En el pecho de un seguidor de Javier Milei puede ir abrochado un pin con la palabra “dolarización” al lado de otro que lleva los colores de la bandera LGBT+. Una seguidora puede decir en la misma frase que “con las ideas de Milei puede terminarse la situacional planetaria” -es decir, el hambre, la guerra, la discriminación, la contaminación- y “nuestras creencias limitantes”. Un seguidor de Milei de 17 años explica que no está de acuerdo con la venta de órganos, propuesta sobre la que volvió el candidato a presidente la semana pasada, pero que no puede ser que haya tantas personas hace tanto tiempo en lista de espera.
Una chica dice que está a favor del aborto, lo que no quiere es que el Estado pague la práctica. Sobre la libre portación de armas, otra seguidora asegura que ella no tendría una, pero que no es coherente que “los delincuentes estén armados y los ciudadanos, indefensos”. Dice otra: “Nosotros estamos acá para pelear contra la frase ‘la salida es Ezeiza’”. Y otro chico, de 18 años, va a resumirlo así: “Yo quiero tener la libertad de hacer lo que quiero con lo mío”. Todos ellos esperan a que abran las puertas de la sala José Hernández.
Es domingo, último día de la Feria del Libro y quien cerrará las jornadas de presentaciones es Javier Milei, el diputado y candidato a presidente por La Libertad Avanza. El fin de la inflación, título de su última publicación, promete la fórmula para terminar con la suba descontrolada de precios que consiste, más o menos, en cerrar el Banco Central y dolarizar. Durante su exposición, Milei apuntará contra sus cuatro enemigos: los “empresaurios”, los sindicalistas “transas”, los “micrófonos ensobrados” y los economistas “chantas” que trabajan para el Poder. Quedó gente afuera.
El hombre que vino del fondo
Karina Milei, El Jefe. Túnica hindú, cabello rubio largo lacio, da indicaciones. Es la hermana del candidato que ordena lo que ya no necesita ser ordenado. En la mesa ubicada en el centro del escenario hay pocas cosas: dos micrófonos, dos vasos de vidrio, dos botellas de agua, un ejemplar de El fin de la inflación y la gigantografía de un billete de 100 dólares con la cara grande de Milei por toda escenografía. Ahí está Juan Carlos Blumberg, un pionero en generar leyes con nombres propios. Está la candidata a vicepresidente, Victoria Villarruel, negacionista. Está Lilia Lemoine, influencer, una mujer del entorno más íntimo del candidato, que ahora presenta a Alberto Benegas Lynch, economista, impecable orador, un bronceado envidiable.
Pero el candidato todavía no apareció. Entran los invitados y ocupan las primeras cuatro filas: se sientan sobre stickers que dicen “reservado”, levantan los teléfonos, se toman selfies. Después entra la militancia. Entre los libertarios la palabra militancia se reivindica como en los partidos tradicionales. Pero prefieren llamar “referentes” a los jóvenes que organizan actividades en los barrios. “No tenemos el control, no somos jefes. Sólo organizamos las caminatas, las mesas de afiliación y repartimos volantes”, explicó antes de que abrieran sala Nicole Cárdenas, referente de la Comuna 6 a elDiarioAR. Ahora Nicole es una militante más entre muchos enfundados en las banderas de Gadsden, las amarilla que tiene impresa una serpiente y el lema “no me pises”.
Cuando el fondo de la sala esté tapizada de amarillo, Javier Milei aparecerá desde el fondo. Desde el fondo: de panelista de tevé a candidato capaz de competir en una elección presidencial. Desde el margen: cuando en plena pandemia convocaba a las marchas anticuarentena y reclamaba libertad. Ni La Renga ni Bersuit Vergarabat quieren que los libertarios usen sus canciones en sus actos partidarios, así que ahora suena Vamos por la gloria de La Beriso. Entonces Milei irrumpe en la sala. Lo hace como lo hacen los superhéroes, de imprevisto aunque todos sepamos. Lo hace como si tuviera una capa imaginaria. Milei está marvelizado. Y él, por supuesto, es la representación del bien.
“¡Presidente, presidente!”. Las personas que lograron entrar en la sala extienden las manos. Milei avanza corta la ola de gente que se le vino encima. Cuando llega al escenario, lo introduce el economista Benegas Lynch. Lo primero que dice es “Milei ya ganó” porque “instaló los temas centrales de la libertad”. Y después de confirmar algo que aún no sucedió, dice esto: “Hace 80 años que no escuchábamos un discurso de la profundidad que presenta Javier Milei. Primero, el homicidio del seno materno, mal llamado ‘aborto’”. ¿Sabrá el núcleo duro del libertarismo que su juventud militante creen que interrumpir voluntariamente un embarazo es la libertad a la que adhieren?
La política del latiguillo
La exposición de Milei sobre su libro fue una deriva de tecnicismos: monedas, cálculos, porcentajes, oferta-demanda, monopolización y Estado, devaluación del peso, índice de inflación. Pero cuando combinaba la palabra “casta” -que no es suya, sino tomada de la narrativa de Podemos, el partido político español que la instaló en 2014- con algún otro latiguillo el público aullaba. Pasó con “caraduras delincuentes de Frente de chorros” y con “los otros delincuentes de guantes blancos y mejores modales de Juntos por el cargo”. Nótese el giro en el nombre de los partidos con los que compite. Y con esta línea: “Esta gente se jacta de ser Dios, y si algo le venimos a decir en la cara, políticos basura, es ‘ustedes no son Dios’”. O con esta: “Los sindicalistas que antes hacían lío y ahora están calladitos, o los periodistas ensobrados y que operan en contra de todos ustedes”.
Según las consultoras privadas, Milei tiene una buena proyección en las PASO con poco más del 20% de intención de voto. A sus candidatos en las provincias no les fue tan bien. En Río Negro y Neuquén obtuvieron menos de 10 puntos, en La Rioja su elegido quedó tercero. Ayer, en Tierra del Fuego sacó 7 puntos. A Javier Milei le sobra labia y exposición mediática, pero todavía es incierto su armado a nivel nacional. ¿Tiene Milei punteros, dirigentes, fiscales; tiene “territorio”? Por lo pronto esta sala está colmada de esperanza, de feligreses que a la política del slogan le respondieron en repeat: libertad, libertad, libertad.
VDM/MG