El cigarrillo se tuerce en la sombra, la silueta de Midge parece una mancha. Desde la oscuridad brota una palabra con furia: “¡Venganza!”. Así empieza un monólogo, casi un incendio: “¡Venganza! La quiero. No solo la quiero, la necesito. La ansío, me consume totalmente la sed de venganza. ¿Vieron esos momentos en los que todo parece ir sobre ruedas y de repente, ¡pum!, alguien se les cruza a la vuelta de la esquina y les jode la vida? ¿Y que no lo vieron venir porque estaban demasiado ocupados siendo felices?”.
La escena pertenece a la última temporada de La maravillosa Mrs. Maisel y antes de avanzar lo admito como fan total: aunque era uno de los regresos más esperados este año –lo anticipamos por acá– la serie volvió muy floja, con un tono corrido, casi irritante.
Sin embargo, lo interesante esta vez es que el eje está puesto en el trabajo y sus adversidades, en cómo la protagonista, después de un episodio por el que la dejan afuera de algo que ella ansiaba para su carrera, tiene que rebuscárselas para subsistir y conseguir dinero. Y de algún modo lo logra, con su talento innegable para la comedia, a pura furia, y también a puro humor. Esa idea de ajuste de cuentas del principio más que motor se vuelve relato: Midge habla en el escenario de venganzas crueles, corrosivas, furiosas y después repasa algunas ideas ñoñas como freír pescado en el sótano del hombre que le jodió la carrera para que el olor le invada toda la casa o presentarle a su hija a un poeta –máximo horror de la época, máxima pesadilla de varios padres– para que se enamoren y se terminen casando. El público se ríe a carcajadas.
Mi amigo Pablo vive en México. Estuvo hace unas semanas en Buenos Aires y cuando nos despedimos me regaló un libro divino que recopila historias de faros reales y literarios (se llama Cuaderno de faros, su autora es la mexicana Jazmina Barrera).
No se lo dije en el momento, pero su gesto me causó gracia: Pablo, que mide casi dos metros, es en sí mismo un faro.
Con un productor en común (Daniel Goldfarb participa en las dos series), con una protagonista imponente como Mrs. Maisel, algo de humor y la misma necesidad de abrirse camino en un ambiente laboral difícil, a fines de marzo HBO lanzó la serie Julia basada, aunque con algunas libertades, en la vida de Julia Child.
En esta oportunidad, la chef, autora best-seller y pionera de los programas de cocina en los Estados Unidos, que ya fue retratada en cine por Meryl Streep en una película de Norah Ephron (está en el catálogo local de Netflix, atención), es encarnada por la británica Sarah Lancashire. De paso: la admiramos en Last Tango in Halifax y todavía más desde su papel en Happy Valley (nos prometieron que volvía con una temporada final este año, si alguien en la BBC nos lee: ¡a ver si se apuran un poco que hay ansiedad!).
Como en La maravillosa Mrs. Maisel, también en Julia hay adversidades en un universo elegido, deseado. Porque las dos protagonistas ocupan lugares que soñaron, pero esa búsqueda, lejos de un ideal –muchos podrían pensar: no trabajan de lo que les tocó, hacen lo que les gusta de verdad, en lugares que parecen relucir y sin embargo– no está exenta de hostilidades, de mezquindades, de roces. De personajes que dicen una cosa y hacen otra, de otros que callan creyendo que con eso van a despejar el aire enrarecido (aunque el silencio tiene acción, como nos enseñó Charly García y cantamos desde entonces).
Con Pablo compartimos gustos musicales, desvelos, causas perdidas, indignaciones similares. Sin embargo no creo que nada de esos terrenos comunes sea lo que nos hace amigos.
Pienso en la verdadera intimidad, el grado cero de la confidencia como dijimos por acá, como una lava que corre por debajo, una materia inasible, fugaz y afectuosa, una conversación infinita, un río desbocado donde por suerte no hay jerarquías.
En Julia hay un productor que desprecia a la chef y hace todo lo posible para que su programa sea un fracaso. Un tipo que juega al desgaste, a un achique que por su propia torpeza no termina de ejecutar, a una defensa burda que propone como único juego dejarla en un off-side permanente y aburridísimo.
