El aumento de la pobreza se ve reflejado en la situación de los comedores escolares, donde cada vez más chicos asisten para recibir el almuerzo: en ocho años, el número de alumnos que toma una de las comidas en la escuela creció 21%, una cifra que es mucho más dramática en los sectores más pobres, donde más del 45% de los estudiantes recurre al colegio para poder almorzar.
En 2022, un total de 1.860.000 alumnos de todo el país recibieron un almuerzo gratuito en sus escuelas públicas, según datos del último informe del Observatorio de Argentinos por la Educación “Programas de alimentación en escuelas de gestión estatal”. La cifra es mucho más elevada de lo que era hace 8 años: en 2014, 323.000 alumnos utilizaban el programa de comedores escolares, lo que representa un incremento del 21% en menos de una década. Se trata de una suba que supera ampliamente el aumento de la matrícula que, para el mismo período, fue de sólo el 6%.
En el caso de los chicos que desayuna en la escuela también se registra un alza. En el plazo bajo análisis, subió un 21,3% de modo que, para 2022, ya había 2.843.000 de menores de edad que completaban su primera comida del día gracias a la escuela.
“Hemos observado que este refrigerio ha tenido un impacto positivo en los estudiantes, ya que es un factor importante en el desarrollo de los procesos cognitivos y en su rendimiento académico. Además, es una buena iniciativa para despertar en los jóvenes el interés por las prácticas de alimentación saludable y, en muchos casos, la generación o profundización de buenos hábitos”, explicaron desde la Fundación Agrupar, que ofrece becas en Goya, Corrientes.
El documento de Argentinos por la Educación âtambién elaborado por Eugenia Orlicki y Leyre Sáenz Guillénâ deja de manifiesto la importancia de los comedores escolares para el pleno desarrollo de los niños de sectores más vulnerables. Del total de estudiantes de entre 5 y 11 años que pertenecen al quintil con menor nivel de ingreso a nivel nacional, un 45,1% utiliza este servicio para almorzar en el establecimiento educativo o retirar una vianda de manera gratuita. En el caso del quintil más rico, esa proporción se reduce al 16,1%.
Si se analiza la situación de los adolescentes de entre 12 y 17 años, la brecha persiste. El 26,5% de los chicos más vulnerables asiste a un comedor escolar mientras que, para quienes cuentan con mayores recursos, el porcentaje cae al 7,7%.
“Los comedores escolares en contextos socioeconómicos difíciles cumplen un rol fundamental. Tienen en sus manos la oportunidad de alimentar saludablemente a las nuevas generaciones de argentinos, quienes en muchos casos se ven privados de ello en sus hogares. La alimentación sana contribuye también a los aprendizajes”, afirmó Cecilia Adrogué, coautora del informe.
Formosa y Córdoba, las provincias con más alumnos en comedores escolares
En un país federal como la Argentina, los programas de alimentación escolar dependen de las disposiciones de los gobernadores de modo que el nivel de inversión en este servicio y su cobertura varía de una provincia a otra. De hecho, el informe de Argentinos por la Educación revela que no existe un marco legal que permita unificar a nivel nacional las metas de ingesta de energía y nutrientes para que los estudiantes puedan lograr un aprendizaje adecuado.
Según datos del 2022, Formosa, Córdoba y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) son las jurisdicciones con mayor proporción de beneficiarios de comedores escolares, con un alcance del 45%, 44% y 37% de su matrícula, respectivamente. Le siguen Entre Ríos (37%), Corrientes (36%) y Santa Fe (32%).
En el extremo opuesto, Misiones (10%), San Luis (9%), La Pampa (8%), Mendoza (7%) y Neuquén (7%) destacan como las provincias con menor cobertura. Santa Cruz es un caso incluso más extremo dado que ningún estudiante accede a este programa nutricional.
Las provincias deben trabajar para garantizar la disponibilidad de comedores escolares, especialmente en parajes rurales donde el derecho a la alimentación a veces encuentra obstáculos para su plena satisfacción.
“En la ruralidad, el acceso a una alimentación nutritiva y saludable se dificulta por cuestiones económicas o de aislamiento. Muchas veces, las infancias que habitan estos entornos se alimentan exclusivamente de las comidas que pueden ofrecer las instituciones educativas. En este sentido, los servicios de alimentación escolar son un facilitador para alcanzar una alimentación adecuada. Este es un aspecto más en el que las escuelas se encuentran invisibilizadas, y por el cual es necesario continuar trabajando para que las infancias accedan a su derecho”, planteó Sofía Moggia, secretaria de Grupo Tateti, una asociación civil de madrinas y padrinos de colegios rurales.
ACM/MG