
“Los chicos que no vuelven es porque están súper desanimados o porque tuvieron que salir a trabajar y ahora tienen que priorizar eso. Pero lo que más veo es que están muy desmotivados. Les cuesta creer que pueden, que van a poder con las materias y con asistir a la escuela”, suma la docente. “La tarea es volver a entusiasmarlos y esta especie de challenge en Instagram apunta a eso”, dice.
Su trabajo para reconectar a a 25 estudiantes empezó los primeros días de octubre, tras haber sido convocada para eso el mes anterior. Armó grupos de WhatsApp con los chicos, los llamó por esa vía para convencerlos de que fueran a la escuela, se puso de acuerdo con otras docentes para comprar galletitas y esperar a sus alumnos con un desayuno. “Necesitan sentir que alguien les está encima pero en el buen sentido. Un acompañamiento emocional, alguien que crea en ellos. No son chicos de una carencia económica extrema, pero sí chicos que en su casa vieron problemas económicos muy graves durante la pandemia y eso los afectó a nivel psicológico y emocional. Se pusieron a cuidar a sus hermanitos, a ayudar a sus papás en el negocio. Y ahora es difícil traerlos de vuelta”, describe Gonda.
“Hay que hacer un trabajo enorme para recuperar estos dos años que lamentablemente son años perdidos, no sólo desde lo académico sino desde lo emocional y lo vincular. Los chicos tienen ganas de pasar de año. No es que repetir o no terminar la escuela no les representa un problema, pero no están animados en cuanto al esfuerzo que eso requiere”, cuenta la docente. Los chicos que se desvincularon y que ahora participan del programa de revinculación tienen entre dos y cuatro horas a contraturno de su horario de cursada habitual.
“Llegamos y vemos quiénes están. Llamamos o mandamos mensajes a los que no están, y en casos extremos vamos a buscarlos”. De los 25 estudiantes que le asignaron, Gonda tenía que recibir a 16 el sábado: fueron 7. El miércoles había citado a 6 chicos: fue uno solo.
JR