El Día Mundial del Vehículo Eléctrico se celebró por primera vez el 9 de septiembre de 2020, como una iniciativa de Green TV –una productora audiovisual creada en colaboración con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente–, para concientizar a consumidores, empresas y decisores políticos, sobre la importancia de migrar la movilidad hacia la energía eléctrica sostenible. Inmediatamente se convirtió en la campaña de movilidad global más grande de ese año, con un alcance en medios tradicionales y redes sociales de más de mil millones de personas. La repercusión fue tan amplia que, para el año siguiente, países como el Reino Unido y los Estados Unidos pusieron la celebración en su agenda oficial y a partir de ahí se institucionalizó a nivel global.
El lema del movimiento es #DriveChange –que podría traducirse como “impulsá el cambio”–, y significa pasar de los actuales vehículos impulsados por motores a combustión, a otros basados en energía eléctrica. Obviamente, el fin último es reducir las emisiones de CO2 que están contribuyendo a acelerar el calentamiento global. Está calculado que los medios de transporte contribuyen con un 30% al total de emisiones de CO2, de los cuales casi un 20% corresponden a vehículos de combustión interna como autos, motos y camiones.
Actualmente, todos los países desarrollados están promoviendo una menor dependencia de los combustibles fósiles, y los vehículos eléctricos (EV) juegan un rol fundamental. Las ventas de EV vienen aumentando año tras año a nivel global –principalmente impulsadas por China–, y se estima que ya son casi 30 millones los autos y camiones electrificados que circulan por el mundo. Claro que de un parque total más de 1.500 millones, sigue siendo una proporción muy menor.
La electromovilidad en Argentina
En nuestro país, la electromovilidad se encuentra en una fase muy incipiente. El primer auto 100% eléctrico que llegó a la Argentina fue el Nissan Leaf en 2018 y desde entonces se han sumado varios modelos, pero son comparativamente muy caros con respecto a sus equivalentes convencionales, lo que los convierte prácticamente en consumo-capricho. La infraestructura de carga pública también es muy escasa, lo cual limita severamente las posibilidades de uso, sobre todo cuando se trata de recorrer largas distancias. Sí hay una oferta bastante más amplia de modelos híbridos (que combinan un motor a combustión con propulsión eléctrica), que también califican en la categoría de electromovilidad pero su impacto en la reducción de emisiones es bastante menor que los eléctricos “puros”. Es esperable que poco a poco la penetración de estos autos electrificados vaya aumentando, pero seguro lo hará a un ritmo mucho más lento que en los países avanzados.
Pero no se trata solo de autos. Ya hay disponible una interesante variedad de e-scooters, bicicletas y monopatines eléctricos, que van ganando espacio en las grandes ciudades. Todos estos vehículos forman parte de lo que se denomina “micromovilidad”, una de las áreas de desarrollo más interesantes, pensando en un futuro de transporte individual sustentable.
La electromovilidad y sus desafíos
No caben dudas de que la electromovilidad es uno de los caminos para mitigar el cambio climático. Y está muy bien que celebraciones como la del Día Mundial del Vehículo Eléctrico concienticen e impulsen su adopción. Pero esto no debería impedirnos tener una mirada crítica sobre el tema, que a veces suena como una panacea pero no está exento de controversias y cuestionamientos.
Por ejemplo: el real impacto ambiental de los EV, considerando no solo su uso sino también su fabricación; el precio de las baterías que los hace muy caros; la tendencia de la industria de apostar por los modelos más grandes, pesados y caros en detrimento de los modelos pequeños y accesibles; y, en esa misma línea, la inclinación por garantizar alcance a costa de la eficiencia; las dificultades de la industria occidental para competir con el poderío chino (que podría poner en riesgo decenas de miles de puestos de trabajo); las alternativas que están apareciendo como los combustibles ecológicos (e-fuels); y el profundo debate acerca de las fuentes de generación de la electricidad que necesitan los EV (que en muchos casos en más contaminante que los mismos vehículos a combustión), son solo algunos de los problemas a los que se enfrenta la electromovilidad.
El futuro de los vehículos eléctricos está garantizado, esto es seguro, pero hay mucho que pensar y resolver para que su impacto sea todo lo positivo que promete.
RT