Opinión

El Evangelio del Papa Francisco

Jorge Eduardo Scheinig. Arzobispo de Mercedes-Luján

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No conozco una palabra que el Papa Francisco haya pronunciado en todo este tiempo de su pontificado, que se separe un milímetro de lo que dice el Evangelio o el Magisterio teológico, espiritual, social y pastoral de la Iglesia Católica. Nada de lo que Francisco dice es contrario a la fe que los católicos decimos profesar. Absolutamente nada.

Otra cosa es la forma que él tiene de comunicar y que hace referencia a los recursos comunicativos que cada persona tiene y que a Francisco no le faltan. Textos llenos de contenido, expresiones, comparaciones, anécdotas, refranes, chistes, etc. A eso se suman todas las formas gestuales, que son los medios con los que todo ser humano cuenta, también el Santo Padre, para comunicarse y expresar lo que piensa y desea que los otros conozcan.

Los Medios y las redes, y las personas que en ellos se manifiestan, tomaron el mensaje que Francisco pronunció a los Movimientos Sociales y el modo en que lo dijo, y han hecho todo tipo de interpretaciones, que fueron desde las más abiertas, a otras más articuladas desde intereses políticos y económicos. Algunas personas escucharon el discurso entero, pero la mayoría, como siempre, han leído más los comentarios parciales y han escuchado más a los comentaristas. Algunas se enojaron mucho, a otras les fue más o menos indiferente y otras dijeron que debería haberlo dicho con más fuerza.

Quiero recordar que Jesús cuando hablaba, usaba también muchos recursos de comunicación con los que expresaba sus sentimientos más profundos de amor, fraternidad, y paz; pero, además, cuando veía injusticias y mentiras, hacía sentir su enojo y por eso usaba expresiones muy fuertes como, por ejemplo: “hipócritas”, “raza de víboras”; “malvados”, “malditos”, “necios”, “guías ciegos”, “serpientes”, expresiones que traducidas al hoy, muchos de los que critican al Papa, también censurarían a Jesús.

Pienso que es inevitable que el Papa Francisco, que conoce como pocos a los pobres y las causas de la pobreza, cuando habla, tanto en discursos más preparados como más espontáneos, sea duramente criticado. Es inevitable, porque en su estructura de pensamiento y en su corazón, está presente la doctrina del Evangelio y de la Iglesia que instintivamente, como una madre, siempre se pone en defensa de los más débiles y pobres y no hay ninguna ideología de las dominantes que condicione su pensamiento o discurso. El Papa esta tomado sólo por el Evangelio.

Que en la Argentina de hoy la Iglesia defienda a los pobres les puede caer mal a muchos y, según entiendo, asociar al Papa como jefe de la oposición o del peronismo es una construcción mediática absolutamente interesada que busca hacerlo entrar en la cancha embarrada del juego político, administrando el enojo y la ira para generar poder. Me parece tremendo y patético.

Lo concreto es que en la Argentina el 52,9 %, 25 millones de la población son pobres, que el 18%, 5 millones son indigentes y que millones de niños solo comen una vez por día.

Lo concreto es que la Argentina es dolorosamente pobre y que llegamos a esta situación porque durante muchos años se vienen aplicando malas políticas sociales y económicas. La política es un servicio fundamental de la caridad, pero sin duda, se vienen tomando malas decisiones, y detrás de esas malas políticas y decisiones, hay malos políticos, empresarios, sindicalistas y toda clase de dirigentes que tomados por la corrupción, buscaron enriquecerse con coimas, evasiones, injusticias y todo tipo de artimañas para defender sus intereses personales y no buscaron el Bien Común sin importarles nada los pobres, ni la población en general.

Pienso que, cuando el Papa Francisco hable y salga en defensa de los sufrientes y pobres, será acusado de manera severa e irrespetuosa porque muchos nos sentiremos interpelados y otros defenderán intereses de todo tipo. Pero esa manera de tratar a los profetas en su propia tierra es una ley evangélica que a los que les toca vivirla, saben que deben pasarla aunque sea humanamente muy dura.

Dios quiera que el Papa Francisco nos visite, porque estoy seguro que nos hará mucho bien y nos ayudará a descubrir que la amistad con los pobres es el camino que Jesús le propone a la humanidad para conseguir un nuevo tipo de fraternidad llena de justicia, de paz y de amistad social. Sólo la amistad con los pobres es la garantía de un nuevo tipo de fraternidad en la que nadie se salva solo, sino juntos, porque todos estamos en la misma barca.

La amistad con los pobres es el desafío primero y fundamental que tiene la Argentina para realizarse como Nación.

DM