El nuevo dueño de Twitter despierta muchas preguntas. La compra por parte de Elon Musk de la red social tiene un gran número de factores que la hacen atípica. A nivel económico, el principal quizá sea que ha pagado 40.000 millones de euros por una red social que solo ha dado beneficios en dos ejercicios de los últimos 12 años y sin definir un plan de negocio alternativo que cambie la situación. Al contrario, el multimillonario asegura que no “le importa en absoluto el factor económico” y que compra Twitter por su “potencial de ser la plataforma para la libertad de expresión en todo el mundo”.
“Por 'libertad de expresión' me refiero simplemente a la que se ajusta a la ley”, tuiteaba a última hora del martes, cuando ya se sabía que la compañía es prácticamente suya. “Estoy en contra de la censura que va más allá de la ley. Si la gente quiere menos libertad de expresión, pedirá al gobierno que apruebe leyes en ese sentido. Por tanto, ir más allá de la ley es contrario a la voluntad del pueblo”, añadía.
Una de las consecuencias de esta política es que podría suponer la vuelta a Twitter de Donald Trump, expulsado de las principales redes tras difundir el bulo de la manipulación electoral que desencadenó el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. El ex presidente de EEUU usó esa narrativa sin evidencias para defender que fue él quien ganó las elecciones. Pero no está acusado de ningún delito, por lo que se han disparado los rumores sobre los planes de Musk para permitirle volver.
El magnate evitó dar una respuesta concreta cuando fue preguntado por esta posibilidad en una conferencia TED en la que explicó sus planes para Twitter. “Es muy importante que la gente tenga la realidad y la percepción de que puede hablar libremente dentro de los límites de la ley”, expuso.
Trump por su parte dice que no quiere volver a Twitter ni aunque le dejen. Sus planes son desembarcar en su nueva red social, Truth Social, tan pronto como esta semana. Las descargas de esta app se han multiplicado en EEUU tras el anuncio de compra de Twitter por parte de Musk y el expresidente no quiere que esa ola descienda por la posibilidad de que Musk le abra la puerta. No obstante, parece difícil que Trump renuncie a retomar el que fuera su principal altavoz en medio de su nueva carrera hacia la Casa Blanca.
Lo ilegal y lo dañino
Trump es la cara de un problema de fondo. Twitter y el resto de las redes sociales ya hacen lo que Musk plantea. Por regla general, eliminan los contenidos que violan la ley cuando tienen conocimiento de su existencia. Lo contrario podría acarrearles repercusiones legales. El debate se abre en lo referente a aquellos que no lo hacen, como en uno de los grandes problemas de las sociedades actuales: la desinformación.
“La persona que publica un vídeo diciendo que dejes la quimioterapia y comas almendras amargas no está cometiendo un delito contra la salud pública en la inmensa mayoría de los países y tampoco en España. Esa persona lo que está haciendo es mover un contenido dañino”, ejemplifica Carlos Hernández Echevarría, jefe de Políticas Públicas de Maldita.es.
La persona que publica un vídeo diciendo que dejes la quimioterapia y comas almendras amargas no está cometiendo un delito contra la salud pública, sino distribuyendo un contenido dañino
Las plataformas toman medidas diversas con respecto a esos “contenidos dañinos”. En el caso de los relacionados con el coronavirus, la mayoría optaron por eliminar los bulos que contradijeran el posicionamiento de las autoridades sanitarias. Para otras cuestiones que no supongan una amenaza directa a la salud pública pueden incluir avisos que anexan a los comentarios y que al resto de usuarios de que estos incluyen afirmaciones que han sido desmentidas por los expertos en la materia.
Además, la mayoría de plataformas, incluida Twitter, pueden llegar a eliminar cuentas que acumulan largas trayectorias de desinformación, aunque no hayan violado la ley en ese período. Puede ser muy efectivo para cortar un discurso de raíz: tras el bloqueo de la cuenta de Trump, las menciones al bulo de la manipulación electoral cayeron de 2,5 millones a 688.000.
