Un policía sin rastros y una causa dormida: a cinco años de la desaparición de Arshak Karhanyan

Leonardo Castillo

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El último registro que se tiene sobre Arshak Karhanyan, un policía de la Ciudad de Buenos Aires de origen armenio, proviene de imágenes que pudieron recuperarse de cámaras que el 24 de febrero de 2019 estaban operativas en el barrio porteño de Caballito. El efectivo mantuvo ese día una conversación con un compañero en la puerta del edificio en el cual vivía. Luego salió de su domicilio y se dirigió hacia Primera Junta, donde extrajo dinero de un cajero. Se trasladó más tarde a un local de Easy y compró una pala que guardó en su mochila. Su rastro se pierde en esos registros, y desde entonces, permanece desaparecido. 

Al cumplirse cinco años de la desaparición de Arshak, no se verifican avances significativos en la instrucción que inició el exjuez Jorge Baños, actualmente secretario de Derechos Humanos de la Nación, y un nuevo magistrado, Martín Yadarola, tiene ahora a cargo el expediente dispuso que el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) se sume a la investigación en base a un pedido formulado por la querella que sigue la familia del policía.

Pericias mal realizadas, tramites dilatorios, pruebas perdidas, imágenes borradas y un silencio infranqueable por parte de la fuerza que integraba este joven uniformado especialista en informática, componen una trama que impide conocer la suerte corrida por Arshak. 

Pericias mal realizadas, tramites dilatorios, pruebas perdidas, imágenes borradas y un silencio infranqueable por parte de la fuerza que integraba este joven especialista en informática, componen una trama que impide conocer la suerte corrida por Arshak.

“Quiero saber la verdad. Hay muchas manos metidas y siento que existe gente que juega con nosotros. Se supone que la Policía está proteger a los suyos, y eso acá no sucedió. Nadie se me acercó para decirme qué era lo que le había pasado a mi hijo”, señaló en diálogo con elDiarioAR, Rosita Vardush Davtyan, madre de Karhanyan.

Peluquera de profesión, Rosita llegó a Argentina en 1997 junto con sus hijos, Tigrán y Arshak, quien por entonces tenía seis años. Mientras estudiaba en la facultad tuvo la oportunidad de ingresar a la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, y su primer destino en la institución fue en la división de Cibercrimen.

Como integrante de esa unidad, participó en peritajes que se encargaron como parte de la investigación que se realizó en relación a la muerte del fiscal de la causa AMIA Alberto Nisman, pero debido a una disidencia que tuvo con un superior en relación a una pericia sobre el caso, resultó relevado de esta división. Lo trasladaron a la división Exposiciones y más tarde a la Comisaría 7B de Caballito, su último destino.

“Creo que el nudo de lo que sucedió con Arshak tiene que estar vinculado a algo que sucedió en Exposiciones, que se dedicaba a allanamientos e incautaciones. Tal vez allí, vio algo o quisieron involucrarlo en algo. Quiso salirse y no pudo”, conjeturó el periodista Eduardo Silveyra, quien trabaja en un libro sobre esta desaparición y en noviembre del año pasado el sufrió en su domicilio el robo de una computadora en la cual recopilaba información sobre la investigación que emprendió desde hace varios meses.

El policía Leonel Herba es quien habla con Arshak en la puerta de ese edificio ubicado en avenida Directorio al 900. En las imágenes registradas, puede apreciarse que ambos mantuvieron ese día un intercambio ríspido, en el que se evidenciaban gestos de tensión. Tras finalizar la conversación con Herba, que había sido compañero de la víctima en la división de Exposiciones, Arshak volvió a su departamento, donde dejó los dos teléfonos celulares que utilizaba, pero se llevó consigo su arma reglamentaria y una tarjeta SUBE. 

En las primeras horas de la desaparición, efectivos de la comisaría en la que se desempeñaba Arshak intentaron desalentar a la familia de presentar una denuncia. “El miércoles se va a presentar porque que tiene que estar en servicio”, le dijeron a Rosita en la Comisaría 7B. Pero el policía no volvió a su trabajo y la Justicia inició una investigación que estuvo plagada de deficiencias.     

El fiscal Santiago Vismara ordenó preservar el contenido de todas las cámaras que se encontraban a cinco cuadras alrededor del departamento donde vivía Arshak y del local de Easy, con las imágenes del día en el cual el policía desapareció, pero desde la fuerza mandaron los registros correspondientes a dos días después. 

La Policía de la Ciudad hizo un primer rastrillaje para dar con Arshak con pocos efectivos. La fiscalía ordenó a la división de Cibercrimen un peritaje sobre uno de los celulares de Karhanyan y lo devolvieron reseteado. Se perdió así información sobre los últimos contactos que mantuvo la víctima antes de su desaparición.

Además, la querella denunció en su momento que se llevaron a cabo procedimientos inconducentes como citar a personas que esperaban tomarse un colectivo en una parada cercana al Easy.     

Quiero saber la verdad. Hay muchas manos metidas y siento que existe gente que juega con nosotros. En estos años, me llamó hasta el papa Francisco y nadie de la Policía me preguntó cómo estaba o qué necesitaba.

Herba negó al principio haber mantenido una conversación con su compañero, pero ante la evidencia de las imágenes terminó por admitir que tuvo una conversación con Karhanyan el día de su desaparición. La justicia ordenó el secuestro de su celular y se hallaron en el aparato audios de conversaciones que sostuvo con su pareja, Jazmín Soto. 

“Vos seguí con el teléfono, seguí hueveando, seguí, no sé, haciendo desaparecer a la gente”, le endilgaba la mujer a Herba en uno de esos audios. Pero el juez Baños desestimó el testimonio, al considerar que eran parte de la “relación tóxica” que mantenía la pareja. El magistrado también se negó a investigar el incremento patrimonial de Herba, que se había comprado una moto valuada en 23 mil dólares y había realizado consultas para adquirir una camioneta Amarok. “Nunca quise perjudicar ni lastimar a nadie. Pero necesito saber que le sucedió a mi hijo”, remarcó Rosita Vardush sobre las sospechas que existen sobre Herba.

A fines de 2021, el entonces presidente Alberto Fernández recibió a la familia de Arshak y la recompensa por información sobre el caso se elevó hasta los cinco millones de pesos. Además, la Secretaría de Derechos Humanos se presentó como querellante en la causa y reclamó que el caso se investigue como una desaparición forzada, algo que Baños rechazó de plano.

Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno porteño al momento de la desaparición, y su ministro de Seguridad, Diego Santilli, se negaron a recibir a la familia Karhanyan. En 2022, Marcelo D’Alessandro, titular de la cartera de Seguridad porteña habló con la madre de Arshak,  y según contó Rosita se comprometió a trabajar en la resolución del caso. Pero poco después, el funcionario dejó su cargo en medio de las repercusiones por el viaje que llevó a cabo junto a magistrados y funcionarios judiciales a la propiedad que el magnate británico Joe Lewis posee en Lago Escondido, en la provincia de Río Negro.

El año pasado, Baños se jubiló como juez y asumió la titularidad de la Secretaría de Derechos Humanos y Yadarola se hizo cargo del expediente y aceptó recibir a la madre de Arshak, quien se mostró “esperanzada” tras el encuentro que mantuvo con el magistrado.

La fiscalía ordenó a la división de Cibercrimen un peritaje sobre uno de los celulares de Karhanyan y lo devolvieron reseteado. Se perdió así información sobre los últimos contactos que mantuvo la víctima antes de su desaparición

“Lo importante es empezar a trabajar con pruebas para que la causa avance. Esto es lo más importante. Tenemos un problema enorme y es que en las primeras horas se perdieron muchas pruebas por decisiones que tomaron Baños y la Policía de la Ciudad”, señaló a elDiarioAR el abogado Mariano Przybylski, representante de la querella que sigue la familia y exintegrante del equipo de la Secretaría de Derechos Humanos que encabezaba Horacio Pietragalla Corti que se presentó en la causa.

La querella pidió que se libre oficios a las fiscalías y juzgados de la provincia de Buenos Aires para determinar si el cuerpo de Arshak puede estar depositado en alguna morgue del distrito.

“Sabemos por la tarjeta SUBE de Arshak que tomó el colectivo 8, cuyo recorrido termina en la localidad bonaerense de Ezeiza. Por eso pedimos que el EAAF se sume a la investigación y trabaje cruzando datos de ADN para acercarnos ver si nos podemos acercar a la verdad”, apuntó el letrado.

Lo importante es empezar a trabajar con pruebas para que la causa avance. Esto es lo más importante. Tenemos un problema enorme y es que en las primeras horas se perdieron muchas pruebas por decisiones que tomaron Baños y la Policía de la Ciudad

La legisladora porteña de Unión por la Patria (UxP) y nieta recuperada, Victoria Montenegro, se abocó desde un principio a la causa Karhanyan desde la Comisión de Derechos Humanos del parlamento de la Ciudad de Buenos Aires, y aseguró que además de “acompañar a la familia, hay que intentar abrir caminos para llegar a la verdad”

“Todo lo que pasó es desgarrador para la familia y por eso tratamos de acompañarlos. Queremos que se abran los caminos hacia la verdad y por eso le pedimos al nuevo juez que cambie la carátula de la causa y que se investigue como una desaparición forzada”, subrayó Montenegro.

Mientras tanto, Rosita Vardush sigue adelante en su lucha por conocer el destino de su hijo. “El juez (Yadarola) tiene ganas de investigar. Esperemos que se pueda avanzar. En estos años, me llamó hasta el papa Francisco y nadie de la Policía me preguntó cómo estaba o qué necesitaba. También me molestó que le hayan dado un cargo a Baños, pero tengo que seguir adelante”, puntualizó la madre de Arshak.

LC/MG