Cada año más de 52 millones de toneladas de plástico terminan de una u otra manera en los ecosistemas de la Tierra. Es más del doble de lo estimado hasta ahora, según el más reciente inventario de vertidos publicado este miércoles en Nature.
Para calcular cuánta basura se filtra a la naturaleza, los investigadores de las universidades de Leeds y Estocolmo denominan emisiones de plástico al material que pasa de cualquier sistema de gestión, aunque sea básico –al fin y al cabo, “contiene” el plástico– al medio ambiente donde “no está contenido ni controlado”.
Con esa premisa los autores desarrollaron un inventario de vertidos de macroplásticos (mayores de 5 mm) cuyos hallazgos “pueden servir para las negociaciones del tratado internacional para detener la basura plástica” que se debe culminar en diciembre de este año.
La producción mundial de plástico no paró de crecer. Pasó de unos dos millones de toneladas a mediados de siglo XX a rebasar un promedio de 450 millones de toneladas en la actualidad. Esas magnitudes llevaron a la directora ejecutiva de ONU-Medio Ambiente, Inger Andesen a decir que “no podremos reciclarnos fuera de la crisis de la contaminación por plástico”. “Necesitamos una transformación hacia la economía circular”, zanja. Es decir, aunque “hagamos todas las cosas bien”, los vertidos siguen ahí.
Aunque las metodologías no son equivalentes, el documento de la OCDE Panorama global del plástico tasó hace dos años en unos 22 millones de toneladas el plástico que se añade anualmente al medio ambiente al “acumularse sin control o ser quemado al aire libre”. A pesar de que la mayoría va a ecosistemas terrestres, un tercio de la basura alcanza los ríos y las costas. Desde allí salta al mar donde, según la ONU, puede triplicarse el flujo de basura en los próximos 20 años: de 11 millones a 30 millones de toneladas.
Tras el análisis en más de 50.000 municipios, estos investigadores encontraron que el abandono de basura una vez embolsada es la principal fuente en el Norte global y mientras que los desechos sin recoger son la causa fundamental de contaminación plástica el Sur global. En términos generales, las mayores emisiones de plástico se dan en los países del Sur y Sureste asiático y África subsahariana.
En este modelo, el país que más desechos vierte es India, seguido de Nigeria, Indonesia y China. El trabajo explica que India afirma que recoge el 95% de su basura, pero “sus datos no incluyen las áreas rurales, la quema a cielo abierto y la falta de recogida de basura”. Aproximadamente el 69% de toda la basura plástico proviene de 20 países, afirma la investigación.
Sin embargo, si se analiza desde el punto de vista de basura per cápita, el “contraste entre el Norte y el Sur globales es muy marcado”.
La triple crisis: climática, contaminación y biodiversidad
Este trabajo “sirve de recordatorio para la negociación que debe desarrollar un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre la contaminación plástica, incluyendo el medio marino”, subraya al Science Media Center (SMC) la profesora de la Universidad de Cádiz Carmen Morales Caselles. La doctora insiste además en que “la contaminación por plástico abarca la triple crisis planetaria: emergencia climática, contaminación y pérdida de biodiversidad así que deberían acordarse medidas que lleven a una reducción de los productos no esenciales y simplificación química del plástico, con un diseño seguro y sostenible de los productos”.
Antes de publicarse este trabajo, la propia OCDE ya evaluaba que “la comunidad internacional está lejos de acabar con esta contaminación”. La ONU describía la situación más gráficamente: “El mundo se ahoga en plástico”.
En marzo de 2022, los países de la ONU acordaron que sacarían adelante un tratado legalmente vinculante para atajar esta contaminación. El objetivo, dijeron, es “reducir la basura plástica en el medio ambiente”. El calendario ha ido corriendo y las reuniones técnicas sucediéndose. Ya solo queda pendiente la última sesión de la que debería salir el texto vinculante para todas las partes. La fecha final es el próximo 1 de diciembre.
En este sentido, los investigadores de este nuevo inventario recuerdan que una vez que los macroplásticos entran en los ecosistemas, es muy difícil y caro sacarlos de ahí: “Es un reto económico y técnico”, describen. Además, con el paso del tiempo se convertirán, inevitablemente, “en innumerables microplásticos que añaden dificultades aún mayores para su limpieza”. Esta realidad científica les lleva a afirmar que “minimizar la contaminación en origen, es decir, evitar los vertidos debería ser una prioridad de este tratado”.
Para ello hay que, en primer lugar, reducir la generación de la basura en sí misma, luego mejorar los sistemas de recogida de basura y atender a la incineración a cielo abierto que, además de añadir plástico a la naturaleza, “libera un cocktail de sustancias potencialmente peligrosas y con efecto invernadero”, explican.
RR/CRM