Diversos informes llevan años alertando de un incremento de la censura de internet en todo el globo. Y lo cierto es que no se trata de un fenómeno solamente limitado a regímenes autoritarios como Rusia o Irán, sino que también se está extendiendo en países con una larga tradición democrática. Se trata de un problema complejo que limita cada vez más el acceso a la información, también en América Latina.
El Gran Firewall de China
El ejemplo más conocido de restricción online es el del llamado ‘Gran Cortafuegos’ de China, un sistema que bloquea decenas de miles de direcciones IP en el exterior del país y que impide a los ciudadanos chinos acceder a servicios como Google, Facebook, Instagram, Snapchat, X o YouTube, entre muchos otros. Este ‘Gran Firewall’ también bloquea aplicaciones de chat como la coreana Line o la vietnamita Zalo, así que no solo limita el acceso a apps occidentales.
Incluso aplicaciones chinas como TikTok tienen prohibido su uso por parte de ciudadanos chinos. La versión china de TikTok se conoce como Douyin, y cuenta con contenidos curados por las autoridades chinas que fomentan la disciplina de estudio o el conocimiento de la historia del país. El control de todo lo que se publica y se comparte en internet es total por parte del gobierno de China, que invierte cada vez más recursos en este ámbito.
América Latina no se libra de la censura
En América Latina, la situación se está agravando, especialmente, en Venezuela y Nicaragua, donde los gobiernos de Nicolás Maduro y de Daniel Ortega –respectivamente– han incrementado el número de páginas web informativas inaccesibles en el país. En el caso de Venezuela, las cifras hablan de un aumento del 20 % en las webs censuradas en 2023, mientras que la censura en Nicaragua podría estar siendo incluso más severa.
Estas medidas para silenciar a la oposición y al disenso civil sitúan a Venezuela o Nicaragua en línea con otros países autoritarios como Rusia o Irán, con quienes han establecido unos lazos cada vez más sólidos, y con quienes se alinean de manera rutinaria en la escena internacional. Por fortuna, las medidas adoptadas para impedir el acceso a este tipo de contenidos no son tan exhaustivas como las del ‘Gran Firewall’, y pueden superarse con las herramientas adecuadas.
¿Cómo acceder a contenidos censurados online?
La manera más fácil de acceder a contenidos censurados son las VPN, herramientas que permiten ocultar IP en nuestros dispositivos para poder navegar desde un tercer país y superar la censura del país en que nos encontremos. Con una VPN, una persona que resida en Venezuela puede conectarse a internet a través de un servidor argentino y acceder a la información que no es accesible desde territorio nacional.
Las VPN tienen además la ventaja de cifrar el tráfico de sus usuarios, de modo que los gobiernos autoritarios no tienen modo de saber a qué información se accedió a través de ellas. Lo único que puede saberse es que se empleó una VPN, algo que los países como Rusia o Irán también prohíben. A menos, claro está, que se trate de una VPN permitida por el gobierno, en cuyo caso es obvio que la información transmitida no será confidencial.
La censura en las redes sociales, un problema creciente
Por otra parte, el aumento de las publicaciones de desinformación en redes como Facebook, Instagram, YouTube o X está conduciendo a un desarrollo cada vez más amplio de sistemas de censura en todas las redes sociales. Algunos de estos sistemas llevaban años en pie y contaban con un amplísimo consenso entre la población, pero el concepto de lo que se considera censurable no ha dejado de crecer en los últimos años.
Existen etiquetas que deberían ser, lógicamente, objeto de desaprobación y control –por ejemplo el ‘discurso de odio’– que, sin embargo, han sido interpretadas y aplicadas de manera desigual en las redes sociales. Los intereses de gobiernos, grupos de presión, empresas y medios de comunicación confluyen en el control sobre las narrativas en las redes, y resultan en diferentes formas de censura que, por el momento, no tienen una solución clara.