Me pasó con la palabra promontorio un poco antes de la pandemia. La marqué en El libro del verano, de la autora finlandesa Tove Jansson, que también es la creadora de las historietas de los Mumin (a propósito: una novela chiquita, que parece cristalina, casi ñoña, pero a medida que avanza se va volviendo cada vez más filosa; se consigue en español en edición de Compañía Naviera Ilimitada). Busqué en el diccionario para entender mejor la imagen, algo que en mi cabeza ubicaba entre el océano y la costa, pero que se me hacía difuso. (Ya que estamos y por si quieren quedar bien en una charla de ascensor, con algún jefe o con la persona que les gusta: un promontorio es un monte de poca altura, una elevación del terreno o punta rocosa que avanza en el mar).
Desde entonces aparecen promontorios en dos de cada tres cosas que leo. Por supuesto que siempre estuvieron ahí –en los libros y cerca del agua: no se me ocurre nada más imperturbable que esa fracción modesta de tierra en altura–. Pero hay algo que se abrió a partir de haberme cruzado con uno escrito, un flujo que me tironeó y ya no hubo vuelta atrás: la posibilidad de la lectura como una corriente que arrastra, nos sacude y nos devuelve una y otra vez a una playa que creemos conocer. Y sin embargo.
Todo esto para decir que ahora estoy leyendo una novela que tiene como protagonistas a tres personajes que están un poco prófugos y entonces siento que me cruzo con fugas y fugitivos por todos lados. Se llama Isla Decepción, la escribió la autora chilena Paulina Flores y transcurre en Punta Arenas, cerca del estrecho de Magallanes, una localidad un poco hostil a la que misteriosamente se fue a vivir Miguel. Miguel es el padre de Marcela, una joven que renuncia de repente a un trabajo que detesta en Santiago de Chile casi en simultáneo al duelo que vive por una separación. Cuando llega hasta la casa de su padre se va a enterar de que el hombre oculta al tercer lado de este triángulo: un joven coreano llamado Lee al que Miguel rescató del mar, a punto de morir congelado, junto con un grupo de pescadores. Cuando avance más por ahí les cuento, por ahora esa es la foto que me llevó a pensar en otros escapes.
De hecho, con el aluvión de notas y homenajes por el aniversario del 11-S (acá pueden leer algunas que salieron en elDiarioAR) recordé una fuga literaria que bordea esa fecha y me gustó mucho en su momento. Es la de la novela Mi año de descanso y relajación de la escritora estadounidense Ottessa Moshfegh. Y me enganchó especialmente porque ahí la narradora decide ser una prófuga puertas adentro, en su departamento de Nueva York, después de recibir un montón de plata de herencia y apenas empieza el nuevo milenio, ese tiempo que prometía tanto. Otra vez: y sin embargo. Entonces arma un plan para vivir por un año tomando fármacos que la duermen o la dejan a mitad de camino, mientras mira películas con Whoopi Goldberg y Harrison Ford en VHS y apenas sale para comprar comida un poco trash en un kiosco cerca de su casa.
Pienso en mis propias huidas, claro. Por supuesto que en un plan menos tóxico, aunque igual de sostenido, todas las mañanas muy temprano me escapo y salgo a caminar alrededor de un parque. Ahora que lo pienso, casi que me visto de fugitiva cada día: anteojos de sol, capucha, auriculares, zapatillas y, por supuesto, el barbijo. Hay un elenco estable de gente a la que me cruzo en mis recorridos y que ahora no puedo parar de ver con caras de prófugos, escapistas en jogging, desertores de algo que tal vez ni siquiera ellos puedan nombrar.
Entre mis preferidos hay una mujer grande que se parece a Angela Merkel y pasea con la vista un poco perdida a un cusquito blanco (de las pocas que usa correa para su mascota, tal vez porque sospeche que hasta el animal es un fugitivo en potencia). Y también está el hombre hermoso de barba blanca y gorro naranja que parece haberse escapado de La vida acuática o de cualquier película de Wes Anderson (hablando de playas a las que siempre estamos volviendo). Aunque llovizne, sople el viento o se le peguen muy cerca un grupo de crossfitteros con música imposible, siempre parado en el mismo lugar y absolutamente todos los días, él practica movimientos tipo tai chi a pura serenidad y constancia. Un promontorio, a su manera, inalterable, atlético, urbano.
Una vez más, todo esto para decir otra cosa; una fuga para llegar a otra. Por estas horas tengo la impresión de que para encontrar algún tipo de estabilidad a veces es necesario partir sin que nos echen, presentar alguna excusa o buscar una salida en silencio. Y huir. Aunque sea por un rato. Espero que si ustedes andan detrás de algún tipo de firmeza encuentren antes una fuga propia, más o menos cinematográfica, más o menos chiquita, más o menos transitoria, más o menos definitiva.
Y si es en esta nueva edición de Mil lianas, ¡mejor!
1. Schumacher. Una carrera de Fórmula 1 también se puede ver como un montón de fugitivos que corren en círculos, a toda velocidad, para ver quién escapa primero. Por Netflix acaba de estrenarse un documental bastante esperado, que se dedica a repasar la trayectoria de Michael Schumacher, emblema y siete veces campeón mundial en esa disciplina. Y digo muy esperado porque, después del accidente que tuvo en 2013 mientras esquiaba con su familia en los Alpes franceses, la información que llega sobre la salud del piloto, que sufrió un golpe tremendo en su cabeza, es dolorosa y escasa.