Pero la cocinera no se detiene, gambetea, encara, su talento es tan rebosante que se vuelve imparable. Y a diferencia de Mrs Maisel, es más reservada y un poco más consciente de lo transitorio de todo. Entonces no se deja empañar por la rabia, sonríe, lleva delicias para que disfruten todos en el set, simula no entender ciertas cosas, les hace creer a los demás que toman decisiones que en realidad son de ella. (Me hizo acordar a una viñeta de Liza Donnelly que me crucé hace poquito por las redes de la revista New Yorker, dos personas en un subibaja, la de abajo dice que tiene el control, la de arriba que está en la cima del mundo, la dejo por acá cerquita).
Y no es que no sufra, ni que le falten momentos de duda o ganas de llorar. Solo que absorbe la tirantez con una destreza envidiable y a veces con la ayuda de cómplices: en la serie aparecen mujeres que, como ella, también trabajan en lugares que les encantan y también tienen que enfrentar obstáculos (una editora de libros, una joven productora de televisión).
Pablo es un faro y no solo por su altura. Es una persona sabia que incluso ante la desventura más cruel ofrece siempre una salida refinada.
Algo me inquieta, se lo cuento y él siempre sale con algo que jamás se me hubiera ocurrido (desde el tema más doméstico y vulgar, hasta un proyecto nuevo o un paso profesional que estoy por dar).
En la última entrega de su Viejo Smoking, un newsletter a esta altura decano de los demás newsletters, un clásico dominical y bellísimo que se lee por acá, Cecilia Absatz le dedicó varios párrafos al trabajo. Me gustó especialmente el rescate que hace de una figura preciosa, la de las amigas y amigos de los trabajos pasados. De hecho me llevó a pensar en los míos, en las cuitas transitorias y lo invencibles que fuimos tuppers, tazas, teclados o biromes en mano. (En cualquier orden y con varios faltantes: Rosario, Dami, Tom, Andre, Marcelo, Fer, Lau, Sofi, Cami: los llevo conmigo y los extraño siempre).
Me gustó también un fragmento que comparto por acá: “Muchas cosas se ponen en juego: la capacidad, el carisma, la ambición, el dinero y sobre todas las cosas la proximidad, la convivencia (...). Surge una intimidad inevitable y más allá de las dimensiones del terreno se instala ineludible la existencia de los otros, del Otro en general, a veces para bien, a veces para mal”.
Venía pensando en todo eso, en que ni Julia ni Midge niegan la existencia del conflicto como un elemento casi constitutivo de los vínculos entre las personas (la humorista en su monólogo llega a decir que entiende que la vida es así: shit happens), en cómo otros sí lo niegan o no lo pueden ver como un horizonte posible. Y también en mis propios escollos, en los desencuentros, en el ruido, en lo abyecto de algunos ámbitos y algunas personas, en esos lugares que parecen relucir y sin embargo.
De todo esto y de mil cosas más me gustaría hablar ahora mismo con Pablo, preguntarle qué opina, ver cómo esboza alguna de sus ideas con gracia. Pero no es posible: hace pocos días me avisaron que Pablo está internado en terapia intensiva por una afección sorpresiva en su cabeza (lo mantienen dormido mientras los médicos hacen estudios en su cerebro y determinan los pasos a seguir). Entonces todo ese ruido que me estorbaba –que no deja de pinchar, de ser filamento– se volvió de repente un paisaje grotesco.
Me muevo sin rumbo, tipeo sin claridad –él mismo me diría “vos escribí, después ves”– hasta que mi amigo faro vuelva a prenderse para regalarnos su luz y su elegancia.
Esta edición de Mil lianas es para él.
1. Miles de ojos, de Maximiliano Barrientos. “El culto a los autos y la velocidad elevado a religión, black metal, rituales, Ballard y Mad Max en Bolivia. No sé si hay escritores así de arriesgados en América Latina”, señaló la escritora Mariana Enriquez, una fan total de Miles de ojos, del escritor boliviano Maximiliano Barrientos que luego de una edición en su país acaba de salir por el sello argentino Caja Negra.
En efecto, la novela tiene como protagonistas a los integrantes de una tribu muy particular: un grupo de amantes de los autos, la velocidad y esa música (un subgénero bastante extremo del heavy metal) que con sus rituales llenos de piezas mecánicas, restos humanos e imágenes de celebridades que murieron en accidentes viales, entre otras cosas, va detrás de los pasos de una entidad –la de los miles de ojos del título–. Un camino a pura aceleración, una puerta a varios enigmas.
