Moverse en bicicleta o a pie, además de no contaminar, es bueno para la salud. Las evidencias a estas alturas son aplastantes. Sin embargo, no es tan frecuente que se midan los efectos para la salud de determinadas conductas de movilidad en mucha gente y en un periodo largo de tiempo para aquilatar cuáles son los beneficios concretos. Esto es lo que hizo un grupo de investigadores de las universidades de Glasgow y Edimburgo con los desplazamientos al trabajo o al centro de estudios de más de 82.000 personas de edades entre los 16 y los 74 años durante casi dos décadas (de 2001 a 2018).
Los científicos querían responder a la siguiente pregunta: ¿cómo difiere el riesgo de padecer diversos problemas de salud física y mental de peatones y ciclistas, frente a los que eligen el coche o el transporte público? Las conclusiones se acaban de publicar en la revista BMJ Public Health. “Se identifican riesgos clara y sistemáticamente inferiores de resultados adversos entre los viajeros activos” –12.924 personas en la muestra–, en comparación con los no activos–69.373 personas–, es decir, los que optan por el coche o por el transporte público para ir a la oficina, dice el estudio. Hay un precedente importante a este estudio, una gran investigación en Reino Unido que siguió 300.000 personas durante 25 años, que arrojaba resultados en la misma línea, según se publicó en The Lancet Planetary Health en 2020.
Los mayores beneficios para la salud se encontraron, en este caso, entre los que se movieron en bicicleta (1.363): tienen un 47% menos riesgo de muerte por cualquier causa y se reduce un 10% también el riesgo de hospitalización. Bajan también los diagnósticos de cáncer (24%) y los fallecimientos por esta enfermedad (50%), los ingresos por enfermedades cerebrovasculares (24%) y las posibilidades de terminar tomando medicación por alguna dolencia de este tipo (30%).
El propio estudio admite una limitación: no mide si las personas que escogen la bici para desplazarse al lugar de trabajo también hace ejercicio físico aparte. “Esto puede haber dado lugar a una sobreestimación de los efectos, especialmente en el caso de los ciclistas que se desplazan al trabajo y que han demostrado tener niveles más altos de actividad física en general”, apuntan los investigadores. La pregunta a la muestra sobre el modo de desplazarse, además, solo se hace una vez en 2001 y puede haber variado en los años siguientes sin que se haya registrado.
Manuel Franco, epidemiólogo y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares coincide, en declaraciones a SMC España, en señalar que los ciclistas “suelen ser personas deportistas”, pero además “de alto nivel educativo y que probablemente cuidan su salud más que las personas que utilizan otros medios de transporte”.
Mejor salud mental
Como novedad, el estudio incorpora también la salud mental. El riesgo de tomar medicación por trastornos de ansiedad y depresión se reduce un 20% si vas en bicicleta al trabajo. En el caso de los que caminan a la oficina, el riesgo de hospitalización es un 9% más bajo y las muertes por cáncer se reducen un 7%. Además, hay un 10% menos de probabilidad de necesitar fármacos para controlar enfermedades cerebrovasculares.
“Este estudio tiene una gran relevancia que ahonda en la importancia de los modos de transporte activos en la salud de las personas. Desarrollar políticas que favorezcan estas formas de desplazamientos de forma segura en la rutina diaria, frente a otros como el coche privado, es una prioridad en salud pública que debe ser abordada de manera urgente”, señala, también a SMC Centre, Luis Cereijo Tejedor, profesor ayudante doctor de Educación Física y Deportiva.
No todo es siempre positivo. El seguimiento, sin embargo, revela que quienes escogen la bicicleta tienen el doble de probabilidades que los viajeros que van en coche o en transporte público de ser hospitalizados por un accidente en tránsito (83 víctimas en 18 años, un 6% del total). “Con los estudios que existen se puede confirmar que los beneficios para la salud son mucho mayores que el riesgo de lesiones”, anota a renglón seguido la investigación, que también reclama, a la luz de los datos, “infraestructuras más seguras” y advierte de que el teletrabajo puede jugar a la contra en el impulso de los desplazamientos activos porque ya no se necesitan (o con menos frecuencia). Quienes cogen la bici siguen siendo mucho más probablemente hombres jóvenes; mientras las que eligen caminar son más mujeres. Mayoritariamente habitantes de ciudades.
Según el Barómetro de la Bicicleta (2022), un 57,1% de las personas residentes en España de entre 14 y 70 años –unos 20 millones–“utiliza la bicicleta con cierta frecuencia”, cuatro puntos más que en 2019, aunque solo 7,7% la coge todos los días. Entre quienes son usuarios, un 36% dice que la usa para ir a trabajar. España va por detrás de muchos países europeos en este sentido. Países Bajos subvenciona el kilómetro a 21 céntimos y en Francia el monto que paga el Estado por elegir la bici puede llegar hasta los 800 euros anuales, recogió El País.