Justamente con el aval de su esposa y de sus hijos, el largometraje recorre a través de archivos y entrevistas los grandes hitos de la carrera de Schumacher, sus comienzos cuando apenas tenía recursos para participar de carreras de kartings, algunas apariciones públicas muy emotivas (hay una toma especialmente conmovedora en la que el piloto, por lo general rígido y siempre en control de todo, llora desconsolado), la sorpresa que causó en su debut en las pistas de la Fórmula 1, la rivalidad con Ayrton Senna y el día en que el brasileño perdió la vida tras un accidente en plena carrera, entre otros momentos memorables.
Como ocurre con las producciones que cuentan con la participación de la familia de los retratados o que son realizados con cierta intención de historia oficial, Schumacher no tiene grandes revelaciones sobre el personaje en sí. Pero lo que sí trae, y a mí me encantó, es una especie de perfume de época, sobre todo cuando exhibe imágenes de los ‘90, con nombres de lugares y personas que para más de uno, entre quienes me incluyo, forman parte de su educación sentimental con rugido de motores (Silverstone, Barrichello, Mika Häkkinen, San Marino, Alain Prost, entre otros, acompañados por la gráfica de las transmisiones televisivas de entonces, los logotipos, los festejos a puro champagne, los trajes).
Schumacher está disponible en Netflix.
2. El héroe, de Lee Child. Para seguir con el tema del comienzo, El héroe, el libro del escritor Lee Child que acaba de editarse en español, se podría pensar como un escape temporal. El autor, que tiene más de 20 novelas policiales de su célebre saga de Jack Reacher como protagonista y lleva vendidos más de 100 millones de ejemplares en todo el mundo, optó por irse un ratito a la no ficción para recopilar una serie de ideas sobre qué es un héroe, a partir de sus lecturas y también a partir de su experiencia a la hora de la creación del personaje central de sus historias.
Para eso, con un tono amable y a la vez lleno de referencias y lecturas de otros autores, traza un camino a través de la historia, desde el Neolítico hasta la actualidad. Así, va al origen de las palabras y al corazón de la ficción, pasa por los caballeros andantes (¿fugitivos a su modo?) y se detiene entonces en los mecanismos que operan a la hora de construir personajes. En el medio, dispara, con su estilo inigualable, imágenes e ideas muy lúcidas.
“Las palabras deberían ser más como cuchillos que como almohadas. Lo cual no quiere decir que no deberían cambiar nunca”, lanza Child, entre muchísimas otras observaciones geniales.
El héroe, de Lee Child, fue editado en español por Blatt & Ríos.
3. Secretos de un matrimonio (HBO). No quiero sonar pesada con el tema, pero de alguna manera la primera escena de la miniserie Secretos de un matrimonio que acaba de estrenar HBO expone una fuga. Después de un recurso del director que prefiero que vean ustedes mismos, una mujer revisa su celular sentada en el baño de su casa, ese lugar que, tal como describe Florencia Angilletta en este artículo imperdible, “funciona como cápsula de la historia de la vida privada: el misterio último, una suerte de cabina cultural; dime cómo vamos al baño y te diré en qué sociedad vives”. El lugar de la verdad, del cuerpo, del deseo, del refugio, del secreto.
Secretos de un matrimonio (en el original: Scenes from a Marriage) es la recreación de la serie homónima de Ingmar Bergman que impactó al mundo en 1973 y que tuvo su versión en largometraje y también una suerte de telefilm. Dirigida y adaptada ahora por Hagai Levi (creador de BeTipul, la serie que luego tuvo su remake bajo el nombre de In Treatment en varios países del mundo y también el hombre detrás de la sinuosa serie The Affair) la historia transcurre en esta ocasión en los Estados Unidos, con una pareja heterosexual y de clase media que lleva más de una década junta. Un matrimonio en apariencia firme y, tal como llegan a decirles, “exitoso”. Pero esa estabilidad va a empezar a resquebrajarse. O, en todo caso, a medida que avanzan las escenas el director va a ir mostrando a sus protagonistas en un terreno incierto, con preguntas sobre el amor, el deseo, la idea de la monogamia.
Por ahora pude ver el primer capítulo (HBO va estrenando uno cada domingo) y lo que más me impactó fueron las actuaciones de los protagonistas, Oscar Isaac y Jessica Chastain, que se animan a diálogos y también a silencios difíciles sin caer en lugares comunes.
Secretos de un matrimonio (Scenes from a Marriage) está disponible en HBO.
4. 35 años de los Auténticos Decadentes. Una cortita para cerrar y un plan de evasión total, para quienes tengan ganas y no hayan conseguido entradas o estén lejos de Buenos Aires.
Hace unas horas Los Auténticos Decadentes, una de mis bandas de cabecera y de las mejores de la Argentina, anunció en sus redes sociales que van a transmitir en directo por su canal de YouTube el recital que van a brindar en Obras este sábado 18 de septiembre para celebrar sus 35 años de vida. Una alegría total, que se va a poder seguir gratis por acá.
¡Hasta la próxima!
AL
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