Mauro Coronel había discutido con su pareja y esa pelea terminó en una pelea con un vecino. Cuando llegó la policía, todos agentes de la 10ma de la ciudad de Santiago del Estero, a Coronel lo redujeron de un itacazo en el pecho. Eso ocurrió la noche del 30 de abril de 2020, hace más de tres años, y lo que siguió fue una reconstrucción impulsada por su familia, que cuenta con el apoyo de Amnistía Internacional Argentina. Los testigos y los videos refieren que al joven, de 22 años, lo esposaron al poste del patio de la comisaría, le echaron agua fría y lo golpearon hasta que perdió la conciencia; después lo tiraron en un pasillo. Los días siguientes, Coronel fue y vino del hospital a la dependencia. Primero le diagnosticaron un edema encefalocraneano y luego una posible insuficiencia respiratoria, producto de una neumonía causada por una bacteria intrahospitalaria.
Un mes atrás, el abogado Ignacio Fernández Camillo en representación de Laura, la madre de Coronel, pidió la imputación y la elevación a juicio de seis policías identificados por tres testigos y de la Coordinadora de la Unidad Fiscal de Violencia Institucional, Érika Leguizamón, la fiscal que debió investigar las circunstancias de la muerte del joven. El Juzgado de Control y Garantías aun no se ha expedido. Tampoco permitió que la querella acceda al expediente. Además, la investigación se centra en “vejaciones” y no en las torturas que, según las imágenes y tres testimonios, sufrió la víctima.
De acuerdo a la requisitoria de elevación a juicio a la que tuvo acceso elDiarioAR, a los policías Pablo Enrique Del Valle Palacio Giménez, Matías Nahuel Paz, Marcelo Sebastián Jiménez, Carlos Eduardo Salvatierra, Manuel Rafael Brandan Serrano y Marcelo Soria los acusan de ser autores de la muerte y piden que sean imputados por los delitos de homicidio calificado por ser cometido con alevosía y por miembros de las fuerzas de seguridad en concurso ideal con torturas seguidas de muerte en concurso real con los delitos de apremios ilegales, vejaciones y severidades. A la fiscal Leguizamón, por los delitos de retardo de justicia en concurso ideal con encubrimiento calificado. De haber habido otros agentes involucrados en el muerte de Coronel, la fiscalía no los ha buscado. Por otro lado, los seis policías siguen en funciones. La noche de la detención llevaban pasamontañas puestos. Eran los inicios de la pandemia.
Noelia Garone, Directora de Protección y Promoción de Derechos Humanos en Amnistía Internacional Argentina, dijo a elDiarioAR que una vez agotadas las instancias de apelaciones en la Justicia local, recurrirán a la Justicia Internacional. “Hicimos cuatro pedidos formales para reunirnos con la fiscal y ninguno fue respondido. Fuimos nosotros los que logramos acreditar la participar de estos policías. El Estado podría tener que rendir cuenta ante los Tribunales Internacionales por el caso de Mauro Coronel”, agregó Garone.
Las circunstancias de la muerte de Mauro Coronel
De acuerdo a la reconstrucción que hizo la familia y Fernández Camillo, el abogado que los representa, Coronel ingresó en la comisaría 10ma, ubicada en la avenida Borges 435 de la ciudad de Santiago del Estero el 30 de abril por la noche. Descalzo y solo vestido con una remera y el calzoncillo, fue esposado a un poste en el patio de la dependencia. Estaba a la intemperie, en una noche helada. Los testigos relataron que al menos en tres ocasiones le echaron agua fría en forma de baldazos. Usaban tachos de pintura de 20 litros.
“Ha sido una noche de tortura. A él lo pegaban, lo pegaban y el gritaba todo y el gritaba que lo dejen de pegar, le gritaba a la madre que lo venga a sacar porque lo iban a matar (...) le echaban baldes con agua, lo tenían en boxer y de remera y le echaban baldazos con agua y ese era el celdero también el que ha grabado y era fresca esa noche, (...) estábamos abrigados, (...) estaba fresco esa vuelta, ese tiempo estaba fresco”, relató un testigo, que esa noche estaba detenido en la misma comisaría y cuya identidad en esta nota se reserva.
Después, los golpes. Un testigo contó que vio a Coronel a través de la hendija por dónde pasan la comida: “Y bueno por ahí se veía a donde él estaba en el poste de luz, se veía todo lo que le hacían, pasaba un policía, pum le pegaba una piña de costado, pasaba otro policía pegaba otro y pasaban así cada rato, pasaban le pegaban, pasaban con un palo le pegaban y así toda la noche. Con puños, porque cada vez que pasaban le pegaban así una piña en las costillas, en la cabeza, pero más era golpe por abajo, por las piernas, y palazos le pegaban también en las piernas (...) alrededor de 5 policías fueron los que pasaban y le pegaban”.
Por lo menos hasta el 2 de mayo, es decir, dos días después de la detención, Coronel estuvo tendido en un pasillo de la comisaría 10ma. Esa mañana lo trasladaron al Hospital Regional porque dijo que le dolía el cuerpo. Allí le realizaron una tomografía que determinó un edema encéfalo-craneano leve. Hecho el diagnóstico, lo llevaron de vuelta a la 10ma. Hay que recordar que Coronel había sido detenido luego de protagonizar una pelea con su pareja primero y con un vecino después. Dos horas después, ese mismo 2 de mayo, Coronel se descompensó y tuvieron que trasladarlo otra vez al Hospital Regional. Le detectaron una insuficiencia respiratoria y una posible neumonía.
Al día siguiente, 3 de mayo, Walter Daniel Ardiles, su padre, pudo hablar con él. Coronel le dijo: “Me han pegado en todo el cuerpo en la Comisaría Décima, ahí me han hecho re cagar en la Comisaría papá, me han pegado mucho”. Al día siguiente lo inducen al coma. Un día después, el 5 de mayo, Coronel muere. En su informe final, el perito de parte afirma que “las condiciones en las que Coronel permaneció privado de su libertad Coronel, el haber sido desprovisto de abrigo y golpeado en total indefensión en un lugar a cielo abierto, son la causa mediata de su cuadro mortal. El nexo entre la privación de la libertad, los tormentos y la infección subsecuente es indiscutible”.
Laura, la madre de Coronel, se acercó a la comisaría la noche en que lo detuvieron. Con cuidado de que no la descubrieran, logró filmar con su celular. Las imágenes son borrosas. Pero es posible distinguir la súplica de su hijo: “Má, sacame de aquí. Me están matando”.
VDM/MF