La forma de la transmisión de la audiencia de Cristina Fernández de Kirchner fue, una vez más, un tema de controversia: la vicepresidenta pidió por medio de su abogado que la audiencia fuera presencial en Comodoro Py y que su alegato se transmitiera en directo. Casación negó lo primero y, finalmente, aceptó lo segundo.
Las audiencias, realizadas por Zoom, se transmitieron en un link de YouTube y a través de los medios que requirieron su transmisión, como explicó didácticamente a modo de introducción el Secretario de la Cámara Walter Magnone, que, además, especificó el formato: cuando hablara el tribunal o algún auxiliar del tribunal, la pantalla se iba a ver en cuadrícula, cuando hable alguna de las partes, estaría en primer plano.
Muy pronto, en las redes, usuarios y usuarias detectaron como reivindicación, o como queja, que la ex presidenta estaba otra vez en “cadena nacional”. Sus palabras eran replicadas en prácticamente todos los canales de noticias con un buen rating. Cuando era presidenta se comunicaba a menudo por medio de largas cadenas nacionales que enardecían a la oposición y a varios de los medios de comunicación. Convertida en una eximia administradora de sus silencios, hoy fue el criterio de mercado lo que también jugó a su favor. No obliga a nadie y la transmiten.
Aunque los alegatos devenidos cadenas nacionales no fueron solo resultado de la decisión de los medios de comunicación: tanto Fernández de Kirchner como Axel Kicillof los enunciaron desde sus lugares de poder actual, mirando a cámara, con el marco visual cuidadosamente elegido -bandera argentina y bonaerense en el caso de Axel- y un fondo que denotaba su gravitación institucional, en el caso de Cristina con el color de esa mueblería amarronada que grita nobleza estatal. Curiosamente, la zoomificación del proceso judicial habilitó un formato híbrido entre la audiencia y la cadena nacional que la presencialidad -demandada repetidamente por Cristina- no habría logrado de un modo tan nítido.
Las opciones del Zoom también permitieron otro juego de poder. Como dijo el Secretario: el tribunal en cuadrícula; las partes, a pantalla plena. No deja de ser perspicaz esa definición viendo el contenido de las palabras de las partes. “Ustedes, el poder judicial, contribuyeron a que ese gobierno ganara las elecciones e hiciera lo que hizo después: ustedes también son responsables de lo que pasó y lo que está pasando en Argentina”, les dijo Cristina en pantalla plena, con un cuadro con Néstor de fondo, a los miembros del tribunal que la juzga, en ese momento ausente de la pantalla y en otros momentos convertidos en cuadraditos chiquitos, grises y anodinos frente a su imponencia.
Aunque esta disposición de la imagen no era del todo satisfactoria para la vicepresidenta: “Sería bueno que también no solamente apareciera mi cara para que pudiera verse en los medios de comunicación sino también la cara del doctor Daniel Petrone”, en alusión al juez de la Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal que la escuchaba del otro lado de la computadora.
Más allá de esta observación, que forma parte del repertorio de críticas de CFK al poder judicial, el cambio en la relación de fuerzas en un proceso que la tiene como acusada fue notorio desde la disposición de la imagen. También, desde el contenido, que finalizó con un no-pedido consistente con el lugar que ocupó durante toda la audiencia: “No les voy a pedir el sobreseimiento: hagan lo que tengan que hacer”.
A pesar de las quejas por la excesiva difusión de su imagen frente al anonimato de los jueces, hoy Cristina logró hacer circular en alto volumen sus acusaciones. Paradójicamente, es la misma judicialización de la política en la era zoom, cruzada con variables del mercado de los medios -el atractivo que tiene Cristina Fernández para las audiencias-, lo que le permitió a la ex presidenta emular una cadena nacional para referirse por 48 minutos a la politización del poder judicial, algo que en su rol actual como vicepresidenta le sería bastante más difícil.
NS