La novela, separada en tres etapas (al principio hay escenas que podrían calificarse de un tiempo más antiguo, luego aparece algo más contemporáneo con un grupo de adolescentes de una clase acomodada de Santa Cruz, Bolivia, y finalmente una etapa post-apocalíptica, pongamos) es puro vértigo. Y, llena de ideas nunca machaconas e imágenes desoladoras pero también atractivas –insistentes como un imán– es, también, una lectura acertadísima alrededor de las familias, las relaciones humanas, la muerte, la naturaleza y, sobre todo, los efectos de varios tipos de violencia.
Lo que más me atrajo, en un rubro en el que me considero muy novata, es la audacia y a la vez un tipo de escritura que, incluso ante las escenas más aterradoras y crudas, me llevó todo el tiempo de la mano.
Ya que estamos, les cuento que Miles de ojos es uno de los primeros lanzamientos de Efectos colaterales, una nueva colección de la editorial Caja Negra, a la que seguramente conozcan por sus destacados libros de ensayos.
“Nos atrae la experimentación genérica y la hibridez para la formación de una serie en la que convivan autoficciones teóricas, ejercicios alucinatorios de ficción especulativa y documentos textuales de nuestra vida online. Esta colección nace con la sospecha de que la imaginación literaria del presente aloja los mitos sintéticos de las subculturas del mañana”, anuncian los editores sobre esta novedosa apuesta por algunos tipos de ficción –con sus evidentes aledaños– que viene a engrosar un catálogo siempre sorprendente y vigoroso.
La novela Miles de ojos, de Maximiliano Barrientos, acaba de salir por la editorial Caja negra. Más información, por aquí.
2. Tiranos Temblad, especial 2021. Por suerte, en medio de estos días difíciles, llegó un esperadísimo momento del año (imprevisible, pero siempre bienvenido). Es que en las últimas horas los creadores de Tiranos Temblad subieron a su canal de YouTube su ya mítico resumen anual de acontecimientos uruguayos. El de este año no fue la excepción y, construido en base a videos realizados en ese país o desde otros puntos del planeta donde se hace referencia a Uruguay por el motivo que sea, nos ofrecen una entrega delirante y divertidísima.
Después de un 2020 atípico, que estuvo marcado por el confinamiento a raíz de la pandemia, volvieron al Uruguay varios turistas, por lo que en el video de este año no faltan aventuras de extranjeros en la playa, en las rutas y en el campo uruguayo. También hay fenómenos climáticos impactantes, un ñandú prófugo, un perro robot suelto por las calles de Montevideo y la aparición –¡como ocurrió en el resumen 2020 y contamos por acá!– de misteriosos ovnis en el cielo. No se lo pierdan.
El especial 2021 de Tiranos Temblad está disponible en YouTube.
3. Cinco comedias. De las temporadas completas de Seinfeld a una buena cantidad de material de los Monthy Python (las cuatro temporadas de Flying Circus, por ejemplo) en Netflix. De las dos versiones de The Office (tanto Amazon Prime como HBO las tienen en sus catálogos) hasta algunas producciones recientes que con el tiempo se convertirán en emblemas del humor de las últimas décadas (por citar muy rápido algunas: Community, Parks and Recreation, Fleabag). Los amantes de la comedia en sus diferentes formas tienen una oferta enorme disponible en las plataformas de streaming y por suerte esos espacios siguen apostando a este género.
En los últimos meses hubo lanzamientos y anuncios en el rubro, así que en estos días hice un repaso en elDiarioAR (lo leen acá) por cinco comedias que se estrenaron recientemente o que están volviendo con nuevas temporadas. También comparto el tráiler de la última temporada de Barry, que llegará a las pantallas del 24 de abril.
El artículo Cinco series en clave de comedia para mirar por streaming: porno por dos, cómicos en crisis y un asesino particular se lee por acá.
4. Banda sonora. Mi agenda musical (¡fah!) estuvo casi todo el tiempo cubierta por las tres nuevas canciones que, después de mucho tiempo de silencio, presentaron en estos días los escoceses de Belle and Sebastian, una de mis bandas de cabecera.
Se suman, entonces, a nuestra banda sonora compartida, que pueden escuchar siempre por acá.
El lanzamiento de Belle and Sebastian es apenas un adelanto del disco A Bit of Previous, que saldrá el 5 de mayo. Porque me gustó mucho (y porque ya se me pegó como un chicle) les dejo también por acá el video de Young and Stupid, uno de los cortes nuevos.
Me sonrojé, me reí, me emocioné, me quedé pensando con todas las respuestas sobre Mil lianas que me mandaron por acá. ¡Muchas gracias a quienes se tomaron un ratito para responder!
La encuesta sigue abierta en este link unos días más por si quieren participar.
¡Hasta la próxima!
AL
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