Opacidad
Trump no es un caso aislado sino la punta del iceberg. Twitter elimina un gran número de cuentas por violaciones repetidas de sus términos de uso relacionadas con la desinformación. En esos bloqueos han perdido la cuenta reconocidos teóricos de la conspiración, pero también otros perfiles que tampoco estaban acusados de ningún delito. La red social apenas da explicaciones a sus propietarios ni a los periodistas que preguntan por ellas: “Por razones de privacidad y seguridad no hablamos de casos específicos”, contestan sus portavoces.
“Hay políticas mejores que el cierre de cuentas”, defiende Hernández Echeverría: “Probablemente ganas más en el largo plazo exponiendo a esa gente al mensaje original, a la vez que la expones al desmentido, que bloqueándolos o borrando los mensajes”.
¿Quién es el dueño de una empresa privada privada para decidir los criterios sobre tu libertad de expresión e información?
“Si tú preguntas a cualquier verificador del mundo, lo que te va decir es que lo mejor no es el borrado de los mensajes que dicen por ejemplo que la tierra es plana. Todo lo contrario: si la libertad de expresión te ampara para decir que la tierra es plana, pues con más razón tendrá que amparar una decisión responsable por parte de una plataforma, en este caso Twitter, de que aparezca una advertencia que diga que las sociedades astronómicas dicen que eso es falso, y aquí están estas imágenes de satélite que lo demuestran”, continúa el fact-checker.
El anuncio de Musk sobre cómo plantea gestionar la libertad de expresión en Twitter ha sido recibido con buenos ojos por las organizaciones que llevan años lidiando con la problemática de la falta de transparencia de las redes. “Me parecería razonable fijar el límite en que sean las leyes las que marquen los límites: ¿quién es el dueño de una empresa privada privada para decidir los criterios sobre tu libertad de expresión e información?”, recalca Ofelia Tejerina, abogada y presidenta de la Asociación de Internautas.
La UE no le permitirá dejar de moderar
Faltan meses para que Musk pueda tomar el control efectivo de Twitter. Pero si su plan es convertirla en la hermana mayor de redes como Gab o Parler, refugios de los usuarios de extrema derecha expulsados de las plataformas mayoritarias, puede tener muy complicado llevarlo a cabo. Al menos, en la UE.
Es más probable que una plataforma así proporcione libertad de expresión a las voces más ruidosas y agresivas, mientras silencia a los que son intimidados, amenazados y acosados fuera de ella
Los Veintisiete están a punto de aprobar definitivamente el paquete normativo más estricto lanzado hasta ahora para controlar a las grandes tecnológicas. “La nueva Ley de Servicios Digitales impone obligaciones de gran alcance sobre el tipo de procedimientos que plataformas en línea como Twitter o Facebook deben poner en marcha para reaccionar ante los usuarios que les señalan contenidos potencialmente ilegales”, recuerda Jan Penfrat, asesor político principal de European Digital Rights (EDRi).
Una de las medidas será la obligación de que las grandes redes hagan transparentes sus políticas de moderación y las apliquen por igual a todos los usuarios. La UE además les cobrará una tasa que destinará a pagar a un equipo especializado en vigilar que esas medidas se cumplen caso por caso, cuenta por cuenta.
“Pero más allá de las ramificaciones legales para Twitter, es poco probable que una red de ese tamaño que no modere el contenido de los usuarios sea el ”cimiento de la libertad de expresión“ que Musk dice querer crear”, continúa el experto: “Es más probable que una plataforma así proporcione libertad de expresión a las voces más ruidosas y agresivas, mientras silencia a los que son intimidados, amenazados y acosados fuera de la plataforma. A menudo, las víctimas serán las voces que ya están marginadas en nuestras sociedades”, avisa.
CC