La ola de evidencias sobre su impacto tóxico en la sociedad se traga a Facebook

Carlos del Castillo

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Facebook vuelve a centrar la atención internacional. Una nueva cadena de revelaciones con documentos internos de la compañía, notas de sus altos ejecutivos y filtraciones de sus empleados la golpea. Las investigaciones muestran el impacto tóxico que sus plataformas tienen en la sociedad, como ha ocurrido sucesivamente desde el escándalo de Cambrige Analytica de 2017. La diferencia en este caso es que las pruebas sobre la mesa también evidencian que Facebook conoce la situación, la oculta y miente si es necesario para construir una fachada de compromiso social que sus trabajadores y dirigentes saben que dista mucho de ser real.

La nueva tempestad comenzó hace diez días con una publicación del Wall Street Journal (WSJ) que reveló que Facebook tiene una lista de usuarios VIP a los que permite que se salten las reglas que impone al resto. A la red social le interesa tenerlos como miembros, por lo que hace la vista gorda. Como por ejemplo cuando el futbolista Neymar Jr. publicó en Instagram fotos íntimas y mensajes privados de una mujer que lo había denunciado por violación sin ninguna repercusión para él.

“A diferencia del resto de nuestra comunidad, estas personas pueden violar nuestros estándares sin ninguna consecuencia”, explicaron varias fuentes de la empresa al medio estadounidense. Una revisión interna de Facebook descubrió la situación en 2019 y se lo comunicó a la cúpula, que lo dejó estar. “Este problema es omnipresente, tocando casi todas las áreas de la empresa”, detallaron las mismas fuentes: “En realidad no estamos haciendo lo que decimos que hacemos públicamente”.

Pero el WSJ había descubierto mucho más. En la segunda entrega de una investigación que ha titulado Los archivos de Facebook, el medio reveló que la corporación sabe que Instagram acaba resultando tóxico para una de cada tres adolescentes. Y lo sabe porque encargó un estudio interno cuyos resultados fueron presentados a los altos ejecutivos con un resumen en diapositivas que llegó a manos de los periodistas.

“Hacemos que los problemas de imagen corporal empeoren para una de cada tres chicas adolescentes”, decía una de esas diapositivas. “Las comparaciones en Instagram pueden cambiar la forma en que las adolescentes se ven y se describen a sí mismas”, revelaba otra. “Las adolescentes culpan a Instagram de los aumentos en la tasa de ansiedad y depresión”, continuaba la presentación. Facebook ha negado a lo largo del tiempo que tenga datos de que Instagram tenga un impacto negativo en los jóvenes. Los empleados que filtraron los documentos advierten de que tampoco hizo nada por cambiar la situación una vez que tuvo plena consciencia de ella. Los resultados del estudio permanecieron en secreto.

El Journal ha publicado cinco entregas de Los archivos de Facebook y todas siguen este patrón. Trabajadores de la red social descubriendo que la plataforma se usa para el tráfico de drogas y de personas en países en vías de desarrollo que reciben una “tibia respuesta” por parte la compañía; campañas para incentivar la inmunización contra el coronavirus que fallan ante la habilidad de los antivacunas para usar la plataforma en su beneficio; o algoritmos para disminuir la polarización y el discurso de odio que terminan provocando todo lo contrario y que Facebook mantiene porque enganchan a los usuarios y eso significa dinero en su bolsillo.

Sorry not sorry

Facebook ya había sido acusada antes de algunos de los hechos más graves de los que se puede acusar a una empresa privada. A sus espaldas no solo tiene manchas como el escándalo de manipulación electoral de Cambridge Analytica, sino otras como haber sido denunciada por la ONU por haber tenido un papel clave en el genocidio de los rohingya en Myanmar y no haber hecho nada por evitarlo.

Lo que han aportado las nuevas revelaciones es la evidencia de que la respuesta que Facebook da a este tipo de acusaciones, pidiendo perdón y prometiendo mejorar, es falsa. Parte de un discurso publicitario y de puertas afuera que no trasciende a su estrategia como empresa. “Una y otra vez, los documentos muestran que los investigadores de Facebook han identificado los efectos nocivos de la plataforma. Una y otra vez, a pesar de las audiencias del Congreso, de sus propias promesas y de las numerosas denuncias de los medios de comunicación, la empresa no los solucionó”, destaca el WSJ.

Una y otra vez, los documentos muestran que los investigadores de Facebook han identificado los efectos nocivos de la plataforma. Una y otra vez, la empresa no los solucionó

“Los documentos ofrecen tal vez la imagen más clara hasta ahora de cómo se conocen los problemas de Facebook dentro de la empresa, hasta el propio director ejecutivo”, añade el prestigioso medio. Mark Zuckerberg fue el protagonista de muchas de las acciones de disculpa, ante el Congreso de EEUU o los eurodiputados en Bruselas. La realidad era que cuando volvía a sus oficinas se mostraba reacio a aplicar cambios en los algoritmos para provocar menos ira y enfados en los usuarios, ante el temor de que disminuyeran las interacciones, muestran ahora los documentos filtrados.

Un plan para ocultar la toxicidad, no para corregirla

La voluntad de Zuckerberg no era mejorar Facebook e Instagram, sino ocultar lo nocivos que podían llegar a ser. El New York Times ha publicado este miércoles más información interna que muestra que la red social aprobó este año cambiar el algoritmo del News Feed (o muro) para que impulse la visibilidad de las noticias positivas sobre Facebook. La idea es simple: si no pueden cambiar la percepción de Facebook que llega desde fuera, usará sus armas para influir a sus usuarios desde dentro.

El cambio forma parte de una estrategia más amplia para cambiar de táctica ante la repetición de informaciones negativas sobre la empresa y filtraciones de documentos internos. No habrá más peticiones de perdón por parte de Zuckerberg. Empleados y extrabajadores de la compañía creen que esa política de disculpas ha exacerbado la supervisión sobre Facebook, que consideran superior a la que reciben otras multinacionales del sector como Google o Twitter. “Se están dando cuenta de que nadie más va a salir en su defensa, así que tienen que hacerlo y decirlo ellos mismos”, afirma Katie Harbath, ex directora de políticas públicas de Facebook.

La respuesta de Zuckerberg a esta nueva revelación del Times es una prueba del cambio de política. Normalmente con un perfil austero e incluso dialogante en ocasiones respecto las investigaciones de los medios, esta vez Zuckerberg ha aprovechado el artículo para hacer una broma a su costa: “Mira, una cosa es que los medios de comunicación digan cosas falsas sobre mi trabajo, pero es cruzar la línea para decir que estoy montando en una tabla de surf eléctrica cuando ese vídeo muestra claramente una hidrofoil que estoy bombeando con mis propias piernas”.

El fundador de Facebook se refería a un vídeo que publicó el pasado 4 de julio, Día de la Independencia de EEUU, montando en una tabla de surf con hidroala, un dispositivo que puede despegarse de la superficie del agua al tomar velocidad. Zuckerberg portaba una bandera de EEUU mientras surfeaba y como banda sonora añadió la canción country Take Me Home, Country Roads, de John Denver. El New York Times encuadraba este vídeo en la nueva actitud pública de Zuckerberg.

La respuesta oficial de Facebook a las revelaciones del WSJ corrió a cargo de Nick Clegg, el ex viceprimer ministro de Reino Unido que Zuckerberg fichó específicamente para lidiar con este tipo de controversias y sus derivadas políticas. En una respuesta algo confusa, Clegg no negó la autenticidad de los estudios internos y documentos que ha publicado el medio de comunicación. Lo que es falso, afirma, es que Facebook los ignore por sistema.

“El hecho de que no se pongan en práctica todas las ideas que plantea un investigador no significa que los equipos de Facebook no estén considerando continuamente una serie de mejoras diferentes”, aseguró en un comunicado el blog de la compañía. A su vez, recalcaba que “es necesaria más investigación para determinar cómo impactan las redes sociales en la gente”.

El argumento de Clegg contrasta con el hecho de que Facebook niega por sistema cualquier solicitud de investigadores independientes y académicos que piden analizar el sistema desde dentro y sin ataduras. También con otra de las revelaciones sobre la multinacional que se han producido en los últimos días: como descubrió el medio especializado The Markup, Facebook ha implementado cambios en su News Feed que bloquean la posibilidad de que los reguladores e investigadores monitoricen la plataforma con herramientas externas.