Como sucede cada vez que cambia el control en cualquier territorio, los que esperaban para ocupar esa posición irrumpen en la escena. Hasta hace un mes, en la villa 1-11-14 el negocio narco era dirigido por Johnny Ray Arnao Quispe, rebautizado Pantro. Era un hombre puesto por el histórico capo narco Marco Antonio Estrada Gonzáles, alias Marcos, que está preso en el penal de Marcos Paz y no saldrá por mucho tiempo. El hermano de Marcos, Pity, que está en Perú, también participa del negocio y había permitido que Pantro lo llevara adelante y que rindiera las cuentas. Hasta ahora ese manejo parecía funcionar, pero la Justicia Federal fue contra Pantro y 11 integrantes de la organización. Desde ese momento, por el vacío de poder, el reagrupamiento de tropas ya tuvo heridos y un muerto y aún no se resolvió.
El 22 de septiembre, por decisión del juez Ariel Lijo, Pantro fue procesado y detenido y lo mismo sucedió con sus primeras líneas. La medida también contempló embargos de entre 3,5 y 5 millones de pesos para los acusados. El impacto del operativo paralizó más de una semana la venta de droga en la zona del Bajo Flores. Luego de ese lapso, algunos de los integrantes del grupo de Pantro intentaron recomponer la actividad, pero se encontraron con la resistencia de viejos integrantes del grupo de Marcos y de hombres de Pity. Lo curioso que señalan los investigadores es que a ellos se sumaron también narcos de un sector hasta ahora enemigo de los hermanos Estrada Gonzáles: Raúl Martín Maylli Rivera, apodado Dumbo. Dumbo había estado primero con Marcos, luego con Pity y después se fue al barrio Mugica, en Villa Lugano, pero siempre esperaba el fin del reinado de los hermanos para volver. Como ellos resisten el paso del tiempo y aún a la distancia controlan la venta en la 1-11-14, los tres limaron asperezas para correr a la gente de Pantro, que ya había tenido diferencias con Marcos y que quería tener vuelo propio.
Pantro está prófugo de la Justicia tras los tiroteos de narcos contra vecinos en mayo de este año en Lugano. Dos veces estuvieron por detenerlo pero pudo escapar. Minutos antes de que llegara la Policía se fue de una casa en Moreno y luego en un chalet de dos plantas en Martínez. Como es el único de los tres jefes que puede caminar por las calles, tiene esa carta para hacer valer. Además, Dumbo entregó para compartir su territorio en los barrios Piedrabuena, Bermejo e INTA, todos en Lugano, donde quedaron sus hombres. Allí, después de que la Policía detuviera a varios de sus cómplices, la estructura de Dumbo quedó debilitada y corría riesgo que alguien quisiera irrumpir ahí a disputarle el negocio. Dumbo sabe que en alianza con Pity y Marcos ya nadie tocará a quienes ahí quedaron.
La tarde del 6 de octubre, en la manzana 24, dos hombres armados frenaron con un auto frente a la casa donde estaba Enrique Elezar Espinoza, alias Picnic. Este último era parte de la resistencia de Pantro en la villa. Uno de los que llegó en el vehículo, se bajó y disparó varias veces a Picnic, que murió una rato después en el hospital Piñero. Los proyectiles hirieron a dos jóvenes de 14 años, que todavía están internadas. Ese episodio se suma a otro tiroteo en la villa, que sucedió tres días antes, entre miembros de esos mismos grupos. Esa vez la Gendarmería detuvo a dos hombres que huían con dos pistolas calibre .40 y una 9mm. Varios testigos aseguran haber visto esos días de nuevo en la villa al sobrino de Marcos, John Paul Revilla Estrada, que fue deportado dos veces del país y que habría violado por segunda vez la prohibición de reingreso.
“Por el momento, el grupo nuevo, integrado por los tres grandes sectores, está ‘asegurando el lugar’, como se dice en la jerga. Están marcando el territorio y viendo hasta dónde están dispuestos a resistir los que estuvieron con el grupo de Pantro. No entendemos bien qué es lo que pasó entre Marcos y Pantro, pero da la sensación de que ya Marcos no lo apoya. Se sabe que Pantro le llevaba el negocio a él y a su hermano pero quizás no le rendía todo lo que ganaba”, infieren los investigadores.
En noviembre de 2020, cuando Marcos fue condenado a 24 años de prisión por el Tribunal Oral Federal N° 3, tuvo que poner a alguien de mucha confianza para que fuera su representante en la villa. Como en el mismo juicio su esposa, su suegra y una treintena de integrantes de la banda también fueron sentenciados, eligió a Pantro para que continuara con la venta de cocaína, marihuana y paco en el barrio. Pantro cumplió con la tarea, de hecho en el operativo de su detención se encontraron los cuadernos en los que él registraba la recaudación de Marcos y Pity. Los dos habían acordado repartirse turnos y cada uno gobernaba durante 28 días hasta que se hacía el cambio de guardia. Antes de la pandemia, la recaudación de cada turno llegó a rondar el millón de dólares.
Durante el 2020, con la villa cerrada por la pandemia, las recaudaciones habían caído. Al no haber tanto dinero para repartir la relación de los hermanos se tensó. Sus soldados en territorio también empezaron a tratarse con aspereza. Los hombres de Pity no recaudaban tanto como los de Marcos. Entonces Pity comenzó a plantear que les extendieran sus turnos. Pero eso no sucedió. Y luego de la condena a Marcos, el hermano en el exilio decidió ir por todo, hubo tiros y muertos, pero no pudo y tuvo que pactar. Entonces Pantro apareció como el garante de esa situación que duró hasta ahora.
Las investigaciones por narcomenudeo tienen cierta complejidad por la competencia del delito. Detenciones de dealers o crímenes como los de diciembre y enero son tomados por la Justicia ordinaria de manera separada. Cuando la instrucción avanza y se determina que los delitos los cometió una organización grande como la de Marcos, esos juzgados suelen declararse incompetentes para que las causas vayan a Comodoro Py. Pero como el narcomenudeo no es delito federal luego regresan al lugar de origen. Solo cuando todos esos casos se enhebran, se agrupan y se relacionan, las causas generan interés en los tribunales de Retiro. Esto es lo que sucedió con la megacausa a cargo de Sergio Torres, que terminó con la condena de 2020 de Marcos y su banda.
El enfrentamiento por el control de la droga en el Bajo Flores tuvo su capítulo más sangriento en 2005. Marcos y su ex aliado Ruti ya no eran más amigos y sus soldados se enfrentaban en las calles. En octubre de ese año cinco personas -entre ellas un bebé- fueron acribilladas en la procesión del Señor de los Milagros, el santo más venerado del Perú. Entre medio de danzas infantiles, humo de incienso y música popular, sicarios irrumpieron con fuego de metralla y pistolas. Después de esa masacre nada volvió a ser igual. La guerra estalló en los medios y no se la pudo tapar más.
AM