En el 2022 murieron cinco personas en basurales de todo el país. Eran trabajadores informales que fallecieron aplastados por camiones o máquinas en las provincias de Entre Ríos, Salta y Buenos Aires. Ante el aumento de la pobreza, en los últimos meses creció la cantidad de gente que revuelve en la basura para vender el material reciclable o para consumo propio. Adultos y también niños, familias enteras se acercan. El caso de Sebastián Barreto, el nene de 8 años que murió atropellado por un camión en Paraná, es el extremo más doloroso de una situación que se repite.
Según un registro del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), en lo que va de este año se contabilizaron cinco muertes, algunas por aplastamiento. Se trata de Sebastián Barreto, Facundo Velas, Roque Zaragoza, Alejandro Durán y otra persona que no pudo ser identificada. Ninguno supera los 40 años. Todos hacían changas en el basural o en las zonas linderas. “En las crisis sociales se agranda el número de gente que va a trabajar a la basura”, explicó desde La Matanza, Matías Capoblanco de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores. “Los carreros, botelleros y chatarreros aumentaron porque cierran el trabajo formal y a la gente no le queda otra más que sumarse a la economía popular. Lo más fácil es llegar al reciclado porque vendes tu fuerza de laburo yendo a un lugar donde te compran el material, te alquilan el carro, el bolsón y vos salis a laburar”, describió en diálogo con el DiarioAR.
La mayoría son hombres jóvenes, pero también hay mujeres con hijos. “Al basural va tu hijo, tu hija, tu tío, son bloques de gente. El día a día es muy difícil y llevar a la familia te aliviana el laburo. Son trabajadores que se crearon a través de la crisis social después de cuatro años de un mal gobierno, más una pandemia y, ahora, con otro gobierno que no tiene buenas políticas para este sector”, agregó Capoblanco. Según los datos del INDEC del primer semestre de 2022, el 36,5% de las personas en Argentina son pobres. Además, el informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA publicado la semana pasada, indica que en el país hay 17 millones de personas pobres (43,1%), mientras que 8,5 millones están bajo la línea de indigencia.
En febrero de este año, Alejandro Durán murió aplastado por un camión compactador mientras trabajaba en el basural de Pergamino, provincia de Buenos Aires. Tenía 37 años. Un mes después, en marzo, otra persona de la que no se sabe su nombre falleció de la misma manera en el basural San Javier de la ciudad de Salta. En agosto, pasó lo mismo con Roque ‘Chichilo’ Zaragoza en “El Campo del Abasto”, Concordia, Entre Ríos. Trabajaba sobre la basura, entre el humo y el polvillo cuando lo embistió un camión volcador, tenía 22. En octubre, también en el basural salteño murió Facundo Velas aplastado por una máquina con la que se entierra residuos. Tenía 21. En noviembre, Sebastián Barreto se colgó de un camión que llegaba a “El Vertedero”, en Paraná, pero cayó y murió aplastado. Era domingo al anochecer y juntaba comida con su familia, tenía 8 años.
Al basural va tu hijo, tu hija, tu tío, son bloques de gente. El día a día es muy difícil y llevar a la familia te aliviana el laburo"
Es una cifra que supera ampliamente la de 2021, cuando se contabilizó una muerte. Según el registro del MTE, en 2019 fallecieron otras dos personas y en el 2018, una. Si bien no hay cifras exactas sobre las personas que trabajan con la basura, desde Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores estiman que hay alrededor de 200.000 en todo el país y que solo el 10% está organizado. “Nos damos cuenta que hay una crisis porque hay cada vez más compañeros que se unen a la economía popular”, indicaron.
En Luján, dónde está el basural a cielo abierto más grande del país, la cantidad de gente que cirujea aumentó en los últimos meses. “Hay un número que oscila entre 100 y 180 personas, aumenta y baja según la economía. Siempre fue así, con las crisis se agudiza y hay gente de noche y de día. Personas que han trabajado toda la vida y hay otras que, según las circunstancias de la economía, vienen. O porque se quedan sin trabajo o para completar porque no les alcanza. Hay albañiles que después vuelven a su trabajo”, sostuvo Sergio Almada, vecino del basural y referente de la lucha para reconvertir el lugar. Según los registros de la municipalidad de la ciudad, durante la pandemia se duplicó la cantidad de gente y se alcanzó un pico de 163 personas que llegaron ante la falta de trabajo.
Las estimaciones oficiales indican que en el país se generan 50 mil toneladas diarias de residuos y gran parte se traslada a los basurales a cielo abierto, que son 5000 en todo el país. Son lugares donde predomina la informalidad y las condiciones de seguridad laborales son irrisorias. Personas expuestas al sol, a la lluvia, sin agua, baños ni elementos de protección.
Desde la Federación de Cartoneros piden la sanción de la “Ley de Gestión Integral de Envases, Responsabilidad Extendida del Productor, e Inclusión de Trabajadoras y Trabajadores Recicladores” impulsada por el Poder Ejecutivo. Se trata de una normativa que sostiene que el productor que ingresa el envase en el circuito de consumo tiene una responsabilidad social extendida por lo que debe pagar una tasa ambiental o presentar un sistema de tratamiento propio. Con la recaudación se crea un fideicomiso para fortalecer los sistemas públicos de gestión de envases y promover la inclusión de las y los recicladores.
Desde el Ministerio de Ambiente impulsan la normativa que está ahora en la Cámara de Diputados. Además, indicaron que trabajan en la reconversión de basurales a cielo abierto y la construcción de ocho centros ambientales en Formosa, Concordia, Villa María, Mendoza, Quilmes, Moreno, Chascomús y Luján. El viceministro de Ambiente, Sergio Federovisky, habló con elDiarioAR y sostuvo que además del impacto ambiental, trabajan en la inclusión de los trabajadores de la basura. “Todos contienen una dimensión social muy profunda que determina una mejora cualitativa tremenda respecto de la calidad bajísima de la cual trabajan hoy los recuperadores. Establece la dignificación del trabajo y la contratación, van a ser contratados directamente a través de una cooperativa. Pero también la infraestructura está pensada para dignificar el trabajo: una planta que está en el 100% de actividad bajo techo y diversas construcciones adicionales, entre ellas las guarderías para los hijos”, afirmó.
“Somos invisibles”, se quejó Capoblanco. “La gente que trabaja adentro de un basural es inexistente para todos porque cuando una persona tira la basura, ya se olvida. No tiene identificado a donde fue su basura, cuanto tiempo va a contaminar. Somos invisibles”, cerró.
CDB/ MG