La sombra de Harvey Weinstein o elige tu propia Corea
“¿Tenés calor? ¡Tocá el tambor!”, me decía el abuelo Dionisio cada verano. Sus palabras eran una mezcla de reto ante mi protesta por las temperaturas altas –redundante y puntualísima: todos los años lo mismo– y de invitación absurda (nada más alejado de mí o de lo que teníamos cerca que un tambor o cualquier otro instrumento musical, si vamos al caso); una forma de decir “basta” para nada sutil y a la vez un pedido de calma ante lo irreversible.
A muchos de ustedes les pasará con el frío (y hasta es posible que algunos estén padeciendo algún temporal, o que incluso lean esto rodeados de nieve: sepan que entiendo sus dificultades, sí, pero que también los envidio). A mí el calor me paraliza, me lleva a un estado de agobio que me deja anulada para casi todo.
Entonces, un poco para hacerle caso a mi abuelo y otro poco para dejar al costado el libro de quejas, una vez terminadas las responsabilidades del día, entro en una especie de rulo de inmovilidad, mi propia versión ñoña de ese qué se puede hacer salvo ver películas que cantaba Charly García con La Máquina de Hacer Pájaros. Que pueden ser películas, series, libros mientras gira el ventilador frente a lo que no se puede evitar.
Si están así –y si no, también– van lianas para agarrarse fuerte, tambores para hacer sonar en estos días extremos.
1. La asistente. Una chica recién graduada de la universidad consigue entrar a trabajar en una de las mayores productoras del mundo del entretenimiento.
Pero lejos del supuesto glamour que ese lugar implicaría –rodearse de las mayores estrellas del cine, ir a presentaciones, atravesar alfombras rojas, en algún imaginario posible–, Jane (Julia Garner, en un rol descomunal) trabaja en una oficina oscura y agobiante, rodeada de dos compañeros y aturdida por un jefe sin cara, pero con voz omnipresente.
Es que en La asistente, la película de la australiana Kitty Green que se estrenó en distintos festivales internacionales mientras el llamado movimiento #MeToo se hacía escuchar en el espectáculo, llega para reflejar el acoso laboral y sexual en ese universo luego de la condena contra el superpoderoso productor de Hollywood Harvey Weinstein, preso por dos casos de agresión sexual y a la espera de que se desarrollen otras causas que están en investigación.
No hace falta nombrar a Weinstein, que es una especie de sombra, y la película no lo hace: con sutileza, las palabras escritas o por teléfono del jefe de Jane resuenan; los silencios de quienes lo acompañan lo dicen todo.
Sin estridencias y contado de un modo delicado y a la vez agudo, el largometraje sigue un día en la vida de esta asistente y muestra todas las tareas mecánicas que realiza, la degradación, la complicidad de los varones que trabajan con ella, la falsa amabilidad de un encargado de recursos humanos (interpretado por el británico Matthew Macfadyen, que en los últimos tiempos se lució en Quiz, la miniserie de la que hablamos en este capítulo de impostores), ese salvavidas de plomo cuando ofrece: “podés contarme lo que sea que te esté pasando, para eso estoy aquí”.
El derrumbe próximo, la idea de que algo no está bien detrás de esas paredes que agobian a la protagonista, llega a los espectadores través de los ojos de esta joven que asiste, registra y hace un intento por ser escuchada.
La asistente se puede ver en la plataforma de Amazon Prime.
2. La única en la tierra. Ahora que Corea se usa para todo (!), recordé que hacia fines de 2020 me crucé por las redes con una editorial local que publica en español los libros más destacados o curiosos de ese país y me encantó la propuesta. Se llama Hwarang y ellos mismos explican su nombre: “En el antiguo reino de Silla existía un grupo de guerreros poetas llamados Hwarang, muchachos en flor. Su misión era salvaguardar lo más importante de su cultura. Hwarang editorial intenta recuperar ese espíritu y difundir la cultura coreana en el mundo de habla hispana”.
Con esa intención, lo último que editaron es el libro La única en la tierra, de Chung Serang, una novela muy entretenida que, a través de la ciencia ficción, cuenta la historia de Hana, una diseñadora joven que vive en una Seúl fantasmal, que va de la casa al trabajo y del trabajo a la casa mientras se hace preguntas sobre la relación que tiene con su novio.
En paralelo, una de las mayores estrellas del k-pop (ese fenómeno generacional y musical, esa otra maquinaria perfecta diseñada por los surcoreanos) desaparece y la presidenta de su club de fans empieza a investigar qué ocurrió con su ídolo. Las historias, naturalmente, se van a entrecruzar a partir de un fenómeno impactante: un destello verde que irrumpe sorpresivamente en el cielo de la ciudad.
Chung Serang es una de las autoras jóvenes contemporáneas más reconocidas de Corea, una best-seller que ya había impactado con su primera novela, La enfermera de la escuela Ahn Eun-young en 2015.
Ese libro, con guión de la propia autora, fue adaptado y desde septiembre de 2020 se estrenó como serie en Netflix con el título The School Nurse Files o Los archivos de la enfermera escolar, que en sus seis capítulos muestra a la protagonista rodeada de lo que solamente ella puede ver: espíritus que existen bajo la forma de jaleas algo monstruosas.
3. Folletines virtuales. Hay gente que contiene un mundo. El dramaturgo, director teatral y docente Mauricio Kartun es uno de esos, un creador imparable y uno de los escritores más notables que dio este país (a veces, en el vértigo pavote de los días no nos damos cuenta de que somos privilegiados por ser contemporáneos de mentes como la de él).
Sin la posibilidad del teatro presencial por la pandemia –hasta el año anterior su última obra Terrenal estaba en cartel con gran éxito–, desde fines de 2020 el dramaturgo abrió la puerta a su cosmos desde su cuenta de Facebook con el folletín Konsuelo que fue publicando semanalmente.
Lo que empezó como una semilla –una imagen que él suele usar para referirse a lo que denomina “el acto creador” (un asterisco: alguien debería compilar las lecciones de los seminarios y talleres de Kartun sobre la escritura en un libro)–, se fue en vicio.
Pero un vicio de los imperdibles, que luego siguió con otra saga de relatos, Salo Solo. Las emocionantes aventuras de Salo, el patrullero ruso del amor.
Todo el material, hilarante, escrito con ese fervor kartuniano que combina a la perfección lo sagrado y lo terrenal, la oralidad en cada oración puesta al servicio de lo literario y el desparpajo, está reunido en dos blogs imperdibles (les dejé los links arriba, pero repito acá y acá), a disposición de quienes tengan ganas de darse una vuelta por ese universo único llamado Kartun.
4. Lorena Vega por mil. Una de yapa, para los que se animen. De a poco empezó a volver la presencialidad a algunas salas de teatro porteñas y regresaron algunas de las obras más interesantes de los últimos tiempos que tienen un factor en común: la mayoría tiene como protagonista, directora o autora a la actriz y dramaturga Lorena Vega.
Entre otras, volvió Imprenteros, donde la propia Vega lleva a escena su historia en un biodrama encantador, acompañada por sus hermanos y allegados, todos parte del mundo de los obreros gráficos.
“Crecimos entre resmas de papeles, olor a tinta y sonidos de máquinas. Hoy no puedo regresar a lo que queda de la imprenta de mi padre, y es entonces en el espacio escénico donde busco las formas de recorrerlo nuevamente. Y así ir descubriendo los puentes tendidos entre un oficio y el otro. El de imprimir y el de actuar”, contó alguna vez.
Imparable, la actriz también está presentando su unipersonal Yo, Encarnación Ezcurra en el Picadero y otra gema de las últimas temporadas teatrales llamada La vida extraordinaria, de Mariano Tenconi Blanco, con Valeria Lois en la sala Timbre 4.
Pero hay más: por estos días, se podrá ver Civilización, una obra de Mariano Saba con dirección de la propia Lorena Vega. Se trata de una propuesta del Teatro Nacional Cervantes que ofrece espectáculos al aire libre en la Biblioteca Nacional, de entrada gratuita con reserva previa por acá.
¡Hasta la próxima!
AL
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