Los óvulos humanos inmaduros, llamados también ovocitos, se saltan una reacción metabólica fundamental para generar energía que, a su vez, también provoca desgaste celular. Con esta estrategia logran mantenerse sanos en un estado latente durante décadas, según un estudio del Centro español de Regulación Genómica (CRG).
Esta investigación, publicada este miércoles en la revista Nature, explica cómo los ovocitos no siguen el mecanismo convencional de las células para generar energía, con lo que evitan el desgaste que este sistema comporta y logran conservarse hasta 50 años sanos, sin perder su capacidad reproductiva.
“Como estrategia de mantenimiento a largo plazo, es como poner el motor en punto muerto; esto representa un nuevo paradigma jamás visto antes en células animales”, ha destacado la investigadora del CRG Aida Rodríguez, primera autora del estudio.
Los óvulos humanos se forman por primera vez en los ovarios durante el desarrollo fetal, pasando por distintas etapas de maduración.
Durante las primeras etapas, los óvulos inmaduros permanecen en un estado de arresto celular y perduran inactivos hasta 50 años en los ovarios.
Como todas las células eucariotas, los ovocitos contienen mitocondrias, las baterías o el motor de la célula, que utilizan para generar energía para sus necesidades durante este período de latencia.
Empleando una combinación de imágenes en vivo, técnicas proteómicas —para estudiar a gran escala las proteínas— y bioquímicas, las autoras del estudio encontraron que las mitocondrias en los ovocitos humanos y de ranas del género xenopus utilizan vías alternativas para generar energía nunca antes vistas en otros tipos de células animales.
Un complejo enzimático conocido con el nombre de complejo I es el habitual punto de entrada que inicia las reacciones necesarias para generar energía en las mitocondrias, pero en cambio en los ovocitos este mecanismo es prácticamente ausente.
Como los ovocitos se saltan esta actividad metabólica del complejo I, también evitan sus consecuencias negativas, como la creación de moléculas nocivas que pueden acumularse, dañar el ADN y causar la muerte celular, con lo que logran mantenerse sanos durante décadas.
Según las autoras del estudio, la investigación explica por qué algunas mujeres con afecciones mitocondriales vinculadas al complejo I, como la neuropatía óptica hereditaria de Leber, no experimentan una fertilidad reducida.
Los hallazgos también podrían conducir a nuevas estrategias que ayuden a preservar las reservas ováricas de las pacientes que se someten a un tratamiento contra el cáncer.
Las investigadoras planean continuar con esta línea de investigación y descubrir la fuente de energía que utilizan los ovocitos durante su larga etapa de latencia en ausencia del complejo I, para comprender mejor la fertilidad femenina y las posibilidades terapéuticas.
“Uno de cada cuatro casos de infertilidad femenina no tiene explicación, lo que apunta a una gran brecha de conocimiento en nuestra comprensión de la reproducción femenina”, destacó por su parte la autora principal del estudio y jefa del grupo de Biología Celular y Desarrollo del CRG, Elvan Böke.
Así, uno de los objetivos “es descubrir estrategias (como la falta del complejo I) que emplean los ovocitos para mantenerse saludables durante muchos años para descubrir por qué estas estrategias finalmente fallan con la edad avanzada”, señaló la doctora Böke.
Con información de la agencia